viernes, 18 de enero de 2013

Capítulo 20: "Vos necia, Yo mentiroso"



Helloooo chicas gracias por sus comentarios, aqui les va otro capi espero que les guste, van a odiar a Rochi jajaj  besostess

PD: Dayo avisame cuando te vas de vacaciones asi subo capi doble para que no te quedes ocn las ganas jaja, bsos

PD 2: Chicas les queria avisar que volvio mi amiga Jess del blog haditajsypablali.blogspot.com con la nove " El amor que soñe" seguramente todas la conocen, les queria avisar que volvio de sus vaciones y posiblemente hoy mas tarde suba un nuevo capi. esten atentasss!!

CAROO

CAPITULO 20:
Pablo aprovechó la espera frente a la barrera del estacionamiento para contemplar a su acompañante. Se veía furiosa y molesta. ¡Justo como a él le gustaba! La barrera se elevó, pero, a poco de traspasarla, Pablo volvió a detener la marcha. Lali lo miró confundida, y él se limitó a echarse sobre ella con delicadeza.
—¡Ey! –chilló la muchacha, intentando apartarlo.
Pero él, lejos de tomar distancia, casi rozándola todavía, se limitó a sonreír.
—No podes viajar sin cinturón de seguridad, ¿me permitís?
—Puedo sola –le respondió.
Y bastó escucharla para que su jefe tomara distancia. Por unos segundos la observó buscar el maldito cinturón, sonriente.
—¿Dónde está? –se rindió Lali, al fin.
—¿Ahora sí, me permitís? Estos autos pequeños son complicados.
Con suavidad volvió a echarse sobre ella, mientras la rodeaba con su brazo. Y quizás por tanto baile, o porque hacía mucho que no estaba con un hombre de verdad, Lali se puso a temblar. Pablo le colocó el cinturón, la miró a los ojos como si pudiera presentir aquella sensación que la embargaba, y luego arrancó con suavidad. La mirada de su jefe recorriéndola, cada vez que un semáforo los detenía, hacía estremecer a Lali. Aquella proximidad era inquietante, y la ponía en desventaja. Y a ella no le gustaba estar en desventaja.
—Canela –murmuró Pablo, rompiendo aquel silencio tenso.
—¿Cómo?
—Nada. Luego la miró con descaro, y, señalando su cabello, preguntó: —¿Extensiones?
—Falta de dinero para cortarlo –replicó su acompañante, sin un dejo de coquetería.
Y tanta sinceridad hizo sonreír a aquel galán. Lanzado en medio de la noche, aquel
auto veloz parecía acariciar el camino. Por unas calles permanecieron en silencio,
sin mirarse, pero por fin fue de nuevo Pablo el que habló.
—Así que me estabas siendo infiel... ¿Viste? Tenes que tener cuidado cuando me
traicionas, porque, tarde o temprano, termino enterándome.
Lali empalideció.
—¿A qué se refiere?
Pablo desvió la mirada hacia ella, y disfrutó del rojo de sus mejillas
—Vamos, Berta... No hay muchos motivos para ir a una fiesta así. Y por la cara de
decepción de tu galán, me queda claro que no lo has hecho por la compañía.
Su empleada le devolvió una mirada furibunda.
—Por cierto, podría haber sido un poco más gentil, y facilitarme la huida –le
reprochó.
—El chico me dio lástima... De verdad parece enamorado.
Lali clavó la vista al frente, para evitar que su acompañante notara hasta que punto la habían afectado sus palabras. Pero Pablo continuó, impiadoso.
—Así que si descartamos un interés romántico en aquel joven tartamudo
—¿Cómo lo llamó?
—Tartamudo. Se puso nervioso no sabia que decir
—¿Se está burlando de él?
—¿Te importa?
—¡Por supuesto! Vico es mi amigo, y yo lo quiero mucho.
—Pero, por lo visto, no lo suficiente.
Y bastó aquel reproche para que Lali volviera a encerrarse en su mutismo.
—¿Sabes cuál es el problema con vos, Berta? Que a diferencia de las demás
mujeres, vos permaneces demasiado tiempo callada. Y así nadie puede saber lo que
queres. Como ahora, por ejemplo. Hace quince minutos que estoy andando, y
todavía no me has dicho que es lo que tengo que hacer para complacerte.
—¿Para complacerme?
¿Qué extraña elección de palabras era esa?
—Todavía no me has dicho a donde vives.
—Está yendo en la dirección correcta. Vivo en Palermo Viejo.
—“Palermo Sensible”, como les gusta llamarlo ahora. Y está bien. Imagino que todos
los viejos, tarde o temprano, se vuelven sensibles. Es una virtud que suele venir de
la mano de la sabiduría y los años.
 “Aunque yo, en su caso, no me confiaría”, pensó  Lali, que cada vez más admiraba a su jefe sólo por su inteligencia. Otra vez el silencio.
—¿Siempre sos así de callada?
—No. Con la gente con la que me siento cómoda hablo sin parar.
—Ah... Ahora entiendo.
—¿Qué?
—El motivo por el cual estabas en esa reunión. No te sentis cómoda conmigo, y por
eso queres irte con alguien más... Creí que tu trabajo en mi casa te gustaba.
—Me gusta –se apuró a decir con sinceridad.
—Pero...
—Pero entenderá que no puedo pasarme la vida limpiando pisos.
—Queres ser periodista.
—Usted ya lo sabía.
—¿Y por qué queres ser periodista?
—¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Por qué quiso usted ser periodista?
—El tío con el que me crié trabajaba para la CNN. Recorro redacciones desde que
tenía diez años. El periodismo es mi vida. Pero no la tuya. Ni siquiera fue lo
que estudiaste. Lali tardó unos minutos en poder responder. El pasado
quedaba demasiado cerca, y era muy doloroso asomarse a él.
—Quería ser diplomática.
Semejante confesión arrancó una carcajada de su jefe.
—¡¿Diplomática?! ¡¿Vos?!... Créeme, no tenes más cualidades para eso que las del
mismísimo Bin Laden. Te falta humildad.
“¡Miren quién habla!”, pensó Lali de inmediato. Pero una vez más calló.
—Si queres ser una periodista de verdad –continuó su jefe—, no hay nada que esos
idiotas de la fiesta puedan ofrecerte. Yo soy el único que vale la pena en este país. Y
vos ya trabajas conmigo.
—Como asistente domiciliaria.
—Como periodista, y como asistente domiciliaria, ¿o no te has dado cuenta que
desde hace un mes te tengo revisando artículos para que los corrijas?
—Sí, pero... Pensé que lo hacía para ocupar mi tiempo...
—¡Mujer necia! ¿No viste que la nota sobre la aduana salió al aire exactamente
como vos lo sugeriste? ¿No ves “RLP”?... ¡¿Nadie lo ve?!
—No tengo televisor.
—¡Es el colmo!... Como sea, ya había pensado incorporarte al staff permanente.
—¿Quiere que deje de ser su asistente domiciliaria?
—¡No! ¡Por supuesto que no! Quiero que, además, participes en las reuniones del
equipo. Igual, ya hace un tiempo que decidí llevarlas a cabo en mi casa. No me
siento demasiado seguro en la oficina.
—Y usted quiere que, por el mismo sueldo...
—No. Por supuesto que no. Ganarás dos mil quinientos pesos más. Y si sumas eso
con  lo anterior, y lo comparas con lo que le pagan a tu amigo en Perfiles,
entenderás por  qué tenes que estarme eternamente agradecida.
Por un segundo Lali calló, tratando de descifrar lo que ocultaba aquel hombre mentiroso. Pero luego lo encaró.
—¿Por qué hace esto?
—¿Qué?
—Ofrecerme una oportunidad por la que otros matarían.
—Porque eres buena limpiando, y no quiero perderte.
Lali lo observó con enojo, y él aprovechó su atención para desnudarla con la mirada.
—Mira, Berta... –le reprochó—. Creo que sos lo suficientemente necia como para no
darte cuenta que no es bueno encender a un amigo, si no queres quemarte... Pero
no creo que lo seas tanto como para ignorar que, a pesar de todo, sos una periodista
que vale la pena... ¿Es por aquí?
—Doblando, la tercera casa a la izquierda.
Pablo detuvo el auto, pero antes de que Lali lograra accionar la puerta para bajarse, él cruzó su brazo y parte de su cuerpo sobre ella.
—Ya estás grandecita para saber que con los hombres, aunque parezcan inocentes,
no se juega, ¿no? –le dijo él, penetrándola con aquella mirada fría. Pero esta vez su
empleada se envalentonó. Le devolvió la misma frialdad, y, obligándolo a quitar el
brazo, le respondió –Es un muy buen consejo. Y lo pienso aplicar desde este mismo
momento. De ahora en más, no voy a permitir malos entendidos.
Pablo sonrió, por ocultar su decepción.
—Espera aquí... Aguarda a que te abra...
—No se moleste –se apuró a decir ella.
Pero igual lo tuvo que obedecer. En aquel maldito auto nada se encontraba a la vista.
En segundos su jefe ya le había abierto la puerta tendiéndole una mano para ayudarla. ¿Ayudarla? Fue cuestión de bajarse, para que una vez más Lali fuera víctima de aquel extraño estremecimiento. Pablo era demasiado alto, demasiado fuerte, demasiado hombre, como para que su cercanía no conmocionara a una mujer bien plantada como ella.
Por un segundo se quedaron allí, parado uno frente al otro, al lado del auto, sin reaccionar. Una no podía hacerlo, y el otro no quería. Un auto los obligó a buscar el refugio de la vereda.
—Su saco –dijo ella, alargándoselo.
—Me lo traes mañana.
—Prefiero que no... Además ya no lo necesito.
Lali se apuró a abrir la puerta de calle, pero su jefe, una vez más, la retuvo.
—¿Vivís sola? –preguntó.
Anticipando la respuesta de la muchacha, y como llegada de ninguna parte, apareció Rochi. ¡Rochi!... ¡Maldición! Vico estaba en lo cierto. La chica se vestía como una puta, y su compañera sintió algo de vergüenza al presentarla. Pablo, en cambio, parecía encantado con ella, y por unos minutos se quedaron conversando, mientras Lali  los observaba con espanto.
—Bueno, tengo frío... –comenzó a decir— Y además, mañana debo entrar temprano al trabajo.
—Llega cuando quieras –concedió él con una sonrisa.
Pero lo último que quería su empleada, en ese preciso momento, era aquel tipo de familiaridades. Todavía no estaba muy segura de los verdaderos motivos de su jefe para promoverla, y temía que todo aquello terminara obligándola a renunciar a su empleo, (el nuevo, y también al anterior) Así que se apuró a decir
—Llegaré en mi horario, como corresponde.
—¿Queres que hagamos una apuesta? Estoy seguro de que te vas a retrasar.
—¿Por qué piensa eso?
—Porque ahora que sabes las intenciones de tu “amigo” no va a
permitir que te alejes. Pensá en eso cuando te levantes ... –Luego
dirigiéndose a Rochi, agregó— Ha sido un gusto conocerte. Me encantaría que nos
encontráramos otra vez. No hay nada más placentero que una mujer a la que no hay
que arrancarle las palabras... Sos encantadora... –Y mirando a
su empleada, concluyó en tono condescendiente— Hasta mañana, Berta... Y no te
preocupes, la apuesta no tiene valor. No me gusta robarle el dinero a nadie.
Diciendo esto, y sin aguardar más, Pablo se fue de allí como solía hacerlo siempre: como todo un ganador.
—¿Qué quiso decir con eso? –preguntó Rochi.
—Que estoy frita –fue la sucinta respuesta de su amiga.
Y no exageraba.

4 comentarios:

  1. hola holaaaaa!!!! me voy de vacas mañana respondiendo a tu pregunta... pero no te hagas ni drama que te leo en las vacaciones igual... a la nove no me la pierdo por nada y menos con lo buena que se esta poniendoooo!!!!! :D
    Pablito esta terrible... como la encara y sin descaro a Lali y despues a Rochi... y todo seguro q para darle celos a Lali... pero el bajon es que de seguro Rochi se lo va a querer enganchar!!!!!
    Quierooo masss....!!!!
    Espero q subas pronto...!!!! Besos q estes bien...
    PD: Y nos estamos leyendo!!!!!

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  2. Aaaaaaaaay, quiero mas nove!
    Me encantan Pablo y Laalii! Me da pena vico, pero aguante pablali :)
    Ojala Rochi no este con Pablo, dioos jajajaj.
    Me encanta tu novelaa! Quiero mas capituloos!
    Beesitooos!

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  3. yo no la hubiera presentado a Rochi, me encanto este cap hubo mas pablali que en otros jeje, pobre vico, creo que tendria que resignarse lali nunca lo va a querer como algo mas que a un hermano, espero subas pronto besos

    ATT: alex

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  4. Hola! Yo no me voy de vacas pero espero un cap triple maso! :D Jajaja Me divierto tooo much con esta Nove!

    Sol

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