lunes, 26 de agosto de 2013

EPÍLOGO: "Vos necia, Yo mentiroso"



Holaa chicas como les prometi les traigo el epilogo de esta gran historia, aca se van a enterar que paso con Vico, Rochi, Cande , etc, les cuento que es una adaptacion de la novela de Clara Voghan llamada "Elegir al mentiroso", espero que la hayan disfrutado, van a tener novedades de mi , seguramente con algun corto o una nueva adaptacion, asi que les pido que me dejen su twitter o facebook, o mail o algo para avisarles cuando vuelvo a subir algo porque tal vez suba en algun foro en vez de este blog aun no lo se, les agradesco a todas las que leyeron, nos vemos cuando me lean besos.
CARO


EPÍLOGO
La puerta trasera del lujoso auto alemán se abrió, y una decena de periodistas se abalanzaron sobre sus ocupantes.
—¡Señor Martinez!... ¿Es cierto que estuvo asilado en Francia por temor a represalias?
—¿Puede confirmar las versiones sobre el cierre definitivo de “RLP”?
—¡Pablo!... ¡Aquí!... ¿Confirmas los rumores que dicen que te casaste?
Lali se escabulló entre el gentío. Aquella parte de la vida de su marido era algo a lo que nunca se iba a habituar. Bastaba llegar a algún aeropuerto del mundo, o caminar por alguna calle argentina, para que alguien lo reconociera de inmediato.
—¡Lali!
Al escuchar aquella voz familiar, un escalofrío recorrió el cuerpo de la muchacha. Fijó la vista más allá del cerco establecido por los guardias de seguridad, y se sorprendió. Sí... Era Vico. Pero se veía muy distinto tenía el cabello cortado formando una pequeña ¿cresta?, y su ropa era moderna y entallada.
¡Estaba irreconocible!
La joven se acercó.
—¡Vico!... ¡Qué cambio!... Has pasado de Clark Kent, a periodista de la “Rolling Stones”.
—No te burles –respondió el otro con enojo. Y fue en ese gesto amargado que, por fin, Lali pudo reconocerlo.
—¿Qué haces aquí? ¿Vos también queres un autógrafo de mi marido?
El odio iluminó aquella mirada  en la que su antigua vecina tantas veces había buscado refugio, la asustó.
—De verdad, ¿por qué has venido hasta aquí?
—Estoy desesperado. Y no he podido contactarte de otra forma... Pronto va a ser el juicio por Luca.
—¿Luca?
—¡Ni me hables!... Sólo por llamar a mi hijo así, tendrían que sacarle la tenencia.
—¡No puedo creer que estés luchando por la custodia del hijo de Cande!
—Te recuerdo que también es mío.
—Aunque si fuera por vos, ahora estaría en un basurero, junto con otros deshechos médicos.
—¡Pero no lo está!... Y es Cande la que lo está criando en un basurero... ¿Fuiste alguna vez al negocio de su tía?
—¿Le estás pasando una cuota por alimentos?
—¡Por supuesto que no!
—Entonces, créeme, está mejor con ella. Si sos capaz de permitir que tu hijo pase necesidades sólo para preservar tu derecho de padre, no lo mereces.
Otra vez aquel odio largamente acumulado inundó su mirada clara.
—¿Entonces no vas a atestiguar?
—¡Por supuesto que lo haré!... Pero pienso contar toda la verdad...
—¿Tu verdad?
—La verdad.
Una voz aguda sobresalió en medio del batifondo que los rodeaba.
—¡Lali!
La joven se dio vuelta, aunque no tenía necesidad de hacerlo para saber de quién se trataba.
—¡Rochi!... ¡Guau!... Te ves fantástica...
—¡Mira!
Imposible no hacerlo. La joven había estampado aquel anillo ante los ojos de su antigua compañera de cuarto.
—¿Te casaste? –preguntó esta, sorprendida.
—¡Te dije que lo haría antes de los treinta!
—¿Lo conozco?
—¡Claro!... Me casé con Vico.
Como era habitual cuando algo lo avergonzaba, el nuevo esposo intentó ocultar su mirada. 
—Te supliqué que te quedaras en el auto, Rochi –susurró con furia contenida.
Su esposa lo enfrentó ácidamente, y por unos segundos Lali se vio envuelta en una batalla campal.
—Bueno... –se apuró a decir, para evitar aquello— Supongo que... Felicitaciones.
—¿Estás contenta? –le reprochó aquel hombre a su esposa— Ahora, mejor vamos. Lali no me piensa ayudar.
—Ve vos, cariñito... Quiero despedirme como se debe, y con vos aquí...
Y bastó que lo dijera, para que Vico, a quien un turbio ventarrón había convertido en esa especie de Superman amargado, la obedeciera de inmediato.
—¡Qué me cuentas, Lalita!... ¡Y vos que no confiabas en mi!
—¿Cómo hiciste para atraparlo, Rochi?
—El sexo, amiga... ¡El pobrecito era tan inocente antes de encontrarme a mí! ¡Estaba tan necesitado...! Pero no hay hombre que se resista a disfrutar de una “buena cama” Y yo soy una experta para “tenderlas”.
Lali  observó alejarse a su ex amiga. Sí, el sexo era una estupenda carnada para atrapar a un hombre... ¿Pero alcanzaría también para retenerlo?
—¡Lali!... ¡¿Dónde te habías metido?! ¡Ya vamos a empezar!
Obediente, la muchacha siguió a su esposo por el laberinto que conducía al interior del estudio de grabación.
—¡A maquillaje, Pablo!
De inmediato tres hermosas jóvenes salieron al paso de aquel galán, mientras lo besaban en la mejilla con la excusa de obtener un autógrafo. Lali las observó arracimarse alrededor de la figura imponente de su marido, y, con toda decisión... miró hacia otro lado. Tragó saliva. Sí... Podía acostumbrarse a las cenas interrumpidas, a los conciliábulos con desconocidos que duraban hasta bien entrada la noche, incluso a la persecución de los periodistas..., ¡pero a las mujeres!... Aunque, ¿quién podría culparlas? Su marido era en verdad espectacular.                ¡Y era todo suyo!
—¿Lali?
—¡Maca!
—Estás muy distinta, Lali... Me encanta tu ropa... ¡Y tu peinado!
—Sigo siendo la misma. En cambio vos... ¡Sí que estás distinta!... ¿Para cuándo?
—Todavía faltan tres meses... ¿Quién lo iba a decir, no? Tanto entrar y salir de la cama en busca del hombre perfecto, para terminar dándome cuenta que era justo el único con el que no quería acostarme...
—¿Van a casarse?
—En cuanto salga mi divorcio.
Agus se acercó hasta ellas.
—¡Felicidades al futuro papá! –se alegró Lali— ¿Estás contento?
Los ojos de aquel galán se nublaron por la emoción.
—Sí... No está mal –se limitó a decir, en cambio.
Lali y Maca se sonrieron.¡Hombres!
 Los focos se iluminaron, y se hizo un repentino silencio. Allí, sentado frente a las cámaras, y junto a Pablo y Mery, estaba Benja. Él, a su manera, también estaba muy cambiado: ahora llevaba el cabello mas corto.
—Bueno..., lo prometido es deuda –recitó mirando hacia las cámaras— Luego de un año completo de ausencia de nuestro programa, es un placer darte la bienvenida,  Pablo. Tu casa te da la bienvenida.
Una cerrada ovación siguió a estas palabras.
—Pablo  Como sabrás, este ha sido un año muy difícil para el país. Luego de la última emisión del año pasado, se produjo el caos institucional. A la renuncia delpresidente a su cargo, siguió el aplazamiento de las elecciones.
—Pero, por fortuna, ya tenemos nuevo gobierno. Y espero que este sea más honesto que el anterior. Ya escribí un libro, y no estoy interesado en hacer otro.
—De lo contrario, ya estaremos nosotros para denunciar a los chicos malos.
—Sólo vos, Benja. Pienso tomarme otro año libre.
El bello conductor empalideció.
—¿Lo decís en serio?
—Me dedicaré un poco a la revista... –y mirando más allá de las luces, añadió— Y a asuntos personales.
Mery  se les unió.
—Cuando el año pasado desapareciste sin dejar rastros, se comenzaron a tejer cientos de conjeturas. ¿Qué estuviste haciendo estos últimos meses?
—Algo que nunca había hecho antes...
—¿Qué puede ser? Sabemos que sos un aventurero.
—Pues esta vez sólo me dediqué a ser feliz.
—¡Guau!... Y esto me lleva a mi siguiente pregunta: ¿son ciertos los rumores que dicen que te has casado?
Pablo sonrió con encanto.
—Sí.
Un “¡Ay!” ahogado recorrió el estudio.
—Parece que acabas de destrozar varios corazones.
—¡Lo imagino! –se burló Pablo— Sobre todo los de los periodistas “de espectáculos”, que cada verano tenían una nota asegurada, luego de fotografiarme con alguna mujer.
Alguien de entre las sombras le respondió.
—No sólo una, Pablo... ¡Muchas!
Pablo sonrió primero, y luego le contestó.
—Ahora tendrás que trabajar, Ruiz... ¡O buscarte a otro!
Todos rieron.
—¿Dónde estuviste oculto todo el año?
—Con mi esposa nos dedicamos a recorrer el mundo. ¡Fue increíble!... Y los tres últimos meses estuvimos en su provincia, Mendoza... Y eso también fue increíble. En especial escalar al Aconcagua...
—¡¿Escalaste el Aconcagua?!... ¿Cúantos metros son?
—Casi siete mil... Pero la aventura es única. Confías tu vida a tu compañero en cada paso.
—Una buena experiencia para recién casados.
—Y aunque no la necesitábamos, nos ayudó mucho... ¿Sabes?, una vez me dijeron que nunca se regresaba igual cuando se había mirado el mundo desde allá arriba. Y es cierto... Desde tan alto se entienden muchas cosas, y se aprende a ser humilde.
—¡Qué luna de miel! –suspiró Mery.
Y un eco femenino la acompañó.
—Afortunados los ricos –se burló, en cambio, Benja.
—No –lo corrigió Pablo—, afortunados los que están enamorados. No se necesita mucho para ser feliz, cuando amas con tanta intensidad.
De nuevo pudo escucharse aquel suspiro multitudinario. Pablo  continuó.
—Con mi esposa comenzamos en hoteles de primera, y terminamos recorriendo pueblitos, en fondas de cuarta. Lo mejor no era la aventura, sino vivirla juntos.
—Sin embargo, muchos creen que, además, lo mejor fue estar alejado de las amenazas.
—Es cierto, Benja. Hubo muchas amenazas. Pero, por fortuna, cesaron luego de la muerte de Vasquez en marzo.
—De seguro conoces las versiones que aseguran que el cadáver encontrado no era el suyo. Hasta que vos lo pusiste en evidencia, el tipo era un desconocido.
—Se movía entre las sombras, que es distinto. Pero sí, el cadáver era de él. Yo mismo mandé una muestra a un laboratorio del FBI, para su identificación...
—Entonces tu viaje sirvió para mantenerlos alejados del peligro.
—También... Pero, ¡vamos, Benja!... Conoces a mi esposa... ¿Crees que sólo me fui por eso? –añadió, sonriente.
El bello locutor se dirigió otra vez hacia las cámaras, para hablar a su público.
—Tengo que confesarles algo. Conocí a su esposa poco después que él... Y si este hombre no me hubiera ganado de mano, jamás la hubiera dejado escapar... –Y luego, mirando más allá de las luces, añadió— Sé que vas a odiarme por esto, Lali... Pero me debo a mi público... Vení.
La joven intentó rehusarse, pero ya una andanada de flashes se disparaban sobre ella. Por fin accedió.
—¡Bienvenida! –la saludó Benja, con un beso más que cariñoso— Señores, esta es Lali Esposito...
—De Martinez –acotó Pablo
—Pocos lo recuerdan, Lali, pero ya una vez tuve el placer de tenerte aquí, a mi lado.
La joven sonrió con encanto, (¿lo habría aprendido de su marido?)
—No fue un buen debut. Y es que no es muy agradable ser insultada en televisión nacional.
—¿Sabías que el diputado ha vuelto a postularse?
—No lo dudo. Aquí mismo dejó en claro que un tropezón no es caída.
Detrás de cámara rompieron en carcajadas. Pero de inmediato fue Mery la que tomó la palabra.
—Durante meses, el casamiento de ustedes fue el secreto mejor guardado. Luego comenzaron a circular múltiples versiones. Incluso una que decía que conociste a tu marido mientras trabajabas como empleada en su casa.
—No era su empleada. Aunque él creía que sí.
Los dos esposos cruzaron una mirada pícara. Luego, Lali continuó.
—En verdad era su asistente domiciliaria.
—¿Asistente domiciliaria?
—Lavaba los pisos, planchaba, y esas cosas, pero además tenía un título universitario. Como ves, no hay mucho de que espantarse. Al menos en la Argentina, todas nos hemos acostumbrado a hacer de todo para poder sobrevivir.
—¡Ni me lo digas! –se apuró a decir Mery—. Ayer faltó mi empleada, y...
Por supuesto, Benja no la dejó continuar.
—¡Vamos, Lali!... No seas modesta. Siempre has sido una periodista excepcional.
—También limpiando pisos era buena.
—¡Pero como periodista!... –insistió Benja.
Pero esta vez fue Mery la que lo interrumpió.
—Otras versiones aseguraban que eras viuda.
—Sí... Soy la viuda de Gaston Dalmau, un periodista a quién Vasquez  mandó asesinar.
—Sos muy joven...
—Él también lo era. Tenía sólo veinticinco años cuando lo acribillaron en la puerta de nuestra casa...
Mery se incomodó.
—Bueno, pero, por fortuna, después llegó tu gran amor...
—¡No!... Gaston también fue un gran amor...
El silencio se palpó en el estudio. Lali suspiró antes de continuar.
—¿Sabes?, cuando él murió, yo me preguntaba cómo iba a poder seguir con mi vida, si me faltaba la mitad de mí misma... Pero después me di cuenta. Un gran amor nunca se entierra. Por el contrario, se lleva adentro para siempre. Y yo soy la que soy, esta de la cual Pablo se ha enamorado, sólo porque alguna vez fui la esposa de Gaston. Por eso, este amor que ahora siento por Pablo, es igual de profundo que el anterior, pero más completo. Más perfecto.
Su marido la observaba arrobado.
—Te amo, Lali –le susurró.
Y como si sus palabras no bastaran, la acarició con dulzura y disimulo la pansa, y la besó en la boca. Algunos aplaudieron, pero la mayoría se limitó a compartir la emoción de aquel momento.
Benja intentó recuperar parte de su protagonismo.
—Muchos no sabrán esto –dijo mirando a cámaras—, pero Lali es la autora de aquel artículo que obsesionó a los argentinos un año atrás... ¿Cómo se llamaba?
—“Elegir al mentiroso” –lo ayudó Mery, mientras buscaba opacarlo, apropiándose de la pregunta— En esa nota mencionabas a cierto locutor...
Benja empalideció, pero de inmediato se apuró a desviar el tema.
—Y a un editor en jefe mentiroso. Muchos creen que hablabas de tu marido.
lali sonrió.
—Sí... Hablaba de él.
De nuevo Mery trató de acaparar la imagen.
—Pero, entonces, vos... ¡terminaste eligiendo al mentiroso!
—¡No!... Jamás haría una cosa tan tonta... Desde que escribí ese artículo hasta ahora, he aprendido mucho. A la hora de saber quién miente, y quien busca la verdad, no es bueno dejarse llevar por la primera impresión. Vivimos en un mundo de apariencias, y debemos ver más allá de las palabras... La mentira a veces es traición, pero otras, sólo sirve para ocultar una verdad que duele demasiado. De las dos formas termina lastimando. Hay que estar atentos, y no dejarse engañar... La vida ya es demasiado complicada como para, además, correr detrás de una ilusión. No vale de nada que te juren amor, si no te lo demuestran. No sirve conformarse con alguien, si no se lo ama. Confiar ciegamente en el otro no es una prueba de amor, sino de estupidez. Y desconfiar, a pesar de las evidencias, una necedad... Y yo, por fortuna, hace rato que he dejado de ser una mujer necia.
Pablo volvió a tomarla entre sus brazos, y, olvidándose de las cámaras, la besó con pasión. Un aplauso fuerte dominó el estudio, y luego todo se apagó.
El show había terminado.
Ahora era el turno de la verdad, de la familia, del amor…
FIN

domingo, 25 de agosto de 2013

Capitulo Final: "Vos necia, Yo mentiroso"



Holaaa chicas llego el capitulo final de esta gran historia, espero que les haya gustado esta adaptacion, les agradesco mucho a las personitas que siempre leían  y comentaban, y también a las que leían en silencio se que hay un par que lo hacían hubiera estado bueno que me digan por lo menos un "lo lei" o "quiero matar a ese pabli" jajaj pero las quiero igual, para mañana les tengo una sorpresita se viene un epilogo de esta historia, besos enormes
CARO

CAPITULO 86:


—¿Recuerdas aquella noche?... Vos lavabas, yo estaba sentado a tu lado... Y me llamaste Gas.

Lali agachó la cabeza, apesadumbrada.

—Eso sí que dolió... Soy un hombre demasiado orgulloso... De repente no era conmigo con quién coqueteabas, no era a mí a quien le sonreías, sino a él... Y a mí me gusta que me quieran a mí…..

—El fantasma de Gas nunca se interpuso entre nosotros. Por el contrario, fuiste vos el que me robó su memoria...

—Pues a mí esa memoria me duele.

—¿Por eso me obligaste a abrir los ojos mientras hacíamos el amor?

—Necesito que me ames a mí, Lali... Tanto como lo amaste a él.

—¿Acaso no te demostré aquella tarde de locura mis sentimientos?... Sabías a la perfección que, entregándome a vos, me ponía en guerra con mi propia alma.

Pablo volvió a abrazarla con lujuria.

—Lo sabía... Por eso nunca intenté forzarte... Y por eso me conmocionó de esa forma al tenerte por fin entre mis brazos... Nunca antes había amado a una mujer. Solamente me metía en su sexo para satisfacerme. Pero con vos fue distinto. Al principio intenté tener el dominio de la situación. Todas aquellas cosas que habías sentido con tu marido, yo quería que las vivieras también conmigo. Incluso quería demostrarte que podía ser mejor que él. Pero, en vez de enloquecerte, me enloquecí. Y comencé a perderme en tu cuerpo, a aprender tu deseo...

Mientras hablaba, lentamente Pablo había comenzado a recorrer las piernas de ella, trepando por su pollera, ganando su intimidad. Lali, abandonada a esa excitación que ya no le permitía escuchar, lo miraba a los ojos subyugada, sosteniéndose en los músculos de él, en su fuerza, para no deshacerse ante aquel delicioso contacto. Pero él, continuó.

—Nunca antes había compartido ese ritmo con una mujer. No podía parar, no podía alejarme. Te mueves de una manera, Lali...

—Me tocas de una manera....

Por un tiempo perseveró en aquellas caricias, en la conquista de ese territorio ganado a la intimidad, y Lali se contorsionó entre sus brazos, enloquecida de placer. Una vez más él disfrutó aquel dominio sobre el cuerpo de ella, y luego se separó.

—Dolió demasiado cuando te alejaste de mi lado de esa forma. Yo estaba en carne viva, siendo hombre por primera vez, amando con tanta intensidad, perdido en aquel paraíso que hasta entonces sólo había imaginado, ¡y vos!... ¡Cómo me lastimaste, Lali!... ¿Por qué te ensañaste así conmigo?

La muchacha tardó en recuperar el aliento. Por un instante volvió a aquella cama inmensa, y pudo ver la figura de él iluminada por el atardecer.

—Quería acariciarte, quería decirte que te amaba...

—¡¿Por qué no lo hiciste?!

—Porque sólo era tu amante... Una más. Y quise irme antes de que me echaras...

—Nunca lo hubiera hecho.

—... o que me ofrecieras otra vez el medio millón de dólares. No hubiera podido soportarlo.

Pablo observó su dolor, tan auténtico, que no pudo menos que volver a tomarla entre sus brazos, para consolarla.

—Soy un hombre torpe, Lali. Estoy acostumbrado a arrasar, a llevarme las cosas por delante... Y en ese momento todavía era demasiado orgulloso como para inclinarme hasta vos... Pero si me hubieras venido a buscar...

—Yo también soy estúpidamente orgullosa.

—¡Cuándo te fuiste estaba tan furioso!... Y si no hubiera sido por aquel video...

—¿Qué video?

PAblo intentó medir la repercusión que podía tener aquella confesión. Y recién después continuó.

—Nunca desconectamos el circuito de vigilancia del dormitorio.

Lali lo miró desconsolada.

—¿Tenes la filmación de...?

—Todo... Cada detalle. Hay tres cámaras, no lo olvides.

—¡No lo puedo creer!

—Cuando me di cuenta que tenía esa cinta, al principio pensé en usarla para vengarme de vos

—¿Por qué?

—Quería lastimarte como lo habías hecho conmigo. Estaba seguro que sólo te habías entregado a mí por demostrar tu agradecimiento, o por simple lujuria, y estaba muy herido... Pero entonces, al mirar aquella grabación, me di cuenta...

—¿De qué?

—De que no había estado solo en aquella cama. Que además, todo el tiempo habías estado vos... No entendía por qué me habías rechazado. Pero sabía que no te había sido nada fácil hacerlo... Y, entonces, mi deseo por lastimarte se convirtió en una necesidad terrible de retenerte a mi lado. De hacer algo que te atara a mi cama y a mi vida para siempre... Por eso me fui a Estados Unidos. Quería dejarte embarazada de mí. Quería triunfar en aquello en que Gas había fallado...

—Ese no es un buen motivo para querer tener un hijo.

—Dios debió haber pensado lo mismo, porque..., ¡ya ves! Cuando fui a buscar el resultado de mis análisis, y el médico me explicó que ahora era la mitad de un hombre, volví a enfurecerme... Así que me prometí dejar libre tu camino. Merecías ser feliz. Merecías ese hijo. Y yo...

—¿Por eso desapareciste aquellos diez días? Creí que iba a morir de la desesperación.

—Como te dije, Vasquez se había presentado en el avión para presionarme. Quería averiguar lo que yo sabía sobre su amigo el presidente. Al principio, como no es más que un matón insignificante, cometió la estupidez de ofrecerme dinero. Pero luego te mencionó.

—¿A mí?

—Quería tantearme. Quería saber hasta que punto me lastimaba, haciéndote mal a vos. Pero, por fortuna, como vos decís, soy un mentiroso. Le dije que sabía quién eras. Que me había acostado con vos, y que sólo por lástima te había contratado.

—¿Por eso me pediste que hiciera la nota para la revista, y luego que reemplazara a Mery?

—Quería que todos supieran que no eras mucho más importante para mí que Benja. Por desgracia, no conté con tu excelencia: lo del diputado no estaba en mis planes...

—Y entonces me llamaste a casa, y me obligaste a ir a vivir a tu departamento. Para protegerme.

—No... Aquella noche te llamé porque... ¡Ay, Lali!... ¡Qué difícil que me era vivir sin vos ! Necesitaba escuchar aunque fuera tu voz... No había planeado que acabaras en mi cama... Ni que pudiera verte dormir desde la mía...

—¡¿Cómo que podías verme?!... Lo primero que hice fue desactivar el circuito de vigilancia del interior de la casa.

—El circuito que vos conoces... Pero hay más cámaras. Incluso algunas infrarrojas. Podía verte todo el tiempo...

—Por eso sabías todo sobre mi.

—Y para mi desgracia me enteré que habías vuelto con Victorio. Si me amabas, ¿por qué lo hiciste?

—Si te amaba sin esperanza, ¿qué otra cosa podía esperar de la vida? Pensé que casándome con Vico, al menos él sería feliz...

—¡Nunca me cayó bien!... Si un tipo no es capaz de pelear por una mujer, es porque no la merece...

—¿Fuiste vos el que habló con el dueño de Perfiles?

—¡Por supuesto!... ¡Y bien que me costó convencerlo!... No es tan idiota. Sabía que vos eras oro en polvo.

—¿Lo hiciste para alejarme de Vico?

—¡Lo hice porque ese lugar es una mierda!.... No..., es mentira. Lo hice porque no quería perderte. Porque quería disfrutar de esa proximidad prestada la mayor cantidad de tiempo que fuera posible.

—¿Por eso volviste? ¿Para buscarme?

—No... Para alejarte de mi lado definitivamente.

—No entiendo...

—El día que desapareciste revolví cielo y tierra. Estaba aterrado. Pensaba que Vasquez te había atrapado. Que mi engaño no había servido, y que él ya sabía lo que significabas para mí. Fue por eso que volví. Para alejarte...Tenía planeado ser desagradable con vos, maltratarte todo el camino a casa, y ofenderte lo suficiente como para que me odiaras... un poco más. Pero cuando te vi allí, parada en el aeropuerto, esperándome... ¡No lo pude evitar! Me moría por besarte, por tenerte a mi lado... De repente estabas tan cerca..., y tan lejos...

—No quería que me hicieras el amor... Me había jurado que nunca más iba a estar en tu cama.

—No quería hacerte el amor... Había jurado que nunca más ibas a estar en mi cama... –y luego, sonriendo, agregó— Claro que no contaba con el sillón...

—Ese día me di cuenta de que jamás iba a poder decirte que no.

—Y yo me di cuenta de que era pésimo en eso de alejarte de mí... ¿Por qué te enfureciste de esa manera cuando te dije que te amaba?

Los ojos de la muchacha relampaguearon.

—¿Qué seguía después?... Déjame ver..., según tu página de Internet, faltaba aquello de que había sido tu mejor amante...

—¡¿No me creíste?!... ¿Por eso te alejaste de mí aquel día?

—¡Cómo no hacerlo!... ¡Sabía a la perfección que era lo mismo que le decías a todas!

—Y por eso me lastimaste de esa manera...

Aquel varón herido tomó distancia.

—¿Por qué causa pensaste que te había rechazado?

Pablo la miró con resentimiento.

—Ahora no importa.

—¡Sí que me importa!... Prometiste ser sincero conmigo.

—No importa... De verdad...

—Quiero saber...

—Lali... No soporto la idea de que alguna vez hayas sido feliz en los brazos de otro hombre. Siempre siento que..., no sé, que estoy a un paso de decepcionarte...

Su joven esposa ni se tomó el trabajo de contestar. Visto así, tan vulnerable y tan real, por primera vez Pablo sumaba ante sus ojos el ciento por ciento de su esencia. Ni bueno ni malo, ni encantador ni detestable... Simplemente un hombre.

Lali intentó acariciar su cabello, pero él la rechazó.

—¿Sabe, señor Martinez?... Siempre creí que tenía un ochenta por ciento adorable, y un veinte por ciento demoníaco. Ahora me doy cuenta que cuando usted lastima, sólo lo hace para ocultar su propia debilidad...

—No te engañes, Lali. No vas a cambiarme. Ese veinte por ciento que te asusta también es mío.

Lali se puso de pie, para inclinarse sobre él de forma provocadora.

—¿Alguna vez intenté cambiarlo, señor Martinez?... Por el contrario, creo que usted es incorregible...

Él la empujó hacia si, y comenzó a besarla con pasión. A recorrerla con rabia, arrancando los botones de su camisa, tirando de su pollera. Ella le respondía con la misma furia, buscando en su cuerpo la respuesta a tantos sentimientos que aquel hombre necio había ocultado, durante demasiado tiempo. Luego de besarse hasta el delirio, Pablo se montó sobre ella, y en un gesto orgulloso la inmovilizó.

—Voy a ver si tu cuerpo es más obediente que vos...

De un tirón desnudó sus pechos, buscando descubrir la urgencia de sus pezones.

—Sí... Parece que estás lista...

Y luego, acariciando la intimidad de su braga, se escurrió hasta su sexo, para disfrutar de aquella humedad que antecedía al placer, y que ahora la empapaba.

—Sí... Estás lista... Y esta vez no voy a dejarte escapar.

Volvió a besarla, pero una vez más se detuvo.

—Ah... Por cierto. Hay algo más en lo que te mentí.

Lali, muerta de deseo, apenas lo podía escuchar. Pero él, sonriendo, confesó.

—Nunca pensé que tenías celulitis... Sólo lo dije porque te estaba mirando las piernas...

Cuando el sillón no pudo contener tanta locura, siguieron en el piso. Y cuando ya llevaban un tiempo largo avocados a complacerse, él la tomó entre sus brazos, la alzó, y la llevó cargada hacia el dormitorio.

—Bienvenida –le dijo, al atravesar la puerta.

Olvidados por el dueño de casa, un chisporroteo de la leña alcanzó las dos libretas que yacían junto al fuego. Bastó un segundo para que ardieran todas las palabras escritas en ellas. Pero el amor continuó intacto. Para siempre…..

sábado, 24 de agosto de 2013

Capítulo 85: "Vos necia, Yo mentiroso"


Holaa chicas les cuento que yo estoy prácticamente recuperada y me siento mucho mejor, con un poco de tristeza les anuncio que queda un capitulo mas y se termina esta gran adaptación espero que disfruten de estos últimos capis , gracias a las que siempre leen y comentan me hacen sentir que no es en vano los capis que subo, besotes

CAPITULO 85:
—Y entonces me rechazaste... ¡Maldición! ¡Cómo me lastimaste, rechazándome!...
Su dolor, aún por la simple evocación, era auténtico. Por un instante Pablo se quedó pensativo, pero luego sonrió con picardía.
—Y a la vez, ¡cómo me gustó que lo hicieras!... ¡Todavía guardo tu braga!... ¡Y verte ahí, parada frente a mi escritorio, quitándotela!... ¡Fue increíble!
—Pues a mí no me causó ninguna gracia.
—¿No me deseabas ni un poco?
—Sólo un poco...
—¿Mentís?
—Sí.
—Pues me encanta que lo hagas.
Y volvió a cubrirla con la sombra de aquella pasión que lo atenazaba, recorriendo su cuerpo con deseo.
—Espera, Pablo... ¿Qué hay de aquello que ocurrió en el galpón?... Peter dijo...
—De todos los hombres del mundo, ¿por qué elegiste a ese estúpido?
—Ya te dije. Estaba ahí.
—Yo también estaba ahí, pero, al parecer, mis mentiras no eran tantas como para conquistarte.
Lali le respondió, divertida.
—¡No creas! A mentiroso no te supera nadie. Y ya para ese momento yo estaba completamente enamorada...
—¿En serio?
—No te distraigas... ¿Cómo supiste...?
—Un día vino ese estúpido de Peter a hablarme de vos. A preguntarme qué pensaba hacer, ahora que me habías rechazado.
—¿Y qué pensabas hacer?
—¡Olvidarte! Me habías tratado muy mal, y siempre fui demasiado orgulloso como para volver atrás.. Y, de verdad, si la estúpida de Rocio no me hubiera invitado aquel domingo a tu casa...
—¿Insistes con esa historia?
—Prácticamente fue cuestión de llegar, para que se arrojara en mis brazos...Todavía recuerdo ese horrible vestido violeta con pintas rosas...
Lali se sorprendió.
—¡Es una traidora!... Ella sabía bien lo que yo sentía por vos... ¿Por qué aceptaste su invitación?
—Fui sólo para tirármela a mi antojo. Quería darte una lección. Quería demorarme lo suficiente con ella, como para que nos encontraras juntos... Quería que escucharas toda aquella pasión que te estabas perdiendo.
—Pero yo llegué antes de tiempo...
—Y bastó verte, para olvidar de inmediato mi venganza... Y me humillé, Lali. Me humillé ante vos...Prácticamente te supliqué para que volvieras...
—Me moría por volver a tu lado...
—Lo cierto es que cuando aquel idiota de Peter te mencionó, me imaginé que algo se traía... Así que comisioné a su secretaria para que no le pasara tus mensajes, y revisara su agenda.
—Y cruzabas nuestros trabajos para que no coincidieran los horarios libres.
—¿Astuto, no?
—Enfermo, diría más bien...
—Sí... Realmente lo estaba. De celos, de envidia... De amor. Por eso no le perdía pisada a aquel hijo de puta. Pero cuando viniste con lo de tu cita de las ocho, me estremecí. Era obvio que Peter intentaba ganarme de mano... Para colmo, Maca no se separaba de mí ni a sol ni a sombra, y el idiota de Benja estaba en casa, quejándose... ¡No pude evitar que te fueras!
—¿Cómo nos alcanzaste?
—Gracias a un buen amigo... Lanzani lo había ido a ver esa tarde, para poder ubicar el galpón de Vasquez. A él le había parecido todo muy raro, y, por supuesto, me llamó... Pero yo debía estar muy enojado, o algo así, porque entendí mal... Creí que el plan de Peter era más simple. Llevarte al galpón, mostrarte su buena voluntad hacia vos, y recurrir al viejo truco de “Se me descompuso el auto, tendremos que pasar la noche juntos”... Así que pensé alcanzarlos en lo de Vasquez , ya que ustedes tenían la delantera, seguirlos, y aparecerme por allí en cuanto aquel estúpido intentara montar su numerito...
—¿Y con qué excusa ibas a aparecer?
—Cualquiera, aunque fuera estúpida.
—Pero yo iba a darme cuenta de que nos habías seguido.
—¿Acaso ignorabas que había mandado cortar los neumáticos de Victorio?... Pero igual te fuiste conmigo aquella noche...
—Muy astuto...
—Te lo dije... Sabía que, puesta en esa situación, ibas a aceptar ser salvada, sin hacer demasiadas preguntas.
—¿Cómo te diste cuenta que necesitábamos ayuda?
—Tardaban demasiado... En realidad, fui hasta allá esperando ver a aquel idiota sobre vos...
—Y, entonces, ¿por qué llevabas el arma?
—Siempre la tengo en mi auto... Y ya me ha salvado la vida en varias oportunidades.
—Lo bueno sería, ahora que sos mi esposo, que no te volvieras a arriesgar como para necesitarla...
—Ahora que soy tu esposo..., (¡suena muy bien eso!). Ahora que soy tu esposo, intentaré no arriesgarme.
—Odio las armas.
—La primera vez que maté a un hombre, fue en la guerra... Yo era un experto tirador. Desde pequeño había acompañado a mi tío en sus excursiones de caza, y la idea de matar a una presa me excitaba... Matar al enemigo... Pero cuando estaba allí, con las balas silbando en mis oídos, muerto de miedo, aquel enemigo resultó ser otro muchacho, tan asustado como yo, y que no debía tener muchos más de los veintidós años que yo tenía por entonces... Todavía me persigue su mirada... Y es que aquello no es algo que uno pueda arrancar de la memoria con facilidad... Por eso me prometí que nunca más iba a volver a matar a alguien, a menos que fuera a cambio de mi vida... Y lo cumplí... Sólo maté a otro, y no me arrepiento... Pero esa noche en el galpón, cuando vi que ese tipo apretaba el caño de su arma contra tu cabeza, de verdad estaba dispuesto a disparar... Porque vos ya eras mi vida...
Volvió a besarla con dulzura.
—¡Qué difícil fue estar cerca de vos, Lali, sin tener derecho de tocarte!... Cómo me gustaba sentir aquella intimidad, tu calor... Recuerdo que no podía dormir por la excitación, y, cuando el sueño por fin me vencía, me levantaba más excitado aún... ¡Mierda que son sensuales las tareas de la casa!... Te agachabas, te estirabas... ¡Y cuando limpiabas ese balcón!... Cuantas veces fantaseé con hacerte el amor allí mismo, con el sol pegando de frente...
Pablo sonrió.
—Y lo mejor de todo, es que ahora, cualquier día en que estés distraída, lo voy a hacer...
—Ni lo sueñes –replicó ella, tratando de ocultar la excitación que le producía la sola idea.
—Sí... Aquella época fue una locura... Sentía... Sentía miles de cosas... Y estaba entregado. Ya ni me molestaba en mentirme a mí mismo. Sabía exactamente lo que me ocurría con vos... Y entonces, cuando más desprotegido estaba, me lastimaste de la forma más horrible.
—¿A qué te referís?


jueves, 22 de agosto de 2013

Capítulo 84: "Vos necia, Yo mentiroso"



CAPITULO 84:
—¿Por qué nunca me lo echó en cara?
—¿Vuelves a decirme de usted?
Aquel hombre se incorporó, para sentarse a su lado.
—Nunca quise lastimarte... Y sólo guardé ese video para poder chantajear a ese estúpido si algo te ocurría... ¿Crees en mi?
—¡Te creo, Pablo!
La observó complacido.
—Entonces vas a tener que disculpar si abro tu camisa para acariciarte... Esta conversación ya se ha hecho muy larga, y me muero por tocarte...
En efecto, Lali pudo sentir aquella suavidad recorriendo la curva de sus pechos. Y luego sintió como él deslizaba el bretel del corpiño, dejando al descubierto su piel suave.
—¿Te dije alguna vez que tenes los pezones más hermosos que he visto?... Los de la mayoría de las mujeres suelen ser horribles. Demasiado oscuros, o demasiado claros. metidos hacia adentro, o salidos artificialmente para afuera... Los tuyos son justos —dijo, mientras intentaba atraparlos entre sus dedos— Me encanta la forma en que florecen cuando estás excitada...
Y mientras aún sostenía aquella parte de su intimidad, comenzó a besarla con lujuria.
—¿Has visto?... Son perfectos... Y me obedecen, como no lo hace su propietaria...
—Quizás porque a ellos los tratas mejor que a mí...
—Siempre te he tratado con respeto y dulzura.
Lali sonrió con sarcasmo, obligándolo a justificarse.
—O al menos hice mi mejor intento...
Volvió a vestirla, como si disfrutara de aquel dominio.
—Luego de aquella fiesta, todo fue para peor... No sabía que me pasaba, pero únicamente quería estar con vos... Llegaba tarde a todos los sitios, sólo por compartir la mañana a tu lado sin que nadie nos interrumpiera... ¿Puedo confesarte algo, Lali?
—Es mi regalo de bodas.
—¿Recuerdas aquella muchacha que intentó lastimarte con el cuchillo?...
—Sí.
—Esa, Lali, fue la última extraña con la que me acosté...
Su esposa lo observó, sorprendida.
—Todas las noches me sentaba aquí para abrir los preservativos y arrojarlos al cesto.
—¿Para qué hacías eso?
—Para que no te dieras cuenta hasta que punto me había enamorado de vos...
Los dos se observaron, sin vergüenza de mostrarse. El pecho de Lali subía y bajaba sin parar, movido por una mezcla de excitación, deseo, y profundo amor.
—Sentí, Pablo... –le dijo, mientras conducía la mano de su esposo a través de la tela de su camisa—. Es mi corazón.
Y también él condujo la mano de ella hasta su pecho. Luego volvieron a besarse.
—Fue un tiempo difícil, Lali... No sabía que me pasaba... Y era demasiado orgulloso como para aceptar que, simplemente, estaba enamorado.
—A mí tampoco me fue fácil darme cuenta.
—Entonces se me ocurrió lo del medio millón de dólares... Era una forma de tenerte, sin sentirme tan humillado...
—Era una forma de comprarme.
—Sí... Sin tener que involucrar los sentimientos... Estaba paralizado, Lali. Y estaba horriblemente celoso de todos esos idiotas que te rodeaban. Y más aún estaba celoso de Gas.
—Vos hablas de celos... ¡Y hasta tenes una página en Internet!... ¿Cuántas mujeres ha habido en tu vida?
—Pero vos sos la única a la que he amado... En cambio vos...
—Yo te amo a vos....
Otra vez volvieron a besarse con pasión, y con furia. Pero él se separó.

martes, 20 de agosto de 2013

Capítulo 83: "Vos necia, Yo mentiroso"


Holaa chicas, cada vez falta menos para el final, ultimos capitulos ..... besos
CARO

CAPITULO 83:
—Porque... Y más vale que escuche esto, señor Martinez, porque no lo pienso volver a repetir jamás... Porque, estúpidamente, y en contra de toda lógica, me he enamorado de usted... O de esa parte de usted que tanto se empeña en ocultar... Sólo por eso logró meterme en su cama. Sólo por eso no puedo resistirme a hacerle el amor cada vez que me toma entre sus brazos... Esa es mi cruz... Y deberé cargar con ella... ¿Quería saber en que se parecía esta boda con la anterior? En que en las dos me casé locamente enamorada.
Los ojos de aquel hombre confundido, centellearon. Y luego la soltó. Lentamente se dirigió de nuevo hacia la chimenea. Mientras observaba el fuego que ardía con tibieza, respondió.
—Pues para amarme como dices, me has lastimado de todas las formas en que se puede lastimar a un hombre.
Y luego, todavía con la vista fija en la chimenea, agregó
–Esto no calienta... Y aquí hace frío.
Se agachó para echar otro leño, y luego otro. Y después levantó aquella carpeta recién llegada de la escribanía, para tomar varias de sus hojas, y arrojarlas a la llama.
—¡¿Qué está haciendo?!... ¡Ese es el acuerdo pre nupcial!... Si lo destruye, no hay más copias. ¡El escribano puso las tres allí!...
La muchacha corrió hasta él para detenerlo. Pero Pablo la contuvo, tomándola del brazo.
—Sos vos  la que no entiende, Lali... ¡No quiero que sea fácil!... Quiero que si algún día decides irte de mi lado, tengas que luchar. Quiero que contrates al abogado más sanguinario, al más estafador... Quiero que intentes sacármelo todo. Que cuentes mis secretos a mis enemigos... Quiero que quieras destruirme, Lali... Porque sólo así podré odiarte, y sacarte de mi corazón...
Por un segundo sus miradas coincidieron, y la muchacha pudo ver como aquellos ojos amados se nublaban.
—Y ahora séntate allí como buena chica –continuó, tratando de recuperar su tono indiferente–, porque pienso hacerte el amor hasta la madrugada.
Emocionada, Lali lo obedeció. Él arrojó la carpeta entera, y hasta verla arder por completo no quedó satisfecho.
—Necesito saber, Pablo... Necesito entender... ¿Qué es lo que te ocurre a vos conmigo? Necesito conocer la verdad. Necesito confiar en vos.
—¿La verdad?... ¿Para qué queres que te la diga, si igual no vas a creerme?... Ese hijo de puta del cura, me dijo que a un hombre se lo conoce por sus actos...
Pablo se inclinó sobre su nueva esposa, desafiante, antes de continuar.
—Yo por vos, Mariana Esposito...
Sus ojos verdes estallaron en miles de chispas.
—Yo por vos, Lali, me he humillado, he arriesgado mi vida, he revertido mi vasectomía, me he casado, y, peor que todo eso, hasta llegué a confesarme... Y vos aún no confías en mi...
La joven lo arrastró hacia sí, convirtiendo aquel impulso de furia en pasión. Por un tiempo se estuvieron besando con ansias, comunicándose de aquella forma callada en que sabían hacerlo. Pero luego él volvió a hablar.
—¿Queres que te diga la verdad, Lali?... Está bien... Pero lo haré sólo hoy... Ese será mi regalo de bodas. Después de eso, mal que te pese, vas a tener que confiar en este mentiroso que te ama hasta la locura.
La muchacha volvió a besarlo, mientras le susurraba al oído cuanto lo amaba. Y aquel hombre inmenso se dejó acariciar por ese amor, como si fuera un niño. Se recostó, apoyando su cabeza sobre el regazo de ella.
—La primera vez que te vi, Lali, te odié. Sí, te odié de inmediato... Eras demasiado altiva para mi gusto, demasiado orgullosa... E increíblemente bella. Nunca me gustó que una mujer me atrajera tanto. Es difícil controlar la situación si alguien te impacta así... Y a mí nunca me gustó perder el control... Y, de verdad, te odié... Por supuesto que tiraba el agua en el piso a propósito. No era mi intención engañarte, sino que lo supieras. Que te quedara en claro quién estaba al mando... Y entonces ocurrió lo de la página ocho perdida... ¡Estaba seguro de que eras vos la que me la había robado!  Y te mandé investigar... ¿Te dijo alguna vez Agus que él te entrevistó para la televisión nacional luego de la muerte de tu esposo?
—¿Agus ?... Nunca me dijo nada... Había tanta gente, tantos periodistas... Apenas recuerdo esos días, y jamás vi los videos.
—Yo sí... Un millón de veces. Estabas irreconocible, y, a pesar de eso, de alguna forma, también hermosa. Se te veía tan desesperada, dolida... Era muy difícil de entender para mí tu sentimiento, porque yo... Mi vida ha sido siempre muy distinta. El día que volví de la guerra sólo me esperaba un equipo de la CNN, para que les relatara mis impresiones como corresponsal. La nota duró no más de cinco minutos. ¿Te imaginas? Todo ese horror condensado en sólo cinco minutos, y siempre cuidando de hacerlo lo suficientemente interesante como para no perder audiencia.Y cuando las cámaras se apagaron, me quedé solo. Recuerdo que esa noche tuve que bajar a un Mc Donald para poder comer algo. Y, sin embargo, así como me habían dado la comida, la tiré.. Pasó mucho tiempo antes de que pudiera procesar aquello... Pero a pesar de que yo estaba vivo, y en cambio Gas estaba muerto, aquel video me hizo sentir envidia de tu esposo.
—Ahora mi único esposo sos vos.
Pablo la observó con dulzura. Era una luz distinta en aquellos ojos verdes, que la conmovió.
—El día que nos encontramos en la fiesta de la editorial, yo no sabía que ibas a estar allí. Pero uno de esos estúpidos, ni recuerdo quién, me retó a encontrar una mujer sensual entre todas aquellas, y yo te elegí a vos, aún cuando no te había reconocido... Estabas de espaldas a mí, con tu largo cabello castaño suelto... ¿Por qué usabas siempre esos horribles rodetes en la casa?... Amo tu cabello...
—¿Y cuándo supiste que era yo?... ¿Qué pensaste al darte cuenta?
—Me prometí que esa misma noche iba a llevarte a mi cama, aunque tuviera que arrastrarte. No tenía sentido esperar, así que comisioné a alguien para que se encargara del neumático de tu amigo, y...
—Pero esa noche ni siquiera lo intentaste...
—Porque bastó verte subir a mi auto, y... No sé... Eras tan distinta a las demás. Tu olor, tu forma de actuar... Y después, (vas a sorprenderte por esto), cuando al bajar te tomé entre mis brazos, yo... Yo nunca había sentido eso  antes por una mujer... Eran... ganas de acariciarte... Pero no para encontrar tu sexo, sino para..., no sé...., acariciarte...
Comenzó a tocarla con dulzura.
—¿Por eso me ofreciste el trabajo?
—No... Desde lo de la página ocho que estaba deslumbrado con vos como periodista. Te odiaba como persona, pero no iba a dejar que ese pequeño detalleinterfiriera en mi negocio... No. El puesto era tuyo desde el principio.
—Y después compraste el video de Gas.
—No... Ya lo tenía... Me lo había vendido el idiota de Alejo por monedas...
—¿Cómo pudiste encontrarlo?... Alguien me había dicho que existía, y yo lo había buscado por cielo y tierra.
—Este asunto del presidente no es nuevo. Lo venía siguiendo desde hacía años. Pero en un principio llegué a él por pura casualidad... Recién comenzaba “RLP”, y estaba investigando a Nicolas Vasquez  por unos contratos... Unos negociados, del mismo tipo de los que había descubierto tu marido. Y cuando estaba a punto de cerrar la nota, vengo a toparme con la mina de oro. Fondos de campaña, estafas,  compromisos políticos que podían hacer tambalear al gobierno... Y en todos ellos el negociador no era ni más ni menos que el antiguo amigo del presidente, un hasta allí insignificante Vasquez. Por supuesto archivé todo lo que podía inculparlo, y me dediqué al premio mayor... Durante dos años estuve  entrevistándome con su gente, y a la vez, alejando a mis periodistas de su trasero. No quería que el tipo se inquietara por mi presencia...
—Ni tampoco el presidente... Por eso realizabas las denuncias, pero siempre de forma de dejar su imagen a salvo.
—Necesitaba que confiara en mi... O al menos que me creyera manejable.
—Y entonces aparezco yo, y compras aquel video...
—Quería saber adónde estaba parado... Creí que la cinta sólo incriminaba a Vasquez, pero me llevé la sorpresa...
—¿Por qué nunca me lo echó en cara?

domingo, 18 de agosto de 2013

Capítulo 82: "Vos necia, Yo mentiroso"


CAPÍTULO 82:
—¿Cómo que “casi en nada”? ¡¿En qué puede haberse parecido?!... De seguro en la otra hubo flores, un vestido, invitados... Todas esas estupideces que les gustan a las mujeres.
—Sí... Todo eso.
—¿Y entonces?... ¿En qué pudo parecerse a esta?
—Casi en nada.
Pablo la miró con enojo, pero no insistió. Por el contrario, se quitó la camisa y los zapatos, como solía hacer al llegar a casa, y se dirigió hacia el hogar a leños que había a un costado de la estancia, frente a uno de los tres juegos de sillones que conformaba aquel living.
Lali lo observó manipular la leña, asombrada. Nunca había pensado que aquel artefacto sirviera para algo distinto que el adorno... Además, en una habitación adonde se ponía tanto esfuerzo en controlar la temperatura y la humedad, encenderla era una cosa de locos.
—¿Qué va a hacer? –preguntó al fin, cuando ya no pudo contenerse.
—¿Qué parece que voy a hacer?... Voy a hacerte mía allí, justo sobre ese sillón, y quiero ver el fuego arder mientras tanto...
Lali  se estremeció. Sí... Iban a hacer el amor... O al menos, ella lo iba a hacer.
—¿Y la temperatura de los videos? –insistió la muchacha.
—Por unas horas no se van a derretir... Con tanta caminata he chupado un frío horrible, y no sé si es que todavía estoy muy débil, o que... Como sea. Es mi chimenea, es mi casa, y sos mi esposa, así que hago lo que quiero.
Encender el fuego no fue fácil, así que durante unos minutos Pablo permaneció de rodillas, mientras que Lali, de pie en medio de la sala, lo observaba hacer, a la distancia.
—¿Quiere tomar algo? –preguntó, por preguntar.
Pablo por fin se puso de pie, y la enfrentó.
—Quiero hacerte el amor. Con eso me basta...
Y lentamente comenzó a acercarse. El corazón de Lali latía sin respiro, y se sentía de nuevo tan conmocionada como cuando él la había poseído por primera vez. Estaba excitada, y, a la vez, el terror no la dejaba pensar.
Pablo llegó finalmente junto a ella. Estaban tan cerca, que cada uno podía percibir la respiración del otro.
—¿Por qué crees que me casé con vos , Lali?
La joven lo observó adolorida.
—Porque le salí barata... Y porque no debo ser una amante tan mediocre como usted dice...
Pablo sonrió brevemente. Pero en sus labios, aquella pareció más una mueca.
—Lo que no termino de entender –comenzó a decir—, es que obtenes vos de esta boda... ¿Por qué quisiste casarte conmigo, Lali?
—Por la misma razón por la cual me acosté con usted, en primer término.
Y entonces Pablo se alejó, obviamente lastimado. Caminó unos pasos, y todavía de espaldas a ella, comenzó a hablar.
---Sos una mujer necia, Lali... Me gustaría saber que hay en tu cabeza, pero me es imposible... Sos una de las personas más inteligentes que conozco, y sin embargo,actúas con estupidez...
Se dio vuelta para enfrentarla, y continuó.
—¿Acaso no te das cuenta que, firmando ese papel, me has autorizado a hacer de vos lo que se me dé la gana? ¿A cogerte una y mil veces, hasta que me canse, para luego echarte a la calle sin más, simplemente porque me he aburrido?... ¿No  te das cuenta que este estúpido papel anula íntegramente esa libreta roja que tanto querías? –le gritó, señalando ambos documentos, ahora olvidados junto al piso de la chimenea.
Lali lo miró con desdén, y lo enfrentó.
—¿Por qué cree usted que quise casarme?
—Por lo que dijiste. Por la misma razón por la que te acostaste conmigo en primer término. ¡Por agradecimiento!... Por haber salvado tu vida la primera vez, y por haber protegido el honor de ese esposo que tanto amas, ahora.
Al escucharlo, la muchacha estalló.
—¡No seas idiota!... Ya le he dicho una y mil veces que no soy una puta. No vendo mi cuerpo por nada. ¡Ni siquiera por agradecimiento!
—¡¿Y entonces?!... ¡¿Por qué quisiste casarte conmigo?!
—No quise hacerlo. Usted es la última persona que hubiera elegido para estar a mi lado... Pero tuve que hacerlo.
—¡¿Por qué?! –insistió él, embravecido.
Y ella, con lágrimas en los ojos, le respondió.
—Porque me di cuenta que una y otra vez iba a volver a su cama, cada vez que me lo pidiera. Porque entendí que, no importara cuanto tuviera que perder, siempre iba a estar a su lado para cuidarlo, aunque en eso se me fuera la vida... Y porque cuando usted lo dijo, supe que, de todos los hombres del mundo, sólo con usted valía la pena tener un hijo... Poco me importa esa libreta roja, señor Martinez...,porque esa estúpida libreta se anula con un simple documento... Pero la blanca... No... Mal que le pese, ahora usted y yo estamos unidos para siempre... ¡Y eso nadie lo va a poder cambiar!
—¡¿Y para qué mierda queres estar unida conmigo para siempre, mujer necia?! –le preguntó, mientras la asía fuertemente.


sábado, 17 de agosto de 2013

Capítulo 81: "Vos necia, Yo mentiroso"


Holaaa, les cuento que ya estoy mejor cada vez tengo menos tos y ya estoy yendo a la facu, espero que disfruten el capi los que vienen son reveladores, besos

CAPITULO 81:
Horas mas tarde …
—¡Felicitaciones, señora Martinez!... Y ahora, si me permite, quisiera hablar con su esposo.
La bella jueza de paz se alejó, arrastrando a Pablo con ella.
—Te darás cuenta que esto es de lo más irregular... Necesito la firma de un médico municipal que diga que...
—¿No podes pagarle a alguien?
—Podría, pero...
—¿El matrimonio es válido igual, no?
—Lo asenté en el gran libro... Ya no podrás arrepentirte, Pablo. Para el gobierno nacional sos oficialmente un hombre casado.
—Me parece bien... Hay que probar de todo, ¿no es cierto?
—La chica es muy bella, pero... ¿casarse vestida así?... ¿Dónde la encontraste? ¿Por la calle?
—Más o menos.
—Bueno... Cuando te canses de ella, o necesites el divorcio, vuelve a acordarte que yo existo... Sabes que siempre sos bienvenido...
La dama lo acarició con discreción, mientras que la novia permanecía distante, con la mirada fija en el vacío.
—Bueno, Lali... Ya estamos casados. Esta libreta roja lo prueba. ¿Queres tenerla?
—Me da igual... Pero para estar casados, falta la Iglesia.
—Insistes con eso...
—Por supuesto.
Pablo la enfrentó.
—¿No te habrás casado conmigo sólo por limpiar tu conciencia, no? Creo que sos más inteligente que eso...
—Lo soy –dijo la muchacha de esa forma altiva, que servía para dejar en claro las cosas.
—Voy a buscar el auto...
—No es necesario. El Templo está aquí, a unas calles, y bien podemos ir caminando.
Bajaron todos los pisos hasta la calle en silencio. A su lado, las parejas pasaban, vestidas con elegancia, tomándose de la mano, mirándose arrobadas. Ellos, en cambio, parecían dos extraños... O un jefe y una empleada, haciendo algún trámite engorroso, que era necesario llevar a cabo con rapidez.
Con esa misma distancia caminaron por la calle, entre el gentío indiferente. Aquella zona céntrica estaba inundada de oficinistas que, a esa hora, ya comenzaban a prepararse para el regreso a casa.
A pesar de que faltaban apenas unos pocos días para el verano, la temperatura había bajado hasta los quince grados centígrados. El día anterior había habido mas de treinta, por lo que el frío se hacía sentir, inclemente. El cielo anunciaba una lluvia de esas que últimamente había tantas, y que calificaban de verdadero vendaval.
—¿Tenes frío, Lali? –fueron las primeras palabras del novio, en más de ocho calles de recorrido.
—No... De todas forma, ya llegamos. Es aquí.
Pablo elevó la cabeza, para encontrarse con aquel enorme y añoso edificio que ocupaba la manzana completa, sólo para rematar, casi llegando a la esquina, en un bello Templo.
—De todos las Iglesias del mundo, ¿justo tenía que ser aquí? –murmuró.
—Mi confesor es un jesuita.
Y como si los hubiera estado esperando, aquel hombre doblado por los años, les salió al encuentro.
—Este es... –comenzó a presentarlo LAli.
Pero el sacerdote la interrumpió.
—Ya nos conocemos... El colegio nunca olvida a uno de sus hijos.
Lali se sorprendió.
—¿Estudiaste aquí?
—Mi padre era ex alumno. Aquí se casó, me hizo bautizar, y tomé la primera comunión... Claro que todo eso no sirvió para evitar que lo asesinaran horriblemente, dejando a su hijo de diez años huérfano, y al cuidado de nadie, mientras Dios miraba para otro lado. Al parecer Él, a diferencia del colegio, “sí” se olvida de sus hijos.
El sacerdote resopló.
—Pasa, Pablo... Como te dije un día, vos y yo tenemos una confesión pendiente... Y hoy ha llegado la hora de pagar deudas...
Pero ni bien ingresaron al recinto adonde aquella lucha iba a llevarse a cabo, el aguerrido impenitente miró a su confesor a los ojos, y estallando en furia, le espetó.
—He matado a dos hombres, y desde mi punto de vista, es Dios el que tiene que pedirme perdón...
Sí... Aquello no iba a ser fácil... Y no lo fue.
Mas tarde…
Lali escuchó el ruido del elevador al detenerse, y su corazón se paralizó. Habían llegado. Luego de tanto tiempo, de nuevo estaban allí, en aquel departamento en que se habían encontrado por primera vez.
—¿No vas a pasar? –le preguntó él, casi como si se tratara de un reto. –Me gustaría  decirte que esta es tu nueva casa, pero aquí has firmado un papel que dice exactamente lo contrario –agregó, señalando la pesada carpeta que llevaba a cuestas.
La joven se apuró a salir en el momento justo en que el elevador volvía a cerrarse.
—Tendría que haberme imaginado que, de todos los curas del mundo, justo ese iba a ser tu confesor... El tipo es un hijo de puta, y me hizo transpirar como….. Fue intenso. 
Lali permanecía a su lado, atenta a él, pero en silencio.
—¿Te vas a quedar aquí, en el recibidor?
Traspusieron la barrera vidriada, y entraron a la sala.
—Me imagino que esto no se ha parecido en nada a tu otra boda –dijo él, con orgullo.
—Casi en nada.
—¿Cómo que “casi en nada”?...