viernes, 11 de abril de 2014

Epilogo: "En el lugar equivocado"



EPILOGO
Lali dejó a su hijo Simon en la cuna. Tenía cuatro meses, y era adorable. Con el pelo castaño  y los ojos claros, la combinación resultaba espectacular. Y dormido parecía un ángel.
Las últimas veinticuatro horas habían estado repletas de acontecimientos. Pablo había celebrado una fiesta en Baires para conmemorar su primer aniversario de boda, y luego habían viajado a la isla y pasado el día con la familia de él. Había transcurrido todo un año. Lali apenas podía creer que llevaran tanto tiempo casados. Y la magia no sólo había perdurado, sino que se había fortalecido.

Lali entró en el dormitorio y se puso un vestido de satén dorado de estilo flamenco, una prenda especial para la ocasión. Y después se dirigió a la casita de la playa tras encargarle a una sirvienta que le diera un mensaje a Pablo. Llevaba en las manos una revista en la que había un artículo sobre la espléndida boda de Eugenia. Apenas había tenido tiempo de leerlo.

El novio era un aristócrata de sangre azul, y el aspecto de Eugenia era triunfante. Sin embargo se rumoreaba que la ausencia de la familia del novio en la ceremonia era indicio de que no aprobaban
la unión. Según parecía Eugenia no era lo suficientemente buena. Su árbol genealógico no iba lo suficientemente atrás. Pero en opinión de Lali aquel matrimonio marcharía bien. El marido
de Euge  era tan frío como ella.

Lali dejó la revista a un lado, encendió las velas y apagó la luz. Y se puso a bailar. Aquél era su regalo especial de aniversario para Pablo. Le encantaba sorprenderlo. Y cuando vio por el rabillo del ojo
que entraba hizo un enorme esfuerzo para no mirarlo. La música llegó a un momento de salvaje crescendo y después finalizó. 

Entonces Lali miró a Pablo y ardió ante la intensidad de su mirada.

-¡Es tan fácil impresionarte! -comentó en broma. Pablo la estrechó en sus brazos como un hombre de las cavernas. Lali se estremeció de excitación. Por sus venas corría el fuego del deseo sensual.

-Así que volvemos al principio...

-Pero ahora tenemos a Simon -asintió Lali.

-No he olvidado a nuestro hijo ni por un instante... ni a la maravillosa y sexy mujer que me lo ha dado -contestó Pablo con impresionante intensidad -. Creo que te amo aún más que antes.

-¡Me haces tan feliz! -contestó ella abrazándolo.

-Ésa es la razón de que haya venido -continuó Pablo mientras trataba de besarla y de llevarla a la cama al mismo tiempo, cosa que al fin logró-. Y también para darte esto... antes de que te atrevas a sugerir que he venido sólo porque no podía soportar más no acostarme con vos.

Lali contempló el exquisito anillo de diamantes que él deslizó en su dedo.

-Oh, Pabli, es... precioso.

-He mandado que le graben la fecha del día en que nos conocimos.

-¡Te estás volviendo tan romántico! - suspiró Lali.

-Sí, puede que vos te hayas encargado de las velas, pero yo me he ocupado del champán y de poner una rosa en la almohada.

-¿Queres decir que no te he sorprendido?

Pablo asintió con un gesto. LAli curvó la boca en una sonrisa y lo empujó sobre la almohada.

-Me encanta tu falta de tacto.

-No te comprendo -contestó Pablo observándola con ojos llenos de admiración.

Lali se tumbó sinuosamente junto a él. La ansiosa mirada de Pablo cuando temía haberla herido la volvía loca de pasión.

-Las mentes grandes piensan de un modo parecido -susurró ella.

-Sos asombrosa... -continuó Pablo estrechándolacon tal fuerza que apenas podía respirar.

Respirar, sin embargo, no era en aquel momento algo importante. Mucho más urgente resultaba compartir su amor de un modo íntimo. Lali hubiera deseado decirle que él también era asombroso, pero la electrificante combinación de pasión y felicidad desatadas lo hacía imposible en ese momento. Lo haría a la mañana siguiente.


domingo, 6 de abril de 2014

Capítulo Final : "En e lugar equivocado"



CAPITULO 53:

-Lali... -la llamó Pablo dando un salto y arrastrándola con él. Su mirada, fija, mostraba un intenso placer y alivio ante aquella sencilla confesión -.LAli, cariño, deliciosa Lali... -respiró entrecortadamente-. Eugenia no me prestaría ni un minuto de su tiempo si yo no tuviera dinero. Está obsesionada con casarse con un hombre rico, no puede creer que no me guste ni que no quiera hablarle de amor... Incluso me dijo que si quería podía conservarte a ti como...

-Como amante...

-Pero yo le dije que te amaba demasiado como para hacerte eso -continuó Pablo apartándole el pelo de la frente con dedos cariñosos y ojos tan tiernos que Lali tuvo finalmente que creer en sus
palabras-. Cuando la vi hace dos semanas, sin embargo, fue sincera. Me dijo que si le hubiera surgido algún partido mejor se habría casado hacía años.

-Me alegro de que estuviera enfadada en lugar de herida - admitió Lali.

-¿A pesar de todo el daño que te ha hecho? - preguntó Pablo sin disimular su incredulidad.

Lali le soltó las manos con cuidado y contestó:

-Puedo ser generosa cuando gano.

Pablo la estrechó entre sus brazos con fuerza y posó los labios sobre los de ella con pasión. Luego, al enterrar el rostro en el cabello de Lali, ella tembló y se sintió débil.

-Nunca soñé que significaría tanto para mí el que una mujer me confesara su amor -admitió Pablo.

-Y pensar que vos podrías habérmelo dicho a mí en lugar de ir a contárselo a Eugenia... -comentó Lali sin poder resistirse-. Si me hubieras dicho que me amabas nunca te habría abandonado.

-Pero no vas a volver a abandonarme nunca más - exigió Pablo con entusiasmo.

-No me atrevería ni a soñarlo... -bromeó ella regocijándose en aquella nueva intimidad de mutua confianza que le permitía hacer y decir lo que quería -.No si vas a emborracharte y a autocompadecerte...

Pablo la llevó a la cama y la miró con intensos ojos

-Sos una picarona...

-Te conozco bien... así que será mejor que te andes con cuidado...

-Te adoro -declaró Pablo con voz ronca-. Pero no vas a decirme lo que tengo que hacer.

Lali deslizó los dedos por la  cabellera y susurró:

-Bésame...

Y Pablo lo hizo. Después levantó la cabeza con un brillo cómplice en los ojos y mirada intensa y comentó:

-Embarazada, descalza y en el dormitorio, agapi mou.

-Lo has dicho mal, no era así.

-Lo he hecho a propósito -contestó él con una sonrisa.

-Bueno, pues si estamos negociando, ¿qué hay de todo eso de «vos no sos mi dueña, no puedes decirme lo que tengo que hacer, a dónde tengo que ir ni con quién»? -inquirió Lali.

-Sabía que recordarías cada palabra.

-Me reservo ese derecho.

-Podrías haber sido un agente realmente provocador en el departamento de mantenimiento del edificio  -comentó él con
ojos brillantes , llenos de deseo y de satisfacción -. Creo que es mucho más seguro tenerte en mi cama.

-Pues yo debo de confesar que la cueva familiar resulta bastante confortable -suspiró Lali feliz, con una mirada de aprobación a su alrededor.

Y, tras una risa ronca, Pablo la besó y procedió a demostrarle los beneficios de compartir aquella  cueva familiar.

viernes, 4 de abril de 2014

Capítulo 51 y 52 : "En el lugar equivocado"




CAPITULO 51:

Lali no pudo resistirse. Al llegar al descansillo de la escalera volvió la vista hacia él.

-Escucha, lo único que trato de decirte es que no quiero hablar de ello. No hace ninguna falta. 

Pablo apareció en la puerta del vestidor mientras Lali descolgaba frenéticamente su ropa de la percha. Las manos le temblaban. ¿Qué le estaba ocurriendo? Un minuto más y se humillaría y lloraría histérica preguntándole qué tenía aquella helada mujer del Ártico para que la prefiriera antes que a ella.

-Eugenia estaba detrás de aquel artículo de la prensa... -declaró Pablo.

Lali se quedó muy quieta y luego, de pronto, se dio la vuelta con los 
ojos muy abiertos. Pablo le devolvió la mirada con ojos atormentados, con los puños. cerrados.

-Entonces supongo que habrá caído de ese pedestal donde la tenías... -comentó Lali sintiendo que si dejaba de hablar se derrumbaría y hundiría en sollozos.

Por fin veía en los ojos de Pablo aquello que más temía ver: el horror ante el descubrimiento de la verdadera naturaleza de Eugenia.

- Yo no la tenía en un...

-Lo siento, Pablo, pero cualquier mujer la habría calado a un kilómetro de distancia. Pero claro... - Lali cambió de tema enseguida, incapaz de hablar de algo tan doloroso-. ¿No es reconfortante saber que estaba completamente decidida a conquistarte?

-Sólo por... sólo por quién soy y lo que tengo.

-Sí, bueno -sonrió Lali-. Sé sincero. Vos valoras las mismas cosas que ella. Toda esa educación similar, el estatus, las convicciones, el dinero.

-No espero que me perdones por haberme negado a creerte -aseguró Pablo cerrando los ojos con la cabeza bien alta.

-Bien, porque no iba a hacerlo -continuó Lali buscando por el enorme vestidor-. Así que pensabas que ella estaba muy por encima de todo eso, y ahora que conoces la verdad te sientes
bastante mal. Y, por cierto, ¿cómo has sabido la verdad? -preguntó de pronto curiosa.

-Un periodista cantó. Eugenia había estado investigándote.

-Eso podría habértelo dicho yo.

-Concertó una cita con un periodista y le entregó el informe completo. Se lo dio bajo la condición de que el artículo debía humillarte. Incluso fue tan arrogante que ni siquiera se molestó en tratar de borrar su rastro.

-Quizá pensara que era demasiado arriesgado confiarle el trabajo a otro -sugirió Lali con las mejillas llenas de lágrimas, sin dejar de descolgar ropa del perchero.

-¿Viste la entrevista que hice sobre vos?

-No... -respondió Lali sorprendida.

-Esperaba que eso te hiciera volver a casa. Sabía que le habías prometido a Rochi encontrarte con ella, pero me advirtió de que le costó bastante que accedieras -confesó Pablo tenso-. Y eso de que sólo quisieras fijar tu cita con ella con una semana de antelación sinceramente, tenía pocas esperanzas de que aparecieras hoy por el parque.

-Yo no le haría nunca eso a Rochi, es una buena persona.

-Al principio, cuando hablé con Eugenia la primera vez, ella no dejó de mentir. Luego mencioné el comentario que Rochi le había oído hacer el día de nuestra boda y...

-¿No es maravilloso comprobar que crees a todo el mundo menos a mí? Crees al periodista, a Rochi... - lo condenó Lali con amargura.

-Honestamente, no podía creer que Eugenia fuera capaz de ese comportamiento -respondió Pablo apretando los dientes-. Es decir... hasta hace dos semanas, cuando fui a verla y finalmente ella perdió los nervios al comprender que había perdido.

-Ella nunca perdió, Pablo, ha salido victoriosa todo el tiempo -lo contradijo Lali con sencillez mientras las lágrimas corrían por sus mejillas-. Vos y yo no teníamos mucho en común para empezar...
pero cuando ella terminó su trabajo ya no teníamos nada. Sin embargo no debes engañarte a ti mismo creyendo que la culpa es de ella.

-Sé de quién es la culpa. Sé que te defraudé y que te hice infeliz. Me odias, ¿verdad?

-A veces... como por ejemplo ahora mismo, ¡sí! - soltó Lali de pronto dando la vuelta por donde estaba él-. Aquel día me asustó de verdad. ¡Hizo todo cuanto estuvo en su mano para persuadirme de que abortara! Insultó a mi madre, me insultó a mí de todos los modos en que se le ocurrió, ¡Y vos ni siquiera me escuchaste!

-LAli... yo -comenzó a decir Pablo dando un paso adelante.

-¡Cállate! -lo interrumpió Lali furiosa -. ¡Fui una estúpida casándome con vos! Ese día estaba tan enfadada que...

-Tenías todo el derecho del mundo a estarlo. Lo único que sé es que nunca he estado tan cerca de la violencia como el día en que me enfrenté a Eugenia -declaró Pablo con crudeza-. ¡La forma en que habló de vos era casi como para pegarle!

-¿En serio? -preguntó Lali, contenta por fin de poder gobernar sus emociones para escuchar gozosa aquel detalle-. Entonces, ¿significa eso que no va a haber una reconciliación? -Pablo la miró
perplejo-. Quiero decir, ¿Ya no vas a casarte con ella después del divorcio?

-¿Vos estás loca? ¿Casarme con ella? -exclamó Pablo incrédulo-. ¡Pero si es una lagarta!

-Bueno, te ha costado toda una vida darte cuenta, pero al fin lo has comprendido. Enhorabuena. ¿Podrías darme una maleta?

-¿Una maleta?

Lali se sentía poseída por una necesidad imperiosa de mantenerse ocupada. Pablo estaba minando su resistencia, y ella estaba decidida a que eso no ocurriera. Lali dio un paso adelante y estuvo a punto de caer ante una montaña de ropa tirada en el suelo. Miró para abajo y vio que era de Pablo. La sorteó y pasó al Iado de él. Pero entonces Pablo la agarró de la mano.

-¡Tenes que escucharme!



CAPITULO 52

-¿Me escuchaste a mí? ¡No, cuando trataba de explicarte lo que ocurría vos siempre decías o que estaba celosa o que estaba irritada a causa del embarazo! ¿Pues quieres que te diga algo, Pablo? Ahora no me ocurre nada de eso, ahora lo que me
ocurre es que estoy al límite de mi paciencia. ¡Soltame!

Pablo la soltó. La ira coloreaba sus duras y masculinas mejillas, pero era el dolor escondido en sus ojos  lo que emocionó a Lali y la
dejó atónita.

-Siento todo esto mucho más de lo que jamás imaginarás -respiró él.

Pálida y temblorosa, Lali comenzó a buscar una maleta. Era una locura, era absolutamente irracional seguir haciendo la maleta en medio de aquel torbellino sentimental, pero no podía soportar ver a Pablo herido. Y todo por culpa de aquella lagarta, que le había sorbido el seso. Lali se estremeció. Por fin encontró las maletas.

-Deja que te la baje yo -se ofreció Pablo quitándosela de las manos.

-¿Sabes?...aún no sos consciente, pero antes o después te darás cuenta de la suerte que has tenido librándote de mí -musitó ella en voz baja, apresurándose a volver al dormitorio que nunca compartirían.

-Lali... por favor, séntate para que podamos hablar -insistió Pablo con una humildad casi patética-. Necesito contarte cosas sobre Eugenia.

Lali se sintió tan perpleja ante aquel ruego que se derrumbó al borde de la cama. Quizá Pablo necesitaba un hombro en el que llorar, ¿pero por qué tenía que ser el de ella? Entonces lo comprendió. Pablo quería hacerle una confesión completa. Su conciencia no se conformaba con menos. Estaba a punto de escuchar una confesión que la deprimirían durante los próximos treinta años. Pablo la observó en silencio y dejó la maleta.
Luego se aclaró la garganta.

-Yo...

-¿No podrías tratar de abreviar? -rogó Lali. Pablo se puso aún más tenso. Su aspecto era tan lamentable que Lali se compadeció. Tenía que enfrentarse, por fin, a aquella declaración. Pablo había amado a Eugenia. Quizá en ese momento sintiera repulsión hacia ella, pero la había amado.

-Mi padre me dijo por primera vez que Eugenia sería una maravillosa esposa para mí cuando yo tenía cinco años.

-¿Cinco años? ¿Y cuántos tenía ella?

-Ocho.

- ¡Cinco años! ¡Dios de mi vida, eso es lavar el cerebro! -exclamó LAli.

-Mis abuelos murieron en un accidente automovilístico cuando mi padre era aún joven. Él se crió con la familia de su padre. Y tienes que comprender que a él le enseñaron a sentirse avergonzado de la familia de su madre, que era más humilde.

-¿Queres decir que lo criaron para que fuera un completo snob? - Pablo asintió-. Y él quería asegurarse de que vos no fallaras en ese sentido, ¿no es eso? -Pablo volvió a asentir-. Así que desde pequeño te adoctrinaron en la creencia de que Eugenia sería tu futura mujer.

-Sí, en un futuro que yo no dejaba de posponer - respiró Pablo hondo-. No podía ni siquiera confesarrne a mí mismo que no me gustaba Eugenia...

-¿Que no te gustaba Eugenia? -lo interrumpió Lalia atónita.

-¿Es que a vos te resultó agradable cuando la conociste en Chindos?

-No, pero...

-Nunca supe entender su comportamiento -continuó Pablo endureciendo su expresión-. Todos se pasaban el día halagando su comportamiento ante de mí, y es cierto que tiene muchas virtudes. Forjaron mi mente de modo que siempre creí que tenía que casarme con ella.

-Así que decidiste casarte con ella y tener una amante que te resarciera.

Pablo comprendió que aquello era una rabieta de Lali y la miró con una expresión de reproche.

-Ese tipo de matrimonios no es tan raro en el mundo en el que yo vivo. Nunca supe qué me iba a perder hasta el día en que te conocí.

-Eso no puedo creerlo -suspiró Lali

-Bueno.. es cierto que hubo unas cuantas mujeres en mi pasado -admitió Pablo-, pero ninguna me llegó tan hondo como vos. Vos y yo tuvimos aquella primera noche mágica y luego yo lo eché todo a perder. Pero no podía permanecer lejos de vos...

-Así que te casaste conmigo y volviste a echarlo todo a perder -terminó Lali por él.

Pablo se acercó a Lali y levantó los ojos para observarIa. Luego alzó las manos tratando de tomar las de Lali, pero ella las retiró. Pablo torció la boca.

-La noche en que me dijiste que estabas embarazada comprendí que estaba enamorado de vos... completamente loco por vos.

-Serías capaz de decirme cualquier cosa con tal de no perder a tu hijo, ¿ verdad? -musitó ella medio sollozando.

Los brillantes ojos de Pablo temblaron. Tomó las manos de Lali y las agarró con fuerza.

-Mi peor error fue no decirte cómo me sentía aquella noche en mi departamento. En aquel momento comprendí que nunca me casaría con Eugenia, pero fue entonces cuando comencé a sentirme terriblemente culpable. Además, justamente me llamó ella después de que vos y yo hiciéramos el amor, y eso me hizo sentirme aún
peor.

Lali vio un atisbo de esperanza. No podía dejar de mirar la expresión del rostro de Pablo, atenta a cada una de sus palabras. Y recordaba su forma de reaccionar tras la conversación telefónica, en la cama.

-Debiste de contármelo todo entonces.

-No quería que te enfadaras -explicó Pablo soltando el aire contenido-. Ni me parecía bien, a esas alturas de nuestra relación, hablarte de ella. Primero tenía que verla a ella y decirle que me
había enamorado.

-¿Y fue eso lo que le dijiste?

-¿Qué otra cosa hubiera podido decirle? -preguntó Pablo a su vez con ojos inquisitivos-. Sabía que la noticia no la impresionaría, pero era la verdad. Cuando saliste de la consulta de Gaston y me dijiste que estabas embarazada me sentí muy feliz, pero me temo que mi sentimiento de culpa hacia Eugenia era tan fuerte que arruiné lo que hubiera debido de ser una ocasión muy especial

-Comprendo cómo has debido de sentirte.

-No, no lo comprendes. Estaba enfurecido conmigo mismo por haberle dejado pensar a Eugenia que nos casaríamos durante tanto tiempo, sentía que la defraudaba -confesó Pablo-. Pero eso
no fue nada comparado con lo que sentí cuando fui a verla a París.

-¿Qué te dijo? -preguntó Lali agarrando con fuerza las manos de Pablo.

-Jugó conmigo -contestó él enervándose con el recuerdo-. Me dijo que era el hazmerreír de todo el mundo, que ningún hombre querría casarse jamás con ella. Pero no dejó de repetir que por supuesto me comprendía y me perdonaba... ¡Estuve horas con ella! Me sentí como un bastardo, estaba convencido de que había arruinado su vida.

-Es una terrible actriz... o quizá... quizá realmente te quisiera, Pablo.

-¡Debes de estar de broma!

-Yo te quiero... ¿por qué no iba a quererte ella? Te conoce desde mucho antes que yo...

miércoles, 2 de abril de 2014

CApítulo 49 y 50 : "En el lugar equivocado"




CAPITULO 49:

Dias despues...

El rostro ansioso de Rocio Igarzabal se iluminó en el instante en que vio a Lali acercarse por el parque.

-¡Gracias a Dios que has venido! -exclamó levantándose del banco.

-No quería mezclarte en esto, Rochi, en serio. Sólo te llamé porque necesitaba que le dieras un mensaje a Pablo, pero ahora veo que ha sido un error...

-¡No, de ningún modo ha sido un error!

-Sí, lo es -suspiró Lali-. No quería escribirle una carta, no sabía qué decirle... y tampoco quería hablar personalmente con él pero... nunca hubiera debido de involucrarte en esto.

-¡Lali, Pablo está destrozado!

-¿Le diste mi mensaje?

-¿Acaso crees que diciéndole que estás bien y que quieres el divorcio va a sentirse mejor? -preguntó Rocio extrañada.

-Es lo mejor. ¿Te acordaste de decirle que le dejaré ver al bebé siempre que quiera?

-Sí, pero no le sirvió de consuelo como vos pensabas - respondió Rochi -. Al fin y al cabo el bebé no nacerá hasta dentro de seis meses...

-Bueno, eso no puedo evitarlo. ¿Está aún en París?

-No, según Gaston se pasó la semana buscándote. Y después se agarró la peor borrachera de su vida. Gas lo trajo a casa a dormir la resaca en la habitación de invitados...

-¿La peor qué? Cuéntamelo otra vez.

-Muy bien. Por orden cronológico: Pablo se levanta y se encuentra con tu nota, ¿no es así?

-No lo sé, para entonces yo ya me había ido. Supongo que se marchó a París.

Aquella misma noche Lali había metido unas cuantas cosas en la maleta y había salido del departamento decidida a evitar cualquier nueva disputa con Pablo. Sentía que habían discutido demasiado, que sólo le quedaba su orgullo. Y sólo podría conservar ese orgullo manteniéndose a distancia de Pablo, al menos hasta que pudiera controlar sus reacciones.

-Bueno, pues si me permites decirlo la mayor parte de los maridos no discuten y luego simplementesiguen adelante como si fuera un día normal y corriente -explicó Rochi-. Incluso los más testarudos como Pablo tienen sus sentimientos.

-Escucha, vos estás de su parte porque no comprendes nada y lo conoces a él mejor que a mí, pero...

-¡Qué va! La verdad es que me ha sorprendido mucho cómo se lo ha tomado. Nunca pensé que Pablo dormiría una borrachera en mi casa.

-Así que se pasó la primera semana buscándome... -dijo Lali expectante, incitando a Rochi a contarle más.

-¿Cómo crees que nos enteramos nosotros de que habías desaparecido? Pablo llamó a Gaston. Y estaba realmente de mal humor. Tuviste suerte de no estar delante.

-Nunca le he visto beber... -confesó Lali.

-A la segunda semana, sencillamente, se derrumbó. Se sentó y se puso a beber y a beber hasta el estupor. Gas estaba terriblemente preocupado por él. Pablo nunca hace ese tipo de cosas. Lo tienes bien agarrado, Lali y creo que si de verdad has decidido abandonarlo deberías de haberlo hecho de un modo más considerado.

-¡Pero si le dije que me marchaba! -se defendió Lali levantando el mentón.

-¡Pero él no creyó que lo decías en serio!

-Para mí era evidente que nuestro matrimonio no funcionaba.

-Pues el día de su boda yo pensé que estabas loca por él, y cuando comimos juntos a la semana de volver de Chindos me lo pareció aún más. Te pasabas el tiempo hablando de él.

-Y estoy loca por él -musitó Lali.

-Pero entonces, ¿porqué diablos le estás haciendo esto? -preguntó Rochi paralizada.

-Espero que se lo hayas contado absolutamente todo, Rochi -intervino entonces Pablo-. La búsqueda interminable, la desesperación, las borracheras y los ataques de autocompasión...

Ambas mujeres se dieron la vuelta. Rochi ruborizada, Lali pálida. Pero Pablo sólo tenía ojos para su mujer. Rochi, con un gesto de culpabilidad, dio un paso atrás.



CAPITULO 50

-Esta vez sí que la he hecho buena, ¿verdad? - inquirió Pablo.

-Pablo... ¿me permites que te diga que no es ésa la actitud que deberías de tomar? -sugirió Rochi.

-No... vos no sabes qué ha pasado, ni nunca lo sabrás -le informó Pablo-. Es una suerte que hable en griego cuando bebo. Lo que ha ocurrido aquí es y continuará siendo un misterio para vos, Rochi.

-Eugenia... -murmuró entonces la rubia con aires de superioridad antes de marcharse.

Pablo se quedó perplejo, perdió el color.

-Teniendo en cuenta que te has valido de Rochi para llegar hasta mí no has sido muy amable con ella - observó Lali-. Nunca habría accedido a verla si hubiera sabido que ibas a aparecer.

-Bueno, es que Rochi me torturó con sus preguntas en el peor momento -contestó Pablo tenso, tratando de calmarse. Lali lo miró con los ojos llenos de dolor-. No me mires así, me lo pones todo mucho más difícil -gruñó Pablo.

Lali miró a otro lado instantáneamente. Sí, por supuesto que Pablo veía en sus ojos cómo se sentía. Siempre había sido capaz de ver en su interior. Perpleja ante la idea de que su amor le resultara
tan evidente, Lali no puso pegas cuando él alargó un brazo y la condujo hasta la limusina. Pablo recogió el ticket del aparcamiento y traspasó las puertas. Era evidente que se sentía culpable. Sabía
cuánto daño le había hecho. ¿Y qué iba a lograr tratando de evitar un encuentro que él estaba decidido a celebrar?

Lali lo miró de reojo, en silencio, mientras el opulento vehículo transitaba entre el tráfico. En dos semanas y media él había perdido bastante peso, observó. De pronto le pareció como si un
abismo inconmensurable los separara. Nunca hubiera creído posible que Pablo tuviera un aspecto tan sombrío. Aquél era el fin de su matrimonio.

-Está bien... -dijo ella.

-No, no está bien -la contradijo Pablo-. ¿Dónde has estado viviendo?

-En una casa de las afueras, no tenía muchas ganas de buscar -admitió Pablo.

-¿Y no se te ocurrió que yo me volvería loco buscándote? -exigió saber Pablo, de pronto de mal humor.

-¿Y por qué iba a pensarlo? -suspiró Lali-. He cuidado de mí misma durante mucho tiempo, yo no soy una de esas chicas inútiles e impotentes.

El silencio se hizo más denso.

-No -concedió Pablo-, pero podes hacerme sentirme impotente a mi.

-¿Cómo? ¿Quieres decir impotente al buscarme y no encontrarme? No había ninguna necesidad. No pretendía desaparecer para siempre ni ninguna estupidez de ésas. Te lo dije bien claro en la nota...

-Eh... si: «Pablo, lo siento, pero he tenido que vaciar tu cartera... -recitó él de memoria-. Casarme con vos ha sido un error. Estaremos en contacto. No me busques... Bueno, supongo que no ibas a hacerlo, ¿ verdad?»

-No sé por qué tenes que recitar toda la nota que te escribí -protestó Lali sintiéndose como una estúpida-. Estaba enfadada, y no disponía de mucho tiempo. ¡Tenes suerte de que te dejara una nota!

-Supongo que en eso tenes razón -susurró al fin Pablo
.
Lali lo miró molesta, notando su tensión.

-Te aseguro que no pensé que te darías cuenta hasta mucho más tarde...

-Más tarde. Tardaste once días en llamar a Rochi - le recordó Pablo.

-Tenía cosas que hacer.

Como por ejemplo tratar de vivir sin él, tratar de descubrir cómo seguir existiendo con aquel dolor agónico que se intensificaba con cada hora que pasaba, tratar de olvidar todos los buenos recuerdos, el sexo. Para Lali hacer el amor con Pablo había sido alucinante, perfecto. ¿Pero cómo podía saber qué había sido para él? Pablo se había mostrado entusiasta, pero quizá fuera sexualmente insaciable.

-Y bien, ¿qué has estado haciendo?

-He estado haciendo planes -mintió Lali, que no había hecho sino vagar de un lado a otro. Lali salió de la limusina y se dio cuenta entonces de que no habían llegado al apartamento de Pablo, sino
a la preciosa mansión  que habían estado visitando justo el mismo día en que lo abandonó-. ¿Qué diablos estamos haciendo aquí?

-La compré -explicó Dio.

-Sí, dijiste que sería una buena inversión -recordó Lali abriendo la puerta.

-Era una broma.

¿Sería eso cierto?, se preguntó Lali, que había pasado dos semanas recordando cada una de las frases de Pablo y tratando de fortalecerse. Había sido una pérdida de tiempo. Un simple vistazo a aquel cuerpo y estaba hipnotizada. A pesar de aquel nuevo aspecto se sentía tan atraída hacia él como la misma primera noche de Chindos.

-¿Y qué has hecho con el resto de mis cosas? - preguntó Lali tratando de llenar el silencio.

-Están aquí.

-¿Dónde?

-En el dormitorio principal.

-Ah, bien. Así que no les has dicho a los sirvientes que no iba a volver -comentó LAli comenzando a subir la enorme escalera.

-¿A dónde vas?

- Voy a hacer la maleta, así aprovecho que estoy aquí.

-Lali... -comenzó Pablo a decir con voz cansada- ... sé que me he comportado como un completo idiota...

-Pablo, no quiero oírlo -anunció Lali subiendo las escaleras deprisa-, no ha sido culpa de nadie. Nos casamos simplemente porque estaba embarazada, y fue una estupidez... ¿de acuerdo? Pero no es para tanto, ¿si?

-¿Cómo que no es para tanto? -repitió Pablo

lunes, 31 de marzo de 2014

Capítulo 47 y 48: "En el lugar equivocado"




CAPITULO 47:

-Por supuesto que confío en vos... con una sola excepción -añadió Pablo sin vacilar-. Y no creo que haga falta que volvamos a discutir sobre esa excepción nunca mas.

Lali respiró hondo. Lo único que tenía realmente era una derrota frente a Eugenia. Sin embargo no podía insistir en sus acusaciones, no quería destruir su matrimonio antes incluso de que hubiera empezado. Eugenia ya se estaba ocupando de ello, y con éxito. ¿Cómo iba a enfrentarse a ella sin pruebas? ¿Acaso debía humillarse y pedirle a Rocio que repitiera ante Pablo lo que había oído? Lo cierto era que ningún comentario probaría nunca todas sus
acusaciones contra Eugenia.

-Y en cuanto a los diarios mis abogados me han dicho que puedo demandarlos, y eso es exactamente lo que voy a hacer -continuó Pablo.

-¿Para qué molestarte? -preguntó Lali temblorosa, involuntariamente.

-Si alguien te ataca a vos es como si me atacara a mí. Tu reputación está en entredicho, te defenderé.

-Pues no te sientas obligado a hacerlo por mí - musitó Lali-. Ya sabes lo que dicen, a palabras necias..
.
-Tendrán que retractarse en privado de todo, y publicarlo después -continuó Pablo mirando de pronto el delicado perfil de Lali-. Y tendrán que revelarme además su fuente de información.

Lali levantó la cabeza esperanzada, pero luego volvió a bajar la mirada.

-Los periodistas jamás revelan sus fuentes -comentó.

-Te sorprendería saber lo que son capaces de hacer a puerta cerrada cuando se ejerce sobre ellos la suficiente presión -aseguró Pablo-. ¿Cómo te encuentras?

-Creo que... me gustaría estar sola -confesó Lali. Pablo se puso tenso-. Lo siento, es lo único que quiero - añadió Lali apartándose lentamente y poniéndose en pie- .Iré a dar un paseo.

-Iré con vos.

-No.

Lali  pudo observar la frustración de Pablo. Lo amaba, y mucho. De no ser así no hubiera sentido aquel dolor. Sin embargo necesitaba
tiempo para calmarse y asimilar lo ocurrido. Lali tomó el sendero que llevaba a la casita de invitados. En cuanto llegó a la playa de arena se quitó los zapatos y caminó hasta la orilla. El sol brillaba produciendo fuertes reflejos sobre el agua. Hacía más calor que en su última visita, pero eso le encantaba. Aquel sol parecía capaz de acabar con sus estremecimientos.
Aquél era el primer día de su luna de miel, y sin embargo Eugenia había conseguido separarlos prácticamente. Pablo estaba ofendido, y ella se había convertido en su talón de Aquiles. Él era un hombre orgulloso, y Lali no tenía deseos de que dejara de serIo. No obstante habían tenido otra discusión que no los llevaría a ninguna parte. ¿Cuántas más podría soportar su matrimonio antes de que Pablo decidiera que no tenían futuro?
Lali había llegado lejos cuando vio a Pablo acercarse por la playa con una cesta de picnic.

-Te pedí que me dejaras sola -le recordó Lali con suavidad.

-Llevas ya tres horas sola, pethi mou. Ahora tenes que comer -contestó él sosteniendo su mirada.

-¿Y eso lo sabes porque lo has leído en el libro que te dio Gaston?

-Quería estar con vos , ¿acaso es un crimen?

-No, yo también quería estar con vos -concedió Lali.

-Pero no lo suficiente como para volver a la villa.

-Tengo que admitir que, a veces, me gusta que me persigas -admitió Lali, suspirando.

-Nunca había conocido a ninguna mujer que estuviera dispuesta a confesar algo así -comentó Pablo extrañado,riendo.

-No seas tonto, Pablo. Yo puedo admitirlo porque estamos casados.

La sonrisa de Pablo emocionó a Lali, que finalmente tomó una decisión. Quizá su marido fuera incapaz de reconocer la malicia de Eugenia, pero los hombres en general tardaban en notar las artimañas femeninas, y aquella contrincante era muy inteligente. Y lo más importante de todo, Pablo parecía feliz casado con ella. No parecía un hombre triste o desesperanzado por haber tenido que renunciar a la mujer a la que amaba. ¿O acaso era mucho más práctico de lo que pensaba?

-¿En qué estás pensando? -preguntó Pablo.

-En vos

-Pues tu expresión no era muy amable...

-Sólo pensaba en que me gustaría que nuestro matrimonio durara para siempre.

Toda la tensión entre ambos desapareció. Pablo podía regocijarse de comprobar que su mujer lo tenía siempre en el pensamiento, y en efecto aquello pareció agradarle. Lali observó la sonrisa que curvaba sus labios. Sólo entonces se dio cuenta de que él era el centro de su vida. Aunque quizá no fuera una buena idea hacérselo saber.

-Hoy en día hay que trabajar duro para mantener un matrimonio a flote -añadió ella.

-Pero nosotros no tenemos ningún problema - afirmó Pablo.

Lali echó un vistazo a la cesta del picnic y reprimió una sonrisa. Pablo se había apresurado mucho a negar que tuvieran algún problema. Pero después de que él descargara su ira culpándola por
el artículo del diario, ¿qué otro daño podía causarles Eugenia?

-Mi reacción ante ese artículo ha sido exagerada - se disculpó Pablo.

-¿En serio?

-También hay escándalos entre mis antepasados - aseguró Pablo.

-Basta ya, no trates de hacerme sentirme mejor.

-Mi abuelo fue desheredado temporalmente por casarse con mi abuela.

-¿La hermana de Polly y de Lefki? -preguntó Lali sorprendida-. ¡Por el amor de Dios! ¿Y por qué?

-Era una chica de la isla. Su padre era... -Pablo vaciló-. Bueno, cuidaba cabras.

-¿Que cuidaba cabras? -repitió LAli, incrédula.

-Pero no vayas por ahí contándolo... -advirtió Pablo
.
LAli fue incapaz de decir nada durante unos segundos. Recordaba haber comparado a Pablo con un pastor de cabras. De pronto se echó a reír a carcajadas y se dejó caer sobre la arena
.
-Lo siento, Pablo, es que es... tan divertido.

-Sabía que podía confiar en vos -aseguró Pabloio inclinándose sobre ella y contemplando su sonrisa y sus ojos brillantes.

LAli se estremeció. Sus dedos siguieron la línea que dibujaba la masculina mandíbula.

-¿Tenes mucha hambre? -preguntó ella en un susurro.

Pablo gimió produciendo un sonido ronco y masculino y se tumbó sobre ella. Su boca se posó sobre la de Lali invadiéndola sensualmente y contestando a la pregunta.



CAPITULO 48:

Dias despues..

Lali había visto la sauna y el gimnasio de la planta baja de la enorme mansión, y se disponía a inspeccionar la piscina cubierta.

-Creo que esta casa te gusta -murmuró Pablo.

-Sí, me gusta más al natural que en el vídeo que nos mandó el agente -aseguró Lali.

-Entonces lo único que tenemos que hacer es mudarnos.

-¿A vos también te gusta? - preguntó ella girándose hacia él.

-Tiene de todo, así que la compramos.

-¡Será una casa maravillosa para nuestra familia! - exclamó Lali arrojándose a sus brazos-. No irás a comprarla sólo por mí, ¿verdad?

-¿Me crees capaz de una cosa así?

-Sí -suspiró Lali-. Pero es aquí donde vamos a vivir, y por eso es importante que te guste tanto como a mí. Así que decime, ¿qué te parece?

-Será una buena inversión -contestó Pablo encogiéndose de hombros. Lali gruñó-. Y la localización es excelente...

-¡PAblo!

Pablo la estrechó entre sus brazos dejando que la expresión seria de su rostro se desvaneciera.

-Saltas por cualquier cosa, señora Martinez. Me encanta la casa, ¿de acuerdo?

-Siento haberte arrastrado a ver todas las demás, temía que hubiera alguna que valiera la pena. En realidad en cuanto vi ésta en el vídeo supe que era exactamente lo que quería, por eso la dejé para
el final.

Lali subió a la limusina en estado de éxtasis. Llevaban casados un mes. Habían pasado tres gloriosas semanas en Chindos, y Lali se sentía tan feliz que creía vivir en el paraíso. Al principio había temido que la vuelta a Buenos Aires acabara con la magia de su matrimonio, pero nada había cambiado a pesar de estar Pablo tan ocupado.
Aquella noche, en el departamento del ático, Pablo salió del baño con el cabello mojado y una toalla enrollada en las caderas.

-Lali... tengo que decirte algo.

Lali se sentó en la cama y sonrió.

-¿Ocurre algo?

-No, no ocurre nada malo -aseguró Pablo-. Mañana por la mañana volaré a París a ver a Eugenia -Lali parpadeó-. Naturalmente, espero que eso no sea un problema entre nosotros dos. Yo soy quien le lleva todos sus intereses financieros desde que su padre murió.

Lali se quedó helada ante aquella nueva revelación.

-¿Y por qué no me lo habías dicho antes?

-Para ser sinceros no creo que eso tenga relación con vos, es una responsabilidad que acepté mucho antes de conocerte - Lali se puso pálida. Aquello no era sinceridad, era sencillamente brutalidad.
Pablo, impaciente, dejó escapar el aire contenido-. Quiero que seas sensata, yo veo a Eugenia con regularidad...

-¿Sensata?

Su marido se veía regularmente con su peor enemigo. Y ella tenía que mostrarse sensata. Pablo se acercó a la cama y se sentó. Luego la tomó de la mano, pero Lali la apartó.

-¿Es que no puedes comportarte como un adulto? - la censuró él poniéndose en pie - . Comprendo que te sintieras insegura al principio, cuando nos casamos...

-¡Qué sensible!

-Pero ya has tenido tiempo de...

-¿Te parece?

-Lo que a mí me parece es que no tenes alternativa - soltó Pablo de pronto mirándola con ojos helados.

-Siempre hay una alternativa, Pablo.

-En este caso no -la contradijo él-. Seguiré llevandolos asuntos financieros de Eugenia mientras ella lo desee, así que voy a seguir viéndola. Es así, y vos debes aceptarlo.

-Pues es algo que no puedo aceptar -aseguró Lali levantando la cabeza bien alta, con las mejillas coloradas, furiosa de pronto consigo misma -. ¡Qué estúpida he sido! Toda mi vida he vivido sola, y ahora... pero quería que nuestro matrimonio funcionara, que no nos separáramos nunca...

-¿Qué estás tratando de decirme?

-Te niegas a aceptar que Eugenia me amenazó y trató de hacerme chantaje para que abortara, ¿verdad?

-¡Por favor, basta ya, no insistas en esa estupidez!

-No me crees. Muy bien. Perfecto -contestó Lali dando un piña en la almohada y acostándose-. Es bueno saber dónde está tu lealtad, Pablo, saber que te casaste conmigo pensando que era una
mentirosa...

-Pero una mentirosa muy linda... -susurró Pablo con voz suave y amable.

-¡No bromees con las cosas importantes! -lo censuró LAli-. Si te vas a París yo me voy.

-De ningún modo vas a marcharte...

-¡Por supuesto que sí! Confías en ella más de lo que confías en mí, así que ésa es tu elección - respondió Lali con amargura -.¡O te deshaces de ella o yo me voy! ¡No te quiero si no puedes
darme siquiera una centésima de tu lealtad!

-No hay problema -contestó Pablo en voz baja. Lali lo escuchó alejarse de la habitación. Entonces se levantó de la cama, abrió la puerta y gritó:

-¡Lo digo en serio, Pablo!
PAblo se volvió hacia ella y la miró con ojos airados.

-Haz lo que te de la gana, yo me voy mañana a París, y no pienso darme prisa en volver.

-Pablo... no estoy mintiendo. Escúchame...

-¡No, escúchame vos a mí! No sos mi dueña, no puedes decirme lo que tengo que hacer, a dónde tengo que ir ni con quién. ¿Has comprendido bien eso? ¡Cuando hayas logrado controlar ese ataque de celos llámame! Pero no tardes demasiado, al fin
y al cabo Eugenia es mucho más de lo que sos vos - murmuró Pablo despectivo.

Lali sintió que el color y la ira se desvanecían de sus mejillas. Pablo juró en griego y se volvió hacia ella, pero Lali le cerró la puerta en las narices echando el pestillo.

-¡Lali, abrí la puerta!

Las lágrimas resbalaron por las mejillas de Lali, que se hizo un bollito en la cama. «Eugenia es mucho más de lo que sos vos», repitió Lali en silencio.Por fin Pablo había revelado sus sentimientos en un momento de ira, y las comparaciones que seguía estableciendo la herían terriblemente. «Es más importante escoger a una compañera con inteligencia», había dicho él en una ocasión. ¿Y qué había de inteligente en su precipitada boda?, se preguntó Lali sollozando en la cama.

Durante las últimas semanas él había fingido ser feliz, y lo
había hecho a la perfección. Pero en el fondo de su corazón Pablo sabía que ella no era más que la peor alternativa. Y Lali no podía vivir con él así...

sábado, 29 de marzo de 2014

Capítulo 45 y 46: "En el lugar equivocado"



CAPITULO 45:

Pero era demasiado tarde. Lali se había acercado al diario lo suficiente como para reconocer una fotografía de su boda junto a otras más pequeñas, y entre ellas una de su padre, Salvador Rinaldi, saliendo de un Mercedes. Era la primera vez que Lali lo veía en el plazo de cinco años.

-No creo que debas de leer esto, te vas a poner furiosa -dijo Pablo soltando el aire contenido.

Lali se quedó mirando el diario atónita. Había una foto de la humilde calle en la que ella había nacido y se había criado. Y debajo ponía: «Desde la pobreza... hasta más allá de la avaricia. ¿Cómo? ¡Con un bebé de un millón de dólares!»

-¡Oh, no... -exclamó Lali temblando y sintiendo náuseas debido al shock y a la humillación por lo que todo el mundo leería esa mañana.

-No es precisamente el modo en el que me hubiera gustado anunciar la llegada de nuestro primer hijo -comentó Pablo en voz baja y cargada, apenas contenida.

-No...

-Si me hubieras avisado de cuánto escándalo había en tu pasado quizá habría podido protegerte y ocultar al menos una parte.

Lali se estremeció al escuchar cierta censura en el tono de voz de Pablo, pero al leer el artículo no pudo reprochárselo. Resultaba nauseabundo. Habían incluido en él toda la cruda verdad, pero también un montón de mentiras y de exageraciones.

-Para empezar ni siquiera tenía idea de que tu  madre y vos estuvieran casi marginadas en la ciudad en la que vivíais.

-Pablo... era una ciudad muy pequeña, y mi madre era una madre soltera... no era aceptable para la gente - contestó Lali aclarándose la garganta, a punto de llorar-. Y mi abuelo murió debiendo un montón de dinero a los comercios locales. Es imposible que contara con la simpatía de la gente en esas circunstancias. Además, cuando los vecinos veían a mi padre... bueno, todo el mundo  sabía que estaba casado.

-¿Por qué no me dijiste que tu padre rechazó a tu madre y se casó con una secretaria joven al poco de morir su primera esposa? -inquirió Pablo
.
Pablo parecía concentrarse en sus tristes antecedentes más que en las ofensas y crueles comentarios sobre su situación actual. Decían de ella que era una cazafortunas que había conseguido echarle el lazo a un hombre rico y que se había aferrado a él con las dos manos. Aquello la ponía enferma.

-Lali... -insistió Pablo.

-Bueno, para ser sinceros... no es algo que me guste recordar precisamente - tartamudeó Lali herida -. Mi padre ni siquiera se molestó en decirle a mi madre que había otra mujer en su vida, ella se enteró por los diarios. Y se quedó destrozada.

-Sí, pero yo hubiera preferido saber por vos que se quitó la vida.

-¡Eso no es cierto! -gritó Lali volviéndose hacia él temblorosa y enfadada-. Estaba tomando medicamentos para la depresión, vivía en su pequeño mundo interior. Un día salió a la calle y llegó a un cruce casi sin mirar, y fue entonces cuando la atropellaron.

Pablo la observó con ojos ardientes y puños cerrados.

-Vos entonces tenías dieciséis años. ¿Cómo te las arreglaste sola siendo tan pequeña?

-Mi adorado padre mandó a su abogado para que arreglara todo lo del funeral. Él no asistió, por supuesto.

-Y luego, ¿qué? ¿Por qué dejaste el colegio?

-¿Qué otra alternativa tenía? -preguntó a su vez Lali sorprendida.

-Tu padre debería de haberse asegurado al menos de que completaras tu educación...

-¿Y por qué iba a hacerlo después de pasarse dieciséis años demostrándome que yo no significaba nada para él? Tenía miedo de que su mujer descubriera mi existencia y lo echara de casa. Todo el dinero era de ella -explicó Lali.

-¿Entonces qué hiciste cuando murió tu madre?

-Vivíamos en un piso de alquiler, así que lo vendí todo y me marché a Buenos Aires. Estuve en un albergue hasta que encontré un empleo con el señor Barry. Y al año siguiente él me ofreció la casa de encima de la librería. Pablo, ¿por qué estamos hablando de mi infancia? -preguntó Lali observándolo irritada-. Yo nunca te he contado ninguna mentira. Quizá no te contara todos los detalles, pero no te he ofendido.

-En este momento desearía estrangularte -confesó Pablo con ojos brillantes-. Preferiría hablar de otra cosa, quizá así vaya calmándome.

Lali frunció el ceño llena de confusión. ¿Acaso la culpaba a ella por el artículo? ¿Pero cómo podía hacer algo así? Lali finalmente se lo preguntó, segura de haberlo interpretado mal.

-¡Por supuesto que te culpo! -replicó Pablo lleno de ira ante una pregunta que evidentemente consideraba estúpida.

-Pero... ¿por que?

-Te han seguido la pista, Lali. Si ahora mi imagen no es buena es porque vos, con tu falta de discreción, nos has traído toda esta infamia a los dos.

-¿Falta de discreción? -repitió LAli pálida.

-¡Gaston ni siquiera le contó a Rocio que estabas embarazada! Sabe que su mujer es una cotorra. Y ahora yo me entero de que mi mujer no sabe guardar un secreto. ¿A cuánta gente has ido contándole que estás embarazada?

-¡A nadie!

-No puede ser, se lo tienes que haber dicho a alguien, pongo la mano en el fuego por Gaston. La prensa nunca habría podido enterarse de todo esto tan deprisa si no hubiera sido porque ha salido de tu boca.

Lali recordó entonces haberle dicho a Peter que esperaba un niño e, inmediatamente, se ruborizó. Pablo la observaba atento, sin perder detalle. Pero la mente de Lali siguió reflexionando acelerada. Peter conocía su embarazo, pero no sabía nada sobre su infancia. De pronto se quedó inmóvil y lo comprendió todo de súbito. No podía creer que hubiera sido tan estúpida como para no adivinar antes quién estaba detrás de todo.

-¿A quién? LAli, quiero una confesión completa. Sólo entonces me calmaré -añadió Pablo haciendo una promesa poco seguro de cumplirla.

Lali lo observó en silencio. Si decía el nombre de la persona que, de hecho, era ya terreno peligroso dentro de su relación, Pablo estallaría. Sin embargo tenía que defenderse.




CAPITULO 46

-Lali... -insistió Pablo.

-¿Quieres de verdad saber quién creo que está detrás de todo esto? -preguntó Lali tragando-. En mi opinión la candidata más probable es Eugenia -Pablo se quedó mirándola con ojos extrañados, como si pensara que estaba loca - Tiene que haber sido ella, lo sabía todo de mi infancia, y me odia... -continuó Lali valiente.

-¿Pero es que has perdido el juicio? -preguntó Pablo furioso, casi suplicante.

-Si te sirve de consuelo te diré que Eugenia te ha utilizado a vos también -añadió LAli incapaz de seguir escogiendo cuidadosamente las palabras-. Me dijo que era fácil hacerte sentirte violento, que te revolverías contra mí.

-Estás tan devorada por los celos que ni siquiera puedes ver las cosas con objetividad, y mucho menos aún pensar con racionalidad...

-En este preciso instante no estoy celosa, Pablo - declaró Lali levantando el mentón-. Si Eugenia cruzara ahora esa puerta te avisaría de su visita sin rechistar.

-¡Ya basta! -gritó Pablo.

-¡No he terminado! -exclamó Lali, cuya ira aumentaba al tiempo que la de él, inexplicablemente, parecía menguar-. ¡Te la mereces! ¡Desearía que te hubieras casado con ella! ¡Te habrías congelado en tu noche de bodas!

Pablo respiró profundamente, despacio, y luego dijo:
-Creo que ha llegado el momento en el que la luna de miel acaba mal.

-No te soporto más, ni a vos ni a esa arpía -respondió Lali.

-Mala suerte -dijo Pablo con extrema tranquilidad.

-¿Qué quieres decir con eso de mala suerte? -inquirió Lali extrañada ante el cambio de actitud.

-Sos mi mujer y no vas a marcharte a ninguna parte. De hecho, mientras demuestres que sigues teniéndole esa manía a Eugenia, te quedarás en la isla. Tengo que confesar que temblaba literalmente ante la idea de que ustedes dos se encontraran. ¡Pero mírate! ¡Si estás casi saltando de rabia!

-¿Y qué esperabas? -gritó Lali con voz rota.

Pablo puso un brazo decidido alrededor de su temblorosa figura.

-Esto no es bueno para el niño...

-¡Quítame las manos de encima!

-¡Pero si apenas sos capaz de controlarte! Esto tiene que ser tu nivel de hormonas -decidió Pablo observándola con gravedad, aliviado de encontrar una explicación satisfactoria.

-¿Mi... nivel de hormonas? -susurró Lali.

-En los primeros estadios del embarazo las mujeres son propensas a cambios emocionales que pueden requerir un apoyo y una comprensión extra por parte de los demás -Lali abrió la boca
atónita ante aquel comentario erudito-. He sido demasiado duro con vos - añadió obligándola a sentarse en el sofá.

-Pablo... ¿a qué demonios estás jugando?

-Te has alterado mucho al ver ese artículo -explicó Pablo sentándose a su lado-. Hubiera debido de ser más benevolente contigo, aunque le hubieras dicho que estabas embarazada a toda la plantilla del edificio .

-Bueno, ¿y qué?

-¡Me he puesto tan furioso al ver cómo te atacaban en la prensa! -continuó Pablo atrayéndola hacia sí y estrechándola-. ¡Y saber todo lo que has tenido que pasar, desde tan pequeña, con esos padres tan egoístas! Eso me ha alterado mucho, desde luego. Pero gracias a Dios al hablarme de Eugenia he comprendido que esto se nos estaba escapando de las manos.

-No puedo vivir con vos si no confías en mí.