viernes, 11 de abril de 2014

Epilogo: "En el lugar equivocado"



EPILOGO
Lali dejó a su hijo Simon en la cuna. Tenía cuatro meses, y era adorable. Con el pelo castaño  y los ojos claros, la combinación resultaba espectacular. Y dormido parecía un ángel.
Las últimas veinticuatro horas habían estado repletas de acontecimientos. Pablo había celebrado una fiesta en Baires para conmemorar su primer aniversario de boda, y luego habían viajado a la isla y pasado el día con la familia de él. Había transcurrido todo un año. Lali apenas podía creer que llevaran tanto tiempo casados. Y la magia no sólo había perdurado, sino que se había fortalecido.

Lali entró en el dormitorio y se puso un vestido de satén dorado de estilo flamenco, una prenda especial para la ocasión. Y después se dirigió a la casita de la playa tras encargarle a una sirvienta que le diera un mensaje a Pablo. Llevaba en las manos una revista en la que había un artículo sobre la espléndida boda de Eugenia. Apenas había tenido tiempo de leerlo.

El novio era un aristócrata de sangre azul, y el aspecto de Eugenia era triunfante. Sin embargo se rumoreaba que la ausencia de la familia del novio en la ceremonia era indicio de que no aprobaban
la unión. Según parecía Eugenia no era lo suficientemente buena. Su árbol genealógico no iba lo suficientemente atrás. Pero en opinión de Lali aquel matrimonio marcharía bien. El marido
de Euge  era tan frío como ella.

Lali dejó la revista a un lado, encendió las velas y apagó la luz. Y se puso a bailar. Aquél era su regalo especial de aniversario para Pablo. Le encantaba sorprenderlo. Y cuando vio por el rabillo del ojo
que entraba hizo un enorme esfuerzo para no mirarlo. La música llegó a un momento de salvaje crescendo y después finalizó. 

Entonces Lali miró a Pablo y ardió ante la intensidad de su mirada.

-¡Es tan fácil impresionarte! -comentó en broma. Pablo la estrechó en sus brazos como un hombre de las cavernas. Lali se estremeció de excitación. Por sus venas corría el fuego del deseo sensual.

-Así que volvemos al principio...

-Pero ahora tenemos a Simon -asintió Lali.

-No he olvidado a nuestro hijo ni por un instante... ni a la maravillosa y sexy mujer que me lo ha dado -contestó Pablo con impresionante intensidad -. Creo que te amo aún más que antes.

-¡Me haces tan feliz! -contestó ella abrazándolo.

-Ésa es la razón de que haya venido -continuó Pablo mientras trataba de besarla y de llevarla a la cama al mismo tiempo, cosa que al fin logró-. Y también para darte esto... antes de que te atrevas a sugerir que he venido sólo porque no podía soportar más no acostarme con vos.

Lali contempló el exquisito anillo de diamantes que él deslizó en su dedo.

-Oh, Pabli, es... precioso.

-He mandado que le graben la fecha del día en que nos conocimos.

-¡Te estás volviendo tan romántico! - suspiró Lali.

-Sí, puede que vos te hayas encargado de las velas, pero yo me he ocupado del champán y de poner una rosa en la almohada.

-¿Queres decir que no te he sorprendido?

Pablo asintió con un gesto. LAli curvó la boca en una sonrisa y lo empujó sobre la almohada.

-Me encanta tu falta de tacto.

-No te comprendo -contestó Pablo observándola con ojos llenos de admiración.

Lali se tumbó sinuosamente junto a él. La ansiosa mirada de Pablo cuando temía haberla herido la volvía loca de pasión.

-Las mentes grandes piensan de un modo parecido -susurró ella.

-Sos asombrosa... -continuó Pablo estrechándolacon tal fuerza que apenas podía respirar.

Respirar, sin embargo, no era en aquel momento algo importante. Mucho más urgente resultaba compartir su amor de un modo íntimo. Lali hubiera deseado decirle que él también era asombroso, pero la electrificante combinación de pasión y felicidad desatadas lo hacía imposible en ese momento. Lo haría a la mañana siguiente.


domingo, 6 de abril de 2014

Capítulo Final : "En e lugar equivocado"



CAPITULO 53:

-Lali... -la llamó Pablo dando un salto y arrastrándola con él. Su mirada, fija, mostraba un intenso placer y alivio ante aquella sencilla confesión -.LAli, cariño, deliciosa Lali... -respiró entrecortadamente-. Eugenia no me prestaría ni un minuto de su tiempo si yo no tuviera dinero. Está obsesionada con casarse con un hombre rico, no puede creer que no me guste ni que no quiera hablarle de amor... Incluso me dijo que si quería podía conservarte a ti como...

-Como amante...

-Pero yo le dije que te amaba demasiado como para hacerte eso -continuó Pablo apartándole el pelo de la frente con dedos cariñosos y ojos tan tiernos que Lali tuvo finalmente que creer en sus
palabras-. Cuando la vi hace dos semanas, sin embargo, fue sincera. Me dijo que si le hubiera surgido algún partido mejor se habría casado hacía años.

-Me alegro de que estuviera enfadada en lugar de herida - admitió Lali.

-¿A pesar de todo el daño que te ha hecho? - preguntó Pablo sin disimular su incredulidad.

Lali le soltó las manos con cuidado y contestó:

-Puedo ser generosa cuando gano.

Pablo la estrechó entre sus brazos con fuerza y posó los labios sobre los de ella con pasión. Luego, al enterrar el rostro en el cabello de Lali, ella tembló y se sintió débil.

-Nunca soñé que significaría tanto para mí el que una mujer me confesara su amor -admitió Pablo.

-Y pensar que vos podrías habérmelo dicho a mí en lugar de ir a contárselo a Eugenia... -comentó Lali sin poder resistirse-. Si me hubieras dicho que me amabas nunca te habría abandonado.

-Pero no vas a volver a abandonarme nunca más - exigió Pablo con entusiasmo.

-No me atrevería ni a soñarlo... -bromeó ella regocijándose en aquella nueva intimidad de mutua confianza que le permitía hacer y decir lo que quería -.No si vas a emborracharte y a autocompadecerte...

Pablo la llevó a la cama y la miró con intensos ojos

-Sos una picarona...

-Te conozco bien... así que será mejor que te andes con cuidado...

-Te adoro -declaró Pablo con voz ronca-. Pero no vas a decirme lo que tengo que hacer.

Lali deslizó los dedos por la  cabellera y susurró:

-Bésame...

Y Pablo lo hizo. Después levantó la cabeza con un brillo cómplice en los ojos y mirada intensa y comentó:

-Embarazada, descalza y en el dormitorio, agapi mou.

-Lo has dicho mal, no era así.

-Lo he hecho a propósito -contestó él con una sonrisa.

-Bueno, pues si estamos negociando, ¿qué hay de todo eso de «vos no sos mi dueña, no puedes decirme lo que tengo que hacer, a dónde tengo que ir ni con quién»? -inquirió Lali.

-Sabía que recordarías cada palabra.

-Me reservo ese derecho.

-Podrías haber sido un agente realmente provocador en el departamento de mantenimiento del edificio  -comentó él con
ojos brillantes , llenos de deseo y de satisfacción -. Creo que es mucho más seguro tenerte en mi cama.

-Pues yo debo de confesar que la cueva familiar resulta bastante confortable -suspiró Lali feliz, con una mirada de aprobación a su alrededor.

Y, tras una risa ronca, Pablo la besó y procedió a demostrarle los beneficios de compartir aquella  cueva familiar.

viernes, 4 de abril de 2014

Capítulo 51 y 52 : "En el lugar equivocado"




CAPITULO 51:

Lali no pudo resistirse. Al llegar al descansillo de la escalera volvió la vista hacia él.

-Escucha, lo único que trato de decirte es que no quiero hablar de ello. No hace ninguna falta. 

Pablo apareció en la puerta del vestidor mientras Lali descolgaba frenéticamente su ropa de la percha. Las manos le temblaban. ¿Qué le estaba ocurriendo? Un minuto más y se humillaría y lloraría histérica preguntándole qué tenía aquella helada mujer del Ártico para que la prefiriera antes que a ella.

-Eugenia estaba detrás de aquel artículo de la prensa... -declaró Pablo.

Lali se quedó muy quieta y luego, de pronto, se dio la vuelta con los 
ojos muy abiertos. Pablo le devolvió la mirada con ojos atormentados, con los puños. cerrados.

-Entonces supongo que habrá caído de ese pedestal donde la tenías... -comentó Lali sintiendo que si dejaba de hablar se derrumbaría y hundiría en sollozos.

Por fin veía en los ojos de Pablo aquello que más temía ver: el horror ante el descubrimiento de la verdadera naturaleza de Eugenia.

- Yo no la tenía en un...

-Lo siento, Pablo, pero cualquier mujer la habría calado a un kilómetro de distancia. Pero claro... - Lali cambió de tema enseguida, incapaz de hablar de algo tan doloroso-. ¿No es reconfortante saber que estaba completamente decidida a conquistarte?

-Sólo por... sólo por quién soy y lo que tengo.

-Sí, bueno -sonrió Lali-. Sé sincero. Vos valoras las mismas cosas que ella. Toda esa educación similar, el estatus, las convicciones, el dinero.

-No espero que me perdones por haberme negado a creerte -aseguró Pablo cerrando los ojos con la cabeza bien alta.

-Bien, porque no iba a hacerlo -continuó Lali buscando por el enorme vestidor-. Así que pensabas que ella estaba muy por encima de todo eso, y ahora que conoces la verdad te sientes
bastante mal. Y, por cierto, ¿cómo has sabido la verdad? -preguntó de pronto curiosa.

-Un periodista cantó. Eugenia había estado investigándote.

-Eso podría habértelo dicho yo.

-Concertó una cita con un periodista y le entregó el informe completo. Se lo dio bajo la condición de que el artículo debía humillarte. Incluso fue tan arrogante que ni siquiera se molestó en tratar de borrar su rastro.

-Quizá pensara que era demasiado arriesgado confiarle el trabajo a otro -sugirió Lali con las mejillas llenas de lágrimas, sin dejar de descolgar ropa del perchero.

-¿Viste la entrevista que hice sobre vos?

-No... -respondió Lali sorprendida.

-Esperaba que eso te hiciera volver a casa. Sabía que le habías prometido a Rochi encontrarte con ella, pero me advirtió de que le costó bastante que accedieras -confesó Pablo tenso-. Y eso de que sólo quisieras fijar tu cita con ella con una semana de antelación sinceramente, tenía pocas esperanzas de que aparecieras hoy por el parque.

-Yo no le haría nunca eso a Rochi, es una buena persona.

-Al principio, cuando hablé con Eugenia la primera vez, ella no dejó de mentir. Luego mencioné el comentario que Rochi le había oído hacer el día de nuestra boda y...

-¿No es maravilloso comprobar que crees a todo el mundo menos a mí? Crees al periodista, a Rochi... - lo condenó Lali con amargura.

-Honestamente, no podía creer que Eugenia fuera capaz de ese comportamiento -respondió Pablo apretando los dientes-. Es decir... hasta hace dos semanas, cuando fui a verla y finalmente ella perdió los nervios al comprender que había perdido.

-Ella nunca perdió, Pablo, ha salido victoriosa todo el tiempo -lo contradijo Lali con sencillez mientras las lágrimas corrían por sus mejillas-. Vos y yo no teníamos mucho en común para empezar...
pero cuando ella terminó su trabajo ya no teníamos nada. Sin embargo no debes engañarte a ti mismo creyendo que la culpa es de ella.

-Sé de quién es la culpa. Sé que te defraudé y que te hice infeliz. Me odias, ¿verdad?

-A veces... como por ejemplo ahora mismo, ¡sí! - soltó Lali de pronto dando la vuelta por donde estaba él-. Aquel día me asustó de verdad. ¡Hizo todo cuanto estuvo en su mano para persuadirme de que abortara! Insultó a mi madre, me insultó a mí de todos los modos en que se le ocurrió, ¡Y vos ni siquiera me escuchaste!

-LAli... yo -comenzó a decir Pablo dando un paso adelante.

-¡Cállate! -lo interrumpió Lali furiosa -. ¡Fui una estúpida casándome con vos! Ese día estaba tan enfadada que...

-Tenías todo el derecho del mundo a estarlo. Lo único que sé es que nunca he estado tan cerca de la violencia como el día en que me enfrenté a Eugenia -declaró Pablo con crudeza-. ¡La forma en que habló de vos era casi como para pegarle!

-¿En serio? -preguntó Lali, contenta por fin de poder gobernar sus emociones para escuchar gozosa aquel detalle-. Entonces, ¿significa eso que no va a haber una reconciliación? -Pablo la miró
perplejo-. Quiero decir, ¿Ya no vas a casarte con ella después del divorcio?

-¿Vos estás loca? ¿Casarme con ella? -exclamó Pablo incrédulo-. ¡Pero si es una lagarta!

-Bueno, te ha costado toda una vida darte cuenta, pero al fin lo has comprendido. Enhorabuena. ¿Podrías darme una maleta?

-¿Una maleta?

Lali se sentía poseída por una necesidad imperiosa de mantenerse ocupada. Pablo estaba minando su resistencia, y ella estaba decidida a que eso no ocurriera. Lali dio un paso adelante y estuvo a punto de caer ante una montaña de ropa tirada en el suelo. Miró para abajo y vio que era de Pablo. La sorteó y pasó al Iado de él. Pero entonces Pablo la agarró de la mano.

-¡Tenes que escucharme!



CAPITULO 52

-¿Me escuchaste a mí? ¡No, cuando trataba de explicarte lo que ocurría vos siempre decías o que estaba celosa o que estaba irritada a causa del embarazo! ¿Pues quieres que te diga algo, Pablo? Ahora no me ocurre nada de eso, ahora lo que me
ocurre es que estoy al límite de mi paciencia. ¡Soltame!

Pablo la soltó. La ira coloreaba sus duras y masculinas mejillas, pero era el dolor escondido en sus ojos  lo que emocionó a Lali y la
dejó atónita.

-Siento todo esto mucho más de lo que jamás imaginarás -respiró él.

Pálida y temblorosa, Lali comenzó a buscar una maleta. Era una locura, era absolutamente irracional seguir haciendo la maleta en medio de aquel torbellino sentimental, pero no podía soportar ver a Pablo herido. Y todo por culpa de aquella lagarta, que le había sorbido el seso. Lali se estremeció. Por fin encontró las maletas.

-Deja que te la baje yo -se ofreció Pablo quitándosela de las manos.

-¿Sabes?...aún no sos consciente, pero antes o después te darás cuenta de la suerte que has tenido librándote de mí -musitó ella en voz baja, apresurándose a volver al dormitorio que nunca compartirían.

-Lali... por favor, séntate para que podamos hablar -insistió Pablo con una humildad casi patética-. Necesito contarte cosas sobre Eugenia.

Lali se sintió tan perpleja ante aquel ruego que se derrumbó al borde de la cama. Quizá Pablo necesitaba un hombro en el que llorar, ¿pero por qué tenía que ser el de ella? Entonces lo comprendió. Pablo quería hacerle una confesión completa. Su conciencia no se conformaba con menos. Estaba a punto de escuchar una confesión que la deprimirían durante los próximos treinta años. Pablo la observó en silencio y dejó la maleta.
Luego se aclaró la garganta.

-Yo...

-¿No podrías tratar de abreviar? -rogó Lali. Pablo se puso aún más tenso. Su aspecto era tan lamentable que Lali se compadeció. Tenía que enfrentarse, por fin, a aquella declaración. Pablo había amado a Eugenia. Quizá en ese momento sintiera repulsión hacia ella, pero la había amado.

-Mi padre me dijo por primera vez que Eugenia sería una maravillosa esposa para mí cuando yo tenía cinco años.

-¿Cinco años? ¿Y cuántos tenía ella?

-Ocho.

- ¡Cinco años! ¡Dios de mi vida, eso es lavar el cerebro! -exclamó LAli.

-Mis abuelos murieron en un accidente automovilístico cuando mi padre era aún joven. Él se crió con la familia de su padre. Y tienes que comprender que a él le enseñaron a sentirse avergonzado de la familia de su madre, que era más humilde.

-¿Queres decir que lo criaron para que fuera un completo snob? - Pablo asintió-. Y él quería asegurarse de que vos no fallaras en ese sentido, ¿no es eso? -Pablo volvió a asentir-. Así que desde pequeño te adoctrinaron en la creencia de que Eugenia sería tu futura mujer.

-Sí, en un futuro que yo no dejaba de posponer - respiró Pablo hondo-. No podía ni siquiera confesarrne a mí mismo que no me gustaba Eugenia...

-¿Que no te gustaba Eugenia? -lo interrumpió Lalia atónita.

-¿Es que a vos te resultó agradable cuando la conociste en Chindos?

-No, pero...

-Nunca supe entender su comportamiento -continuó Pablo endureciendo su expresión-. Todos se pasaban el día halagando su comportamiento ante de mí, y es cierto que tiene muchas virtudes. Forjaron mi mente de modo que siempre creí que tenía que casarme con ella.

-Así que decidiste casarte con ella y tener una amante que te resarciera.

Pablo comprendió que aquello era una rabieta de Lali y la miró con una expresión de reproche.

-Ese tipo de matrimonios no es tan raro en el mundo en el que yo vivo. Nunca supe qué me iba a perder hasta el día en que te conocí.

-Eso no puedo creerlo -suspiró Lali

-Bueno.. es cierto que hubo unas cuantas mujeres en mi pasado -admitió Pablo-, pero ninguna me llegó tan hondo como vos. Vos y yo tuvimos aquella primera noche mágica y luego yo lo eché todo a perder. Pero no podía permanecer lejos de vos...

-Así que te casaste conmigo y volviste a echarlo todo a perder -terminó Lali por él.

Pablo se acercó a Lali y levantó los ojos para observarIa. Luego alzó las manos tratando de tomar las de Lali, pero ella las retiró. Pablo torció la boca.

-La noche en que me dijiste que estabas embarazada comprendí que estaba enamorado de vos... completamente loco por vos.

-Serías capaz de decirme cualquier cosa con tal de no perder a tu hijo, ¿ verdad? -musitó ella medio sollozando.

Los brillantes ojos de Pablo temblaron. Tomó las manos de Lali y las agarró con fuerza.

-Mi peor error fue no decirte cómo me sentía aquella noche en mi departamento. En aquel momento comprendí que nunca me casaría con Eugenia, pero fue entonces cuando comencé a sentirme terriblemente culpable. Además, justamente me llamó ella después de que vos y yo hiciéramos el amor, y eso me hizo sentirme aún
peor.

Lali vio un atisbo de esperanza. No podía dejar de mirar la expresión del rostro de Pablo, atenta a cada una de sus palabras. Y recordaba su forma de reaccionar tras la conversación telefónica, en la cama.

-Debiste de contármelo todo entonces.

-No quería que te enfadaras -explicó Pablo soltando el aire contenido-. Ni me parecía bien, a esas alturas de nuestra relación, hablarte de ella. Primero tenía que verla a ella y decirle que me
había enamorado.

-¿Y fue eso lo que le dijiste?

-¿Qué otra cosa hubiera podido decirle? -preguntó Pablo a su vez con ojos inquisitivos-. Sabía que la noticia no la impresionaría, pero era la verdad. Cuando saliste de la consulta de Gaston y me dijiste que estabas embarazada me sentí muy feliz, pero me temo que mi sentimiento de culpa hacia Eugenia era tan fuerte que arruiné lo que hubiera debido de ser una ocasión muy especial

-Comprendo cómo has debido de sentirte.

-No, no lo comprendes. Estaba enfurecido conmigo mismo por haberle dejado pensar a Eugenia que nos casaríamos durante tanto tiempo, sentía que la defraudaba -confesó Pablo-. Pero eso
no fue nada comparado con lo que sentí cuando fui a verla a París.

-¿Qué te dijo? -preguntó Lali agarrando con fuerza las manos de Pablo.

-Jugó conmigo -contestó él enervándose con el recuerdo-. Me dijo que era el hazmerreír de todo el mundo, que ningún hombre querría casarse jamás con ella. Pero no dejó de repetir que por supuesto me comprendía y me perdonaba... ¡Estuve horas con ella! Me sentí como un bastardo, estaba convencido de que había arruinado su vida.

-Es una terrible actriz... o quizá... quizá realmente te quisiera, Pablo.

-¡Debes de estar de broma!

-Yo te quiero... ¿por qué no iba a quererte ella? Te conoce desde mucho antes que yo...

miércoles, 2 de abril de 2014

CApítulo 49 y 50 : "En el lugar equivocado"




CAPITULO 49:

Dias despues...

El rostro ansioso de Rocio Igarzabal se iluminó en el instante en que vio a Lali acercarse por el parque.

-¡Gracias a Dios que has venido! -exclamó levantándose del banco.

-No quería mezclarte en esto, Rochi, en serio. Sólo te llamé porque necesitaba que le dieras un mensaje a Pablo, pero ahora veo que ha sido un error...

-¡No, de ningún modo ha sido un error!

-Sí, lo es -suspiró Lali-. No quería escribirle una carta, no sabía qué decirle... y tampoco quería hablar personalmente con él pero... nunca hubiera debido de involucrarte en esto.

-¡Lali, Pablo está destrozado!

-¿Le diste mi mensaje?

-¿Acaso crees que diciéndole que estás bien y que quieres el divorcio va a sentirse mejor? -preguntó Rocio extrañada.

-Es lo mejor. ¿Te acordaste de decirle que le dejaré ver al bebé siempre que quiera?

-Sí, pero no le sirvió de consuelo como vos pensabas - respondió Rochi -. Al fin y al cabo el bebé no nacerá hasta dentro de seis meses...

-Bueno, eso no puedo evitarlo. ¿Está aún en París?

-No, según Gaston se pasó la semana buscándote. Y después se agarró la peor borrachera de su vida. Gas lo trajo a casa a dormir la resaca en la habitación de invitados...

-¿La peor qué? Cuéntamelo otra vez.

-Muy bien. Por orden cronológico: Pablo se levanta y se encuentra con tu nota, ¿no es así?

-No lo sé, para entonces yo ya me había ido. Supongo que se marchó a París.

Aquella misma noche Lali había metido unas cuantas cosas en la maleta y había salido del departamento decidida a evitar cualquier nueva disputa con Pablo. Sentía que habían discutido demasiado, que sólo le quedaba su orgullo. Y sólo podría conservar ese orgullo manteniéndose a distancia de Pablo, al menos hasta que pudiera controlar sus reacciones.

-Bueno, pues si me permites decirlo la mayor parte de los maridos no discuten y luego simplementesiguen adelante como si fuera un día normal y corriente -explicó Rochi-. Incluso los más testarudos como Pablo tienen sus sentimientos.

-Escucha, vos estás de su parte porque no comprendes nada y lo conoces a él mejor que a mí, pero...

-¡Qué va! La verdad es que me ha sorprendido mucho cómo se lo ha tomado. Nunca pensé que Pablo dormiría una borrachera en mi casa.

-Así que se pasó la primera semana buscándome... -dijo Lali expectante, incitando a Rochi a contarle más.

-¿Cómo crees que nos enteramos nosotros de que habías desaparecido? Pablo llamó a Gaston. Y estaba realmente de mal humor. Tuviste suerte de no estar delante.

-Nunca le he visto beber... -confesó Lali.

-A la segunda semana, sencillamente, se derrumbó. Se sentó y se puso a beber y a beber hasta el estupor. Gas estaba terriblemente preocupado por él. Pablo nunca hace ese tipo de cosas. Lo tienes bien agarrado, Lali y creo que si de verdad has decidido abandonarlo deberías de haberlo hecho de un modo más considerado.

-¡Pero si le dije que me marchaba! -se defendió Lali levantando el mentón.

-¡Pero él no creyó que lo decías en serio!

-Para mí era evidente que nuestro matrimonio no funcionaba.

-Pues el día de su boda yo pensé que estabas loca por él, y cuando comimos juntos a la semana de volver de Chindos me lo pareció aún más. Te pasabas el tiempo hablando de él.

-Y estoy loca por él -musitó Lali.

-Pero entonces, ¿porqué diablos le estás haciendo esto? -preguntó Rochi paralizada.

-Espero que se lo hayas contado absolutamente todo, Rochi -intervino entonces Pablo-. La búsqueda interminable, la desesperación, las borracheras y los ataques de autocompasión...

Ambas mujeres se dieron la vuelta. Rochi ruborizada, Lali pálida. Pero Pablo sólo tenía ojos para su mujer. Rochi, con un gesto de culpabilidad, dio un paso atrás.



CAPITULO 50

-Esta vez sí que la he hecho buena, ¿verdad? - inquirió Pablo.

-Pablo... ¿me permites que te diga que no es ésa la actitud que deberías de tomar? -sugirió Rochi.

-No... vos no sabes qué ha pasado, ni nunca lo sabrás -le informó Pablo-. Es una suerte que hable en griego cuando bebo. Lo que ha ocurrido aquí es y continuará siendo un misterio para vos, Rochi.

-Eugenia... -murmuró entonces la rubia con aires de superioridad antes de marcharse.

Pablo se quedó perplejo, perdió el color.

-Teniendo en cuenta que te has valido de Rochi para llegar hasta mí no has sido muy amable con ella - observó Lali-. Nunca habría accedido a verla si hubiera sabido que ibas a aparecer.

-Bueno, es que Rochi me torturó con sus preguntas en el peor momento -contestó Pablo tenso, tratando de calmarse. Lali lo miró con los ojos llenos de dolor-. No me mires así, me lo pones todo mucho más difícil -gruñó Pablo.

Lali miró a otro lado instantáneamente. Sí, por supuesto que Pablo veía en sus ojos cómo se sentía. Siempre había sido capaz de ver en su interior. Perpleja ante la idea de que su amor le resultara
tan evidente, Lali no puso pegas cuando él alargó un brazo y la condujo hasta la limusina. Pablo recogió el ticket del aparcamiento y traspasó las puertas. Era evidente que se sentía culpable. Sabía
cuánto daño le había hecho. ¿Y qué iba a lograr tratando de evitar un encuentro que él estaba decidido a celebrar?

Lali lo miró de reojo, en silencio, mientras el opulento vehículo transitaba entre el tráfico. En dos semanas y media él había perdido bastante peso, observó. De pronto le pareció como si un
abismo inconmensurable los separara. Nunca hubiera creído posible que Pablo tuviera un aspecto tan sombrío. Aquél era el fin de su matrimonio.

-Está bien... -dijo ella.

-No, no está bien -la contradijo Pablo-. ¿Dónde has estado viviendo?

-En una casa de las afueras, no tenía muchas ganas de buscar -admitió Pablo.

-¿Y no se te ocurrió que yo me volvería loco buscándote? -exigió saber Pablo, de pronto de mal humor.

-¿Y por qué iba a pensarlo? -suspiró Lali-. He cuidado de mí misma durante mucho tiempo, yo no soy una de esas chicas inútiles e impotentes.

El silencio se hizo más denso.

-No -concedió Pablo-, pero podes hacerme sentirme impotente a mi.

-¿Cómo? ¿Quieres decir impotente al buscarme y no encontrarme? No había ninguna necesidad. No pretendía desaparecer para siempre ni ninguna estupidez de ésas. Te lo dije bien claro en la nota...

-Eh... si: «Pablo, lo siento, pero he tenido que vaciar tu cartera... -recitó él de memoria-. Casarme con vos ha sido un error. Estaremos en contacto. No me busques... Bueno, supongo que no ibas a hacerlo, ¿ verdad?»

-No sé por qué tenes que recitar toda la nota que te escribí -protestó Lali sintiéndose como una estúpida-. Estaba enfadada, y no disponía de mucho tiempo. ¡Tenes suerte de que te dejara una nota!

-Supongo que en eso tenes razón -susurró al fin Pablo
.
Lali lo miró molesta, notando su tensión.

-Te aseguro que no pensé que te darías cuenta hasta mucho más tarde...

-Más tarde. Tardaste once días en llamar a Rochi - le recordó Pablo.

-Tenía cosas que hacer.

Como por ejemplo tratar de vivir sin él, tratar de descubrir cómo seguir existiendo con aquel dolor agónico que se intensificaba con cada hora que pasaba, tratar de olvidar todos los buenos recuerdos, el sexo. Para Lali hacer el amor con Pablo había sido alucinante, perfecto. ¿Pero cómo podía saber qué había sido para él? Pablo se había mostrado entusiasta, pero quizá fuera sexualmente insaciable.

-Y bien, ¿qué has estado haciendo?

-He estado haciendo planes -mintió Lali, que no había hecho sino vagar de un lado a otro. Lali salió de la limusina y se dio cuenta entonces de que no habían llegado al apartamento de Pablo, sino
a la preciosa mansión  que habían estado visitando justo el mismo día en que lo abandonó-. ¿Qué diablos estamos haciendo aquí?

-La compré -explicó Dio.

-Sí, dijiste que sería una buena inversión -recordó Lali abriendo la puerta.

-Era una broma.

¿Sería eso cierto?, se preguntó Lali, que había pasado dos semanas recordando cada una de las frases de Pablo y tratando de fortalecerse. Había sido una pérdida de tiempo. Un simple vistazo a aquel cuerpo y estaba hipnotizada. A pesar de aquel nuevo aspecto se sentía tan atraída hacia él como la misma primera noche de Chindos.

-¿Y qué has hecho con el resto de mis cosas? - preguntó Lali tratando de llenar el silencio.

-Están aquí.

-¿Dónde?

-En el dormitorio principal.

-Ah, bien. Así que no les has dicho a los sirvientes que no iba a volver -comentó LAli comenzando a subir la enorme escalera.

-¿A dónde vas?

- Voy a hacer la maleta, así aprovecho que estoy aquí.

-Lali... -comenzó Pablo a decir con voz cansada- ... sé que me he comportado como un completo idiota...

-Pablo, no quiero oírlo -anunció Lali subiendo las escaleras deprisa-, no ha sido culpa de nadie. Nos casamos simplemente porque estaba embarazada, y fue una estupidez... ¿de acuerdo? Pero no es para tanto, ¿si?

-¿Cómo que no es para tanto? -repitió Pablo