jueves, 30 de enero de 2014

Capítulo 68 y 69: "Volveré para Vengarme "


Holaa chicas espero que esten bien, les dos nuevos capis espero que les guste, no se olviden de pasar por mi otra adaptacion , sin olvidarse de esta que ya llega a su final porsupuesto, besos

CAPITULO 68

Aquella noche, una cansada Lali regresó a Billings en el avión privado de Tennison. Antes, había llamado al señor Smith para que él fuera a recogerla al aeropuerto. Jamás se había sentido tan feliz en toda su vida. Lo único que le quedaba ya por hacer era hablar con Pablo y confesarle lo que había hecho. Al ganar el control de
la empresa de Pablo, podría haber fastidiado la fusión personal que tanto deseaba, pero esperaba y deseaba que no fuera así. Que Pablo fuera lo suficientemente adulto como para aceptar la derrota y no dejar que el orgullo los separara.

Cuando el señor Smith aparcó la limusina junto al avión, Lali se dio cuenta de que Ian no lo acompañaba.

— ¿Ocurre algo en la casa? —le preguntó, justo antes de meterse en el coche.

—Lo de siempre. Pareces cansada.

—Lo estoy. Completamente agotada. Han sido unas cinco semanas muy largas. ¿Cómo está Ian? ¿Y Pablo?

—Ian les está leyendo un cuento a todos los adultos de la casa.

-¿Y Pablo?

— Se me ocurren varios adjetivos. ¿Quieres que te diga unos  cuantos?

—¿Tan mal ha ido todo?

—Cuanto más mejora, peor carácter se le pone. Creo que el hecho de que tú estés en casa se lo suavizará un poco.

—Me reservo decir nada hasta que él descubra lo que yo he hecho. Les pedí a Vico y a la junta que guardarán el secreto hasta que yo hubiera tenido tiempo de decírselo personalmente a Pablo.

—Por lo que dices, has desbaratado los planes de Victorio.

—Así es —afirmó, sin explicar que había entregado su dimisión al mismo tiempo. Eso tendría que esperar hasta que viera cómo Pablo reaccionaba—, pero, para conseguirlo, he tenido que hacerme con Arrechavaleta Properties.

—Conozco a alguien a quien no le va a gustar eso. —Ya lo sé. El agujero que me estoy cavando se va haciendo cada vez más hondo. Creo que, para empezar, debería haberme quedado en Chicago y no haber venido aquí para jugar a Dios.

—Vivir para aprender. Pablo le ha comprado a Ian un perro. Un perro muy grande.

—Genial. Tal vez cuando regresemos a Chicago lo podamos poner en el jardín y hacerle una caseta —comentó con un cierto cinismo. 

Podría ser que tuviera que hacer precisamente eso. Pablo se podría poner tan furioso que los mandara a Chicago con perro
y todo.

—No lo comprendes. Las iguanas odian a los perros.

—Oh... En es caso, tal vez sea a Tiny a la que le tengamos que hacer la caseta propia —comentó con una sonrisa—. ¿Qué te parece un terrario con una fuente y árboles para que se pueda subir?

—¿De verdad? —comentó Smith muy contento. —De verdad. No te preocupes. Nos las arreglaremos.

—¿Dónde? ¿Aquí o en Chicago? Lali no lo sabía. 

Eso iba a depender de Pablo . A ella le preocupaba mucho, sobre todo por su posible embarazo. Se limitó a cerrar los ojos y a escuchar la radio mientras se dirigían a la casa de los Arrechavaleta.
Al llegar, vio que todas las luces estaban encendidas. Temía lo que iba a tener que hacer, pero no le quedaba elección. El hecho de que estuviera casi con toda seguridad embarazada iba a complicarlo todo. Si Pablo volvía a echarla, tras haber perdido su empresa a manos de Lali, la historia volvería a repetirse. ¿Y Ian? ¿Se produciría una terrible batalla por su custodia?

— ¡Mamá!

Y eso que se había estado preguntando si su hijo seguía enfadado con ella. Lali empezó a reír al ver a su hijo. Extendió los brazos y lo abrazó cálidamente. Sin embargo, no trató de levantarlo. Si estaba embarazada, no le iría bien realizar esfuerzos.

—Oh, Ian, me alegro tanto de estar en casa —susurró con los ojos llenos de lágrimas—. Te he echado tanto de menos, hijo... No te puedes imaginar cuánto.

—Yo también te he echado de menos —dijo el niño—. Al señor Smith no le gusta mi perro. Mi papá me lo compró. Es blanco y negro y se llama Harry.

—El señor Smith va a conseguir un terrario para Tiny y, entonces, le gustará también Harry.

Entró al interior de la casa, dejando al señor Smith que se ocupara del equipaje y del niño. Se detuvo en la entrada de la cocina, en la que estaba Emilia
.
— ¿Cómo estás?

—Muy bien. ¿Y tú? Pareces tan cansada, Lali. Ven. Haré que la señora Dougherty nos prepare un poco de café. ¿Has cenado?

—Tomé un bocadillo antes de marcharme de Chicago. Estoy agotada.

—Demasiado trabajo y poco descanso. Pablo hace lo mismo.

— ¿Cómo está? —le preguntó ella. Sus conversaciones telefónicas con Pablo habían sido cada vez más breves, como si la distancia estuviera afectando a su actitud hacia ella.

—Bueno, ha vuelto a trabajar toda la jornada — dijo Emilia

—Pero la espalda...

—Está curando bien. No puede levantar pesos, por supuesto, pero la mayor parte de su trabajo es mental o de escritorio. Lo único que ha tenido que dejar por el momento han sido sus caballos. ¿Es que no te lo ha dicho?

Aquello no auguraba un buen futuro. Volvía a haber secretos entre ellos.

— ¿Está en casa? —dijo, ignorando la pregunta de Emilia

—Estuvo, pero tenía una reunión tarde.

— ¿También conduce? —preguntó Lali, muy triste. El tiempo parecía  haberlo borrado todo entre ellos.

-Sí.

Emilia se puso a preparar café mientras Lali y el señor Smith llevaban a Ian a la cama. En el dormitorio del niño, el cachorro estaba durmiendo tranquilamente en una pequeña caseta. Aquello era tan sólo una solución temporal, porque el animal aún no podía salir al exterior. Después de arropar al niño, Lali se dirigió al salón.

—¿Cómo te ha ido? —le preguntó Emilia.

—Le he dado una buena lección a mi cuñado — respondió Lalih—. Se lo pensará dos veces antes de tratar de volver a jugármela otra vez.

—¿Y tu trabajo?

—Yo... aún no he decidido lo que voy a hacer — mintió.

No quería que Pablo supiera que había dimitido. Tras haberlo hecho, se estaba preguntando con fría aprensión si habría cometido un terrible error. Pablo había estado muy mal herido y tal vez todo lo que le había dicho había sido producto de su propia vulnerabilidad. Tras haberse recuperado, podría haber descubierto que sus
sentimientos no eran tan puros como había pensado.

—He tenido muchas cosas en la cabeza últimamente, tratando de evitar que Pablo se excediera. Se entregó al trabajo de todo corazón cuando descubrió que Vico Tennison estaba tratando de hacerse con los poderes que aún quedaban. Sabía que
Vico estaba en contra tuya. Vico  le ofreció los poderes si Pablo se aliaba con él para ayudarle a echarte de la empresa.

—¿Y Pablo accedió?

—No lo sé. Esta noche, cuando se marchó de aquí, estaba furioso. La empresa significa mucho para él, pero no sé si tanto como paraayudar a tu cuñado en contra tuya. Espero que no, Lali.

Sin embargo, Lali no estaba tan segura. Pablo había cambiado en su ausencia. Con una gran preocupación, se tomó el café.
Las dos mujeres llevaban poco tiempo en el salón cuando la puerta principal se abrió y cerró de un portazo. Se oyeron unos pasos y, a los pocos segundos, Pablo apareció en el umbral del salón, ataviado con un traje azul marino, con su sombrero en la mano y una mirada fría y acusadora en el rostro.

—Tienes los poderes, ¿verdad? —le espetó.


CAPITULO 69

—Así es —respondió Lali, sospechando que él tenía espías en Tennison que le habrían contado ya todo lo ocurrido.

—Incluso el de mi tío.

—No deberías haber confiado tanto en Victorio. Uno de tus directivos y él llevan semanas

—¿Qué directivo?

—Tu amigo Bill. ¿Es que no lo sabías? —le preguntó ella, furiosa por el modo en el que se había enfrentado a ella. Ni siquiera se había molestado en saludarla.

—No, no lo sabía. Y tú no me lo podías decir, ¿verdad? No se puede ayudar al enemigo, ¿no? —le espetó, sentándose al lado de su madre en el sofá.

—Al menos le podrías haber dado la bienvenida a Lali —le dijo emilia 

—¿Por qué? No va a estar aquí mucho tiempo. ¿No es así, Lali? Ahora que tienes lo que querías, vas a volver a Chicago para ocuparte de la empresa de tu esposo. Sin embargo, tal vez no sea tan sencillo. ¡No voy a quedarme quieto mientras tú diriges mi empresa!

Aparentemente, no sabía que Lali había dimitido. Recordó al directivo que había salido a hablar por teléfono y sumó dos y dos. Aquel hombre no habría sabido sobre su dimisión hasta después de que hubiera hablado con Pablo y, evidentemente, éste no le había llamado desde entonces.

— Sí, efectivamente tengo el control de Arrechavaleta Properties.

—Ya veremos por cuánto tiempo. ¿De verdad crees que voy a quedarme quieto viendo cómo desmiembras mi empresa? Te aseguro que no será así. Mientras estés en Chicago, haré todo lo posible por recuperar el control. ¿Cuándo vas a marcharte? ¿O acaso has decidido quedarte aquí para tratar de dirigir mi empresa? Si ése es el caso, es mejor que regreses a la casa de tu tía, porque no tolero subversivos debajo de mi techo.

-Pablo...

—Por supuesto, mi hijo se queda aquí. No te lo vas a llevar.

Lali  no podía creer lo que había escuchado. Lentamente se puso de pie. Se sentía furiosa. También estaba cansada y sorprendida.

—Eso ni lo sueñes. ¡Es mi hijo! ¡Hasta hace unas pocas semanas, ni siquiera sabías que existía!

—Ahora sí lo sé. Tenerlo en Chicago no me resulta conveniente. Quiero que se quede aquí para poder verlo. No pienso tener una relación a larga distancia con mi único hijo.

Aquello era una ironía, porque Ian no iba a ser su único hijo durante mucho tiempo. Sin embargo, Lali no pensaba darle esa información.

—Tú no me vas a dar órdenes. Y, si no tienes cuidado, te echaré por la puerta de Arrechavaleta Properties.

—Inténtalo.

—No —dijo Emilia, poniéndose de pie para colocarse entre ambos—. No pienso tolerar esto. Paren ahora mismo. Lali acaba de llegar a casa después de estar varias semanas en Chicago y, antes de que pueda descansar del viaje, tú te le tiras a la yugular por negocios.

—Se lo merece. Dios mío, ¿es que no te das cuenta de lo que ha hecho? También se trata de tu pan.

—¿De verdad es tu empresa más importante que Lali y tu hijo?

—Por supuesto que sí —respondió Pablo. Se sentía traicionado—. No se puede comparar el trabajo de toda una vida con unas pocas horas de placer en la cama.

Lali palideció. Bajó los ojos y guardó silencio. Se sentía agotada. En
aquellos momentos, cuando estaba embarazada e indefensa, él le clavaba un puñal en el corazón. La ironía de todo aquello era que lo que había hecho había sido para salvar su empresa del control de vico. Sin embargo, Pablo no lo sabía. Como siempre, había pensado lo peor de ella.

—Pablo, ¿cómo has podido decir eso?

Él se levantó y miró a Lali con frialdad. La había amado tan desesperadamente y ella lo había vendido. Le había derrotado en su propio terreno. No podía soportar lo que ella le había hecho.

—No te voy a echar esta noche, pero mañana quiero que tú y tu guardaespaldas se vayan de aquí.

—Mi guardaespaldas y yo estaremos encantados de marcharnos con mi hijo —replicó ella.

Pablo la miró lleno de furia e, inmediatamente, salió de la sala. Aparentemente, estaba ya en el piso superior porque Lali lo oyó subiendo las escaleras.

miércoles, 29 de enero de 2014

Capítulo 66 y 67: "Volveré para Vengarme"



Holaaa chicas se acerca el final de esta historia espero les haya gustado, besos

CAPITULO 66

Ian seguía muy enojado con ella por su ausencia, al igual que Pablo. Algunas noches, el niño colgaba el teléfono sin decirle que la quería. Sólo le hablaba de su padre. Eso debería haberla agradado, pero sólo le hacía sentirse más asustada. Los negocios no eran sustituto alguno de su hijo. ¿Por qué había tardado tanto tiempo en darse cuenta? Sólo esperaba que no fuera demasiado tarde para reparar el daño que pudiera haber causado. No podría soportar que Ian se volviera en contra de ella.

Echaba a Pablo a Ian terriblemente de menos. Sin embargo, cada día que pasaba estaba más cansada y dejó de realizar las llamadas a diario porque, en ocasiones, regresaba a casa demasiado cansada como para hablar por teléfono. La distancia que la separaba de los de Billings se iba haciendo cada vez mayor, pero ella no podía marcharse de Chicago hasta que tuviera lugar la reunión.

Extrañaba a su hijo y a Pablo. Se sentía muy sola, sobre todo cuando recordaba la cercanía que había compartido con Pablo y los profundos sentimientos que había descubierto en él. Todo parecía haberse desvanecido. También echaba de menos a Emilia, al señor Smith e incluso los deliciosos platos de la señora Dougherty. Se había acostumbrado tan fácilmente a su vida en Billings...
Su antigua vida le parecía artificial, sin sustancia, pero, a pesar de todo, se veía atada a ella de nuevo. Lo peor de su obligada ausencia fueron las náuseas que empezó a sentir cuando entró en la cuarta semana de separación de Pablo y Ian. Sabía muy bien lo que significaba y le hacía sonreír. Sus ojos parecían iluminados de una luz muy especial, que le daba a su rostro un resplandor que la hacía parecer más hermosa aún.

Aquélla podría ser la mejor ayuda que ofrecerle a Pablo. Cuando él lo supiera, podría ser que se volviera a sentir cercano a ella. Ni siquiera se paró a considerar el miedo que iba a sentir si no era así.

—La reunión urgente es mañana —le recordó Vico una semana después mientras Holmes esperaba para acompañarla de nuevo a su casa después de una cena en la que Lali acababa de obtener el último voto que necesitaba para mantener su puesto en la empresa.

—No se me ha olvidado, Vic—replicó ella, con una sonrisa que iba poniendo a Vico cada vez más nervioso.

—Lali, respeto verdaderamente el trabajo que has realizado durante estos años. Nico estaría orgulloso de las responsabilidades que te has echado sobre los hombros y los beneficios que le has reportado a nuestra empresa.

—Sé que lo estaría. Ha sido divertido.

A Vico le pareció que era una manera de expresarse algo rara. Entornó los ojos. Parecía que Lali sabía lo que iba a ocurrirle. Sintió el aguijonazo de la culpabilidad. Quería la empresa de su hermano, pero no le gustaba el modo en el que tenía que tratar a Lali para conseguirlo.

—Esta absorción de Arrechavaleta Properties...

—Ya hablaremos de eso mañana, Vico. Estoy muy cansada.

—Lo he notado. Durante esta semana, te has estado marchando a casa muy temprano.

—Lo sé —susurró ella, colocándose un mano sobre el vientre—. Supongo que he perdido mucho sueño antes. Buenas noches, Vico.

Vico asintió y vio cómo ella se introducía en la limusina. No comprendía lo que estaba ocurriendo. Lali estaba enamorada de Pablo y él de ella, si los comentarios significaban algo. Ian aún seguía con los Arrechavaleta en Billings, al igual que Smith. La última vez que la incansable Mar Tennison se había mostrado completamente agotada había sido cuando estaba embarazada de Ian. Había realizado algunas sumas y las respuestas resultaban de lo más interesantes. Ya no importaba. Todo habría terminado al día siguiente. Mar quedaría completamente fuera de la empresa. Entonces, podría ser que regresara a Billings para siempre. Así, él podría seguir con su propia vida.

Mientras tanto, Pablo tenía promesas de los poderes que necesitaba para evitar la absorción por parte de Tennison de su empresa. La abstención le pilló desprevenido porque provenía de Bill. Sabía que Bill no sentía simpatía alguna por él, pero la empresa estaba bajo asedio y le molestaba que uno de sus directores no lo apoyara. Le daba mucho que pensar y lo intranquilizaba. A pesar de todo, se sentía lo suficientemente seguro como para proseguir con sus planes. No tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo en Chicago, aunque había rumores de que se había programado una reunión y que uno de los líderes de la empresa estaba amenazado. 

Sonrió. Estaban a punto de echar a Lali. Bien. Así podría regresar a Billings y alejarse de unos negocios que hacían que él se pusiera tan celoso. Ya estaba harto de su ausencia. A partir de entonces, Lali tendría que dejar que el que se ocupara de los negocios en la familia fuera él. Aquella noche, Lali se acostó tarde, casi demasiado tarde. A la mañana siguiente, se vistió con un traje color crema y una camisa azul y, tras recogerse el cabello, bajó las escaleras. Ni siquiera se pudo tomar dos sorbos de café ni se atrevió a desayunar. Tenía que estar alerta aquella mañana. Todo dependía de ello.


CAPITULO 67

La limusina la transportó al edificio de Tennison International. Tenía una sorpresa para Vico. Esperaba que su cuñado no se sintiera demasiado desilusionado cuando su espada no lograra cortarle la cabeza. Cuando ella entró en la sala de juntas, todo el mundo ocupaba ya sus asientos. Sonrió y se sentó. Vico parecía muy nervioso. Sin embargo, Lali estaba muy tranquila. Tenía todo lo que necesitaba en su maletín. Estaba preparada para todo lo que Vico pudiera tener preparado.

Después de que se leyera la minuta de la reunión. Vico se puso de pie y se dirigió a todos los presentes. Antes de empezar a hablar, se dirigió a Lali. Describió su propia interpretación sobre la actuación de cuñada en la absorción de Arrechavaleta Properties, que todo había empezado por venganza, que había puesto en peligro a Tennison International ofrecía una desorbitada suma por las acciones de la otra empresa y mostró los lugares de Arizona en los que se podrían haber obtenido los minerales que Tennison ansiaba sin riesgo alguno. 
Lali se dio cuenta de que no mencionó los costes de transporte de aquella otra opción. Por último, pidió un voto de no confianza para Mar Tennison. Como Lali tenía derecho a un turno de réplica, se puso de pie.

—Primero, dejenme que afirme que todo lo que ha dicho Vico Tennison es verdad —dijo, sorprendiendo a Vico y a los dos directivos a los que no se había dirigido para que la apoyaran—. Efectivamente, arriesgué la empresa cuando subestimé la situación financiera de Pablo Arrechavaleta y le ofrecí una suma desorbitada por sus acciones. Sin embargo, ahora tengo intereses en Arrechavaleta  Properties y les digo que no vamos a absorber la empresa. Sin embargo, si negociaremos los contratos ce minerales.

—Pero si yo tengo los poderes —dijo Vico, atónito—. Se me prometieron suficientes votos para echar a Pablo y comprar la compañía a un precio considerablemente más bajo que el que se ofreció en un principio.

—Siento decirte que tu amigo Bill te ha vendido — afirmó ella—. Cuando llegó el momento, él no estaba dispuesto a ir contra mía sin verse apoyado por una mayoría de los accionistas —añadió. Entonces, levantó un puñado de papeles en la mano—. Yo tengo los poderes con los que tú creías contar, incluso los que el accionista mas viejo  parecía dispuesto a darte. A pesar del hecho de que Pablo te estaba ayudando, yo he sido capaz de anular tu influencia. Estoy segura de que Pablo no se dio cuenta de que tú pensabas ponerle en su contra su propia estrategia, pero él no te conoce tan bien como yo.

—Que —dijo Vico con voz ronca.

—Ahora, pasemos al voto de no confianza. Ésta era empresa de mi esposo. Él la fundó y la dirigió para convertirla en lo que era. Yo jamás le pedí un puesto de responsabilidad en la empresa. Nicolas me lo dio y me preparó para llevarlo a cabo. Desde que yo estoy al mando de las operaciones nacionales, los beneficios han subido un diez por ciento todos los años. Además, nuestra imagen mejora diariamente y nuestra clientela es cada vez mayor. Estamos derrotando a la competencia en todos los frentes. Mi cuñado Vico les ha dicho que yo dejé que una venganza se interpusiera en lo que era mejor para nuestra empresa. Es cierto. Soy humana. Los sentimientos son capaces de cegar a una persona y los míos me cegaron a mí. Jamás quise poner en peligro la empresa, pero estuve a punto de hacerlo.
 Por eso, me disculpo. Ahora, tienen que decidir si quieren que continúe como vicepresidenta de la rama nacional. Si creen que me merezco una segunda oportunidad, bien. Si no, también bien. No obstante, me gustaría que supieran que los tratos ilegales y las políticas soterradas no tienen nada que ver conmigo —añadió, mirando fríamente a su cuñado—. Si hubiera ido a por ti, Vico, me habrías visto venir. Preferí acorralarte pagándote con tu propia moneda. También lo siento. Nico jamás apuñaló a nadie por la espalda ni siquiera por el bien de esta empresa —concluyó. Vico se sonrojó y bajó los ojos—. Ahora, les ruego que voten.
Tienen que elegir entre dos gusanos rastreros y especializados en negocios sucios. Lo único que en realidad tendrian que decidir será el sexo del que quieran que se ocupe de los negocios nacionales de esta empresa. Todos los presentes ahogaron una carcajada. A continuación, votaron. El abogado de la empresa se encargó de contar los votos.

—Dos en contra. El resto a favor. Parece que el gusano va a ser la dama.

Lali se echó a reír.

—Gracias, caballeros. No se pueden imaginar lo que esto significa para mí.

Vico suspiró y se inclinó sobre la mesa. En aquel momento, uno de los directivos salió de la sala porque lo llamaban por teléfono. Lali decidió esperar para dar su noticia hasta que el hombre regresara.

—Lo siento, Lali. Tienes razón. Ha sido juego sucio. Nico  estaría
avergonzado de mí.

—De los dos —afirmó ella—. Ahora, antes de que se disuelva esta junta, tengo algo más que anunciarles—añadió, decidida a no esperar más. Todos se quedaron atónitos al ver que Lali sacaba un sobre y lo colocaba en el centro de la mesa. — ¿Qué es eso? —preguntó Vico —Mi dimisión —contestó ella con una sonrisa—. Dimito como vicepresidenta a cargo de los asuntos nacionales.

—Pero si te acabamos de dar un voto de confianza —exclamó uno de los directores.

—Lo sé y lo agradezco. Sin embargo, mis prioridades han cambiado últimamente. Estoy pensando en mudarme a Billings para aceptar una fusión de otra clase. Espero ser feliz y estar muy ocupada en los años venideros. Mantendré mi puesto en la junta de Tennison, a lo que me dan derecho la voluntad de Nico y las acciones que tengo en esta empresa. Sin embargo, la próxima vez que alguien acuda a Arrechavaleta Properties con una OPA, quiero que sepáis que estaré en el lado opuesto.

—Que Dios nos asista —comentó Vico entre risas.

—Tendrá que hacerlo —afirmó Lali. Entonces, extendió la mano para que Vico la estrechara—. Lo siento, pero tenía que marcharme en mis términos. A ti te irá bien. Sólo tienes que delegar un poco más. Los negocios se han convertido en tu vida. Tienes que tomarte tiempo para poder mirar el mundo que te rodea.

—Los negocios son lo único que necesito. Gracias —dijo él, muy solemnemente.

—De nada.

— Sólo veo un beneficio en todo esto —añadió, cuando estuvieron solos.

—¿De qué se trata?

—El señor Smith y su lagarto se irán a vivir contigo a Billings. Yo podré comprarme un perro.

Mientras se dirigía al coche, Lali sonreía de felicidad. Sonrió al directivo que había salido de la sala de juntas y que aún estaba hablando por teléfono. Ella no se percató del repentino nerviosismo del hombre.

—Acaba de pasar —dijo él, a la persona que le escuchaba al otro lado del teléfono—. Te he llamado en cuanto he podido.

—Voy a una reunión y no estaré disponible durante el resto de la tarde. Menos mal  — dijo Pablo—. ¿De qué se trata?

—Te tiene bien sujeto. 

-¿Cómo?

—Mar Tennison. Ha mostrado suficientes poderes como para hacerse con el control de tu empresa y los ha utilizado para obligar a la junta a darle un voto de confianza. Evidentemente, ha decidido que el mejor modo de acceder a esos minerales es siendo la dueña.

Pablo lanzó una maldición. Se sentía atónito, herido y dolido por la traición de Lali. Se había adueñado de su empresa mientras estaba viviendo debajo de su propio techo. ¿Se habría acostado con él para distraerlo? ¡Maldita fuera! No había hecho nada más que tramar en su contra desde que había llegado a Billings. Por último, acababa de darle una puñalada en la espalda.

—¿No puedes detenerla? —le preguntó el directivo.

—No lo sé, pero te aseguro que necesitará una buena armadura cuando regrese aquí.

—En estos momentos se dirige al aeropuerto.

—Gracias. Cuando entre en mi casa, tendrá un recibimiento que no olvidará jamás. Te debo una.

lunes, 27 de enero de 2014

Capítulo 64 y 65 . "Volveré para Vengarme"



Holaa chicas espero que sigan disfrutando esta historia tanto como yo, para las que no estan enteradas les vuelvo a dejar la direccion del nuevo blog con nueva nove : adaptacionespablali.blogspot.com  , besos 


CAPITULO 64

—Entra —le dijo él. De repente, comprendió el porqué de su actitud—. Smith te ha dicho que tenía la espalda peor, ¿verdad? Sólo me duele un poco. No me hiciste daño. ¿Es ésa la razón por la que te has mantenido alejada? ¿Creíste que tendría que regresar al hospital?

—Sí —susurró ella. Entonces, se echó a llorar. Se sentó en el brazo del sillón y dejó que él la abrazara—. Lo siento mucho. No podía enfrentarme a ti. Pensé...

—Soy más duro de lo que piensas. No llores, mi niña...

—A pesar de todo, me siento tan culpable...

—No tienes necesidad. Ya ni siquiera me duele. ¿Convencida? —le preguntó. Ella asintió y se enjugó las lágrimas—. ¿Qué es eso que he oído sobre Chicago? Pensé que ibas a esperar un poco más.

—Te lo ha dicho tu madre, ¿verdad?

—Sí. Me ha contado todo. Le ha resultado muy difícil, pero es valiente. Ahora, nos comprendemos mucho mejor el uno al otro.

—Me alegro

—Me pregunto si el bebé que hicimos ayer se parecerá tanto a ti como Ian se parece a mí.

—Pareces estar muy seguro —comentó ella, sonrojándose.

— ¿Tú no?

Efectivamente, Lali estaba casi segura. Lo presentía. Era como si Pablo y ella, gracias a la intimidad que habían compartido, tuvieran un vínculo mental entre ambos.

—Sí. Espero que esta vez tengamos una hija.

—Yo también. ¿Tienes que marcharte a Chicago?

—Sí, lo siento. Hay muchos cabos sueltos de los que tengo que ocuparme —respondió, sin mencionar de qué se trataba.

—Muy bien —afirmó él—. ¿Se va a quedar Ian?

—Preferiría llevármelo —contestó ella. Le molestaba separarse de su hijo.

—Lali, está más seguro aquí conmigo y lo sabes. Además, está muy cómodo en la guardería. ¿Quieres volver a desarraigarlo de ese modo?

—Por supuesto que no, pero he estado separada de él en demasiadas ocasiones en los últimos años. Estuve a punto de perderlo y yo... Además, todo esto podría durar semanas.

—Puedes hablar con él por teléfono, como hacías antes. Además, esta vez nos tiene a su abuela y a mí y te prometo que no consentiré que se olvide de ti. Le hablaré sobre ti constantemente.

A Lali no le gustaba ceder, pero todo lo que estaba diciéndole Pablo resultaba muy lógico. Además, podría regresar con frecuencia para visitar a su hijo.

—Tienes razón. No puedo volver a sacarle del colegio. El señor Smith se quedará también.

—Tú estarás sola. Eso no me gusta. Llévate tú a Smith.

Aquella era una concesión muy importante porque Lali sabía que Pablo estaba celoso del señor Smith.

—Gracias —dijo sonriendo—, pero preferiría que se quedara con Ian. ¿No lo preferirías tú también?

— Supongo que sí —respondió él, recordando lo que Smith le había dicho sobre el intento de secuestro—. Sin embargo, voy a estar muy preocupado.

—Te llamaré todas las noches —prometió ella—. Estaré bien. Después de todo, Chicago ha sido mi hogar durante seis años. La empresa cuenta con un gran equipo de seguridad. Le pediré a Holmes que me acompañe. El señor Smith lo entrenó. ¿Te satisface eso?

—No tanto como tú lo hiciste ayer —comentó él con una cálida sonrisa.

—Te prometo que regresaré antes de que tengas oportunidad de extrañarme.

—Eso no va a ser posible —afirmó él—. Ya te estoy echando de menos...

Lali contuvo las lágrimas. Resultaba tan nueva y tan hermosa tanta
comunicación entre ellos... Le dio las gracias a Dios por ello, aunque le preocupaba cómo iba a funcionar. Ella tenía mucho que hacer y que pensar. Minutos más tarde comenzó a hacer las maletas.
Lo peor fue tener que decirle a Ian que iba a marcharse. Se lo dijo cuando regresó de la guardería y el niño lloró amargamente. 

Lali trató de explicárselo y de abrazarle, pero el pequeño estaba furioso. Pablo tuvo que calmarlo prometiéndole comidas especiales y una llamada de teléfono de Lali  todas las noches.

—Tu madre puede venir los fines de semana — añadió, mirando a Lali.

Ella accedió inmediatamente, aunque no estaba segura de poder cumplir con su palabra. Al final, Ian se convenció a medias. Cuando Lali se marchó al aeropuerto, seguía malhumorado, pero al menos ya no estaba llorando. Ella se despidió tímidamente de Pablo porque todo el mundo estaba mirando, pero, con la mirada, le dijo lo mucho que sentía marcharse. Recibió el mismo mensaje de él.


CAPITULO  65

El viaje a Chicago pareció interminable, aún viajando en avión privado. Durante el trayecto, estuvo examinando cifras e informes que sus empleados leales habían preparado sobre los proyectos de Vico. Muchos de ellos tenían que ver con los de Lali e incluso se solapaban con los de ella. Lali no se había dado cuenta de lo sutilmente que Vico se estaba haciendo con las riendas de la empresa.

Había estado utilizando la venganza de Lali contra Pablo para sus propios fines, diciéndole a todo el mundo que ella se estaba dejando llevar por la historia y que estaba poniendo los intereses de la empresa y de sus trabajadores por detrás de los suyos. Aunque no estaba del todo acertado, sobre todo al principio no le había faltado razón.

Lali se había puesto en contacto con Gaston y con otros dos directivos que la apoyaron cuando asumió el papel de Nicolas en la empresa. Estos dos aún estaban de su lado, pero no bastaría con ellos. Tenía que evitar que Vico acumulara más accionistas  de Arrechavleta Proper-ties que ella. A continuación, tenía que desbaratar su plan para deshacerse de ella. Debía contar con el voto de confianza de los directores. Sonrió. En los negocios, se decía que un tiburón se comía a otro. Se reclinó en el asiento y, figuradamente, empezó a afilarse los dientes. Vico la recibió en el aeropuerto; parecía asombrado e inseguro.

—No sabía que ibas a venir hasta que Gaston Ordoñez lo mencionó en una reunión esta mañana —dijo con un cierto tono acusador.

—Pensaba darte una sorpresa —replicó ella dulcemente, aunque la mirada de sus ojos era fría y calculadora—. Y lo he conseguido, ¿verdad?

—Mucho. En estos momentos las cosas están sobre la marcha y...

—No hay problema. Me he estado poniendo al día con la absorción mientras esperaba que Pablo mejorara.

— ¿Va a volver a caminar?

—Por supuesto. Se incorporará muy pronto al trabajo. Pablo no abandona.

—Eso te lo dije yo desde el principio.

—Efectivamente —dijo ella, girándose sobre el asiento de la limusina para mirar a Vico—. Y yo tampoco. No hay muchas cosas de las que no me dé cuenta, aun cuando estoy distraída.

—No comprendo —susurró Victorio con cierta intranquilidad.

— ¿De verdad? —preguntó ella sonriendo ampliamente—. No importa.

Aquellas palabras provocaron que Vico frunciera el ceño mucho antes de que llegaran a la casa de Lali en Lincoln Park.
Ella se pasó tres ajetreadas semanas tratando de recuperar el terreno que había perdido en su empresa durante su ausencia. Le resultaba difícil estar lejos de Ian y de Pablo, pero lo llamaba por teléfono todas las noches. Pablo se puso furioso con ella cuando supo que no iba a regresar a Billings el siguiente fin de semana.
Ian se mostró igual de desilusionado cuando habló con él.

 A excepción de la alegría de Emilia al escuchar su voz, se sentía como si fuera puro veneno para el resto de la familia. Le deprimía terriblemente y la distanciaba aún más cuando hablaba con Pablo.
Él ya había vuelto a trabajar, aunque durante un horario muy restringido. Sin embargo, Lali no lo sabía porque él había prohibido a todos que se lo dijeran. Jordán se mostró muy sorprendido cuando entró en el enorme despacho de Pablo y encontró a su jefe ocupando su puesto con aspecto serio y decidido.

—No deberías estar aquí —dijo Jordán.

—Ya lo sé —replicó él, secamente—, pero si me quedo en casa otra semana, tendré que despedirme de mi empresa. Daniela, ¿dónde están esas cifras? —rugió.

La atribulada secretaria entró con un montón de papeles, con el rostro ruborizado y el cabello revuelto.

—Aquí tiene, señor Arrechavaleta. ¿Ahora qué?

—Quiero a Sam Harrison al teléfono. Después, dile a Terry Ogden que quiero verlo. ¡Y pronto!

—Sí, señor —dijo la secretaria. Entonces, salió rápidamente del despacho y cerró la puerta.

—Pobre Dani—musitó Jordán.

—Sobrevivirá —le dijo Pablo—. Está acostumbrada a mí. Ahora, escúchame. ¿Qué has descubierto sobre los progresos de Tennison Internacional?

Jordán se sentó y empezó a explicarle lo que había averiguado. A pesar de sus heridas, Pablo era como un torbellino. No hacía más que darles instrucciones a Jordán, Dani y el recién llegado Terry Ogden. 
Jordán casi sentía pena por Vico y Mar Tennison. Mientras tanto, en Chicago, Lali sonreía al ver la cotización de las acciones de Arrechavaleta Properties en el televisor. Pablo no quería que ella supiera que estaba recabando apoyos, pero Lali ya lo sabía. Había visto las transacciones no sólo en televisión, sino también en el ordenador. No hacía falta mucha imaginación para descubrir la diferencia que había entre los poderes que Vico estaba adquiriendo y los que Pablo estaba obteniendo. Sin embargo, Lali aún tenía las suficientes acciones para ganar a ambos en una votación. 

Evidentemente, Vico estaba muy seguro de sus apoyos, porque no parecía haberse dado cuenta de que estaba perdiendo los apoyos
que creía haberle arrebatado a Lali. Ella les daría una buena sorpresa a ambos cuando se convocara una reunión en Arrechavaleta Properties. Sin embargo, se había convocado una reunión urgente en Tennison. Lali sabía instintivamente que había sido idea de Victorio. Estaba segura de que su posición en la empresa iba a verse desafiada.

La ironía de todo aquello era que ya no deseaba seguir a cargo de las operaciones nacionales de la empresa. Estaba muy cansada. Aún era dueña de un buen puñado de acciones, lo que le reportaría unos buenos dividendos de por vida, además de sus propiedades e inversiones. Muy a pesar de Vico, Nicolas la había dejado muy bien situada. Vico también tenía su dinero propio, pero deseaba poder. A Lali no le importaría perder parte del que tenía, pero no iba a consentir que su artero cuñado se lo arrebatara con artimañas.

viernes, 24 de enero de 2014

Capítulo 62 y 63: "Volveré para Vengarme"


Hola chicas como andan espero como siempre espero que esten de 10 les agradesco a las que siguen leyendo mis adaptaciones y por supuesto tambien les agradesco infinitamente a las que comentan y leen a la vez son unas genias se que en estas epocas de vacaciones todas estamos dispersas pero esta bueno saber que van al dia por lo menos asi sigo para adlante y subo mas seguido ya que tengo mas adaptaciones por subir.

PD:
Tambien les queria contar que la hermosa nove de mi amiga Jess "El amor que soñe" que todas conocemos , la va estar subiendo desde el principio en : solopablali.blogspot.com.ar ,para las que no engancharon desde el principio o las que quieren disfrutarl nuevamente los primeros capitulos

PD 1: Y para las que no se enteraron tengo nueva adaptacion recien empezada en : adaptacionespablalis.blogspot.com, besos 



CAPITULO 62

—Sí. Cuando llegue el señor Smith, tal vez venga a verte o puede que incluso tu madre decida venir a hablar contigo.

—Supongo que eso último es inevitable, ¿verdad?

—Lo agradecerás. Tu madre es una buena mujer. Tiene mucha justificación para sus actos.

—No me puedo creer que precisamente tú seas la que cante las bondades de mi madre.

—Así es. Le va a doler mucho decirte la verdad, porque ella no sabe que yo ya te la he contado. Estás haciéndole lo mismo a ella que cuando yo traté de hablar contigo. Yo tenía razones que tú desconocías. Lo mismo le ocurre a ella.

—Supongo que sí. Sueña conmigo esta noche...

—Ojalá pudiera dormir contigo...

—Ven aquí cuando el resto se hayan ido a la cama. Te volveré a hacer el amor...

—No puedo. De verdad que no puedo. No quiero que vuelvas a correr un riesgo. Si te ocurriera algo ahora, no podría soportarlo.

—Muy bien —dijo él, muy emocionado por la preocupación que ella mostraba—. Me conformaré con besos robados y fantasías por el momento.

—Cuando estés completamente bien, haré que te alegres de haber esperado.

—No sé si podré soportarlo...

—Por supuesto que sí.

Lali se levantó y se vistió. Pablo no dejó de observarla ni un solo instante.

— ¿Quieres que te ayude a vestirte a ti?

—Sólo si quieres que yo te desnude —replicó con una sonrisa—. Márchate.

—Genial. Ahora que te has desfogado conmigo, ya no soy persona grata para ti, ¿es así? —bromeó.

—Jamás —afirmó Pablo—. Tráeme algo de comer. A un hombre le entra hambre cuando tiene que gastar tantas energías. Lo único que me tomé para desayunar fue un café.

— ¿De verdad? —preguntó ella encantada—. ¿Qué es lo que te apetece?

—El doctor Bryner me dijo que mucha proteína ayuda a fortalecer los músculos. Tráeme un filete. Tengo que ponerme fuerte muy pronto.

—En ese caso, te traeré uno bien grande —prometió ella—. Ahora, descansa.

— ¿Quieres que llame al doctor Bryner y le pregunte si hacer el amor puede considerarse como parte de la terapia?

—Es mejor que no. Podría creer que tienes malas intenciones con respecto al señor Smith.

— ¡Maldita seas! —exclamó, arrojándole una almohada.

Cuando salió de la habitación, se encontró con el señor Smith por el pasillo y tuvo que ahogar una sonrisa al imaginarse a Pablo echándole miraditas al corpulento guardaespaldas.

— ¿Guerra de guerrillas? —preguntó Smith.

—No, sólo una pelea de almohadas —respondió ella, sonriendo.

El señor Smith sonrió también mientras entraba en la habitación de Pablo. Si eran capaces de reírse juntos las cosas iban camino de solucionarse


CAPAITULO 63

—De ahora en adelante, piénsatelo antes de doblar el número de ejercicios, ¿quieres?

Pablo asintió con una picara sonrisa. Sin embargo, cuando el señor Smith le mencionó lo ocurrido a Lali, ella se sintió muy culpable. Evitó ir a ver a Pablo, encontrando una excusa muy legítima en sus asuntos de negocios.
Pablo se dio cuenta y se enfadó por ello. Igual ocurrió con una llamada que realizó a su despacho al día siguiente por la mañana. Estuvo hablando con Brad Jordán, su vicepresidente.

—Existen rumores de que nos van a absorber —le recordó Jordán—. Los empleados están presa del pánico y alguien está extendiendo el rumor de que tú no puedes venir a trabajar.

—¿De quién se trata? —preguntó, furioso.

—No lo sé. Estoy tratando de descubrirlo. Los poderes y las acciones cambian de manos diariamente. Yo ya no puedo mantenerme al día.

—Pues es tu trabajo —le recordó Pablo—. Estaré allí la próxima semana, me autorice o no el médico. Díselo a todo el mundo. Te aseguro que van a rodar cabezas si descubro quién está tratando de hacerme esto.

—Eso lo haré yo mismo. ¿Estás mejor?

—Sí. Ya casi no tengo dolor y me pondría a correr si me lo permitieran los malditos médicos.

—Me alegro de que te lo hayan dicho. No me gustaría llevarte a la próxima reunión del consejo en un ataúd.

—Muy gracioso. Bueno, como sí puedo utilizar el teléfono, me pondré a trabajar con algunos de esos poderes. Tal vez pueda convencer a Lawrence de que me apoye si le prometo un toro nuevo.

—Eso es chantaje.

—Lo que sea, si funciona. No puedo perder mi empresa ahora. Mantenme informado.

—Lo haré. Que te mejores.

Emilia fue a ver a Pablo minutos más tarde. Lo encontró triste y deprimido. Cuando le preguntó qué le ocurría, él no quiso contestar. No quería implicar a su madre en aquella pelea. Encendió un cigarrillo, el primero desde que había regresado a casa.

—Tráeme un cenicero, por favor.

Emilia se lo llevó y se sentó en la silla que había enfrente de la que ocupaba él.

—He estado posponiendo esto —dijo—. Pensé que era mejor para ti ocultarte la verdad. Eso es lo único que parece que he hecho en los últimos años. Algunas veces, resulta difícil recordar que el niño que solía mecer por las noches se ha convertido en un hombre hecho y derecho que ya no necesita protección. Algún día te ocurrirá a ti lo mismo con Ian.

—No lo dudo. Estoy recibiendo un curso intensivo sobre cómo ser padre. Decías que tenías que contarme algo.

—Sí... es sobre tu padre.

Pablo se echó a reír fingiendo ignorancia.

— ¿Me vas a decir que tenía otros pecados aparte de la infidelidad?

—No, pero yo sí.

Durante la siguiente media hora, Emilia le contó todo lo que ya le había contado Lali. Cuando terminó, Pablo contuvo el aliento.

— ¿Y por qué no me dijiste todo esto hace años?

—Tenía mucho que aprender. La lección ha sido larga y difícil. Lo siento. Te he costado mucho más de lo que te podré pagar nunca.

— ¿Amaste a mi padre?

—No. Lo siento. Jamás lo quise. Sin embargo, a ti sí que te quise mucho. Tanto como Lali, aunque con un sentimiento más maternal.

—Entonces, debe de tratarse de un sentimiento muy poderoso.

— ¿Acaso sabes ya lo que siente por ti?

—Siempre lo he sabido. Últimamente ha sido un poco más evidente. Creo que ni siquiera durmió cinco minutos durante la semana que me pasé en el hospital ni cuando me trajeron a casa. Sí, claro que sé lo mucho que me quiere —añadió con los ojos oscurecidos por los recuerdos.

—Tienes mucha suerte de ser amado así.

—Yo no sabía nada sobre tu infancia —dijo Pablo, tras mirarla con nuevos ojos y nuevo respeto—. No recuerdo que lo mencionaras nunca.

—Estaba demasiado avergonzada, aunque sólo soy responsable de mis propios pecados, no de los demás.

—No estás tan mal —comentó Pablo con una sonrisa—Ian te adora.

—Lo he notado —afirmó Emilia muy contenta—. También me lee por las noches.

—Mi hijo es un niño muy especial.

—Así es. ¿Se van a casar Lali y tú?

— Por supuesto. Espero que sea pronto. Tal vez haya alguna pequeña complicación.

— ¿Te refieres a la empresa?

—Por supuesto. A pesar de todo, tengo que evitar que Lali se quede con mi empresa, aunque no creo que pueda hacerlo. De hecho, estoy seguro de que va a perder esta batalla.

Emilia guardó silencio, pero le daba la sensación de que Pablo  podría estar subestimando las capacidades de Lali. Tras haber visto cómo solucionaba todo en el hospital, se imaginaba perfectamente cómo sería en los negocios. Iba a ser una competidora formidable.

—Estoy segura de que ella se casará contigo ocurra lo que ocurra. Ian y ella te quieren mucho.

—Y yo a ellos. Por cierto, ¿dónde está Lali Estaba esperando que viniera a ver cómo estoy.

—Lleva casi toda la mañana hablando por teléfono. El señor Smith comentó algo de que tal vez tuviera que regresar a Chicago.

— Sabía que eso ocurriría muy pronto. Dile que tengo que hablar con ella, ¿quieres?

—Muy bien.

Cuando Emilia se puso de pie, Pablo le agarró la mano.

—Te quiero mucho, mamá. A pesar de todo, eso no ha cambiado nunca.

—Lo mismo digo yo —dijo ella con una temblorosa sonrisa.

—No pienso volver a pensar en el pasado. Tal vez Lali tenía razón cuando dijo que la verdad lo limpia todo.

—Es una mujer muy especial —afirmó Emilia—. Siento no haberle dado una oportunidad hace seis años.

—Al menos, ahora comprendo por qué.

Emilia sonrió y se marchó de la habitación. Efectivamente, Pablo había comprendido por fin lo que había empujado a su madre a hacer lo que hizo y tenía explicación para todos los pequeños misterios que había vivido a lo largo de su vida. Cerró los ojos y se dio cuenta de que lo único que le quedaba era solucionar el tema de su empresa.
Pasó media hora antes de que Lali entrara en su habitación. Estaba pálida y se mostraba algo tímida.

sábado, 18 de enero de 2014

Capítulo 60 y 61: Volveré para Vengarme"


HOLA CHICAS LES AVISO DE UNA NUEVA ADAPTACION QUE ESTOY SUBIENDO EN: adaptaconespablalis.blogspot.com, espero queles guste recien subi el intro
CAPITULO 60

—Con todo mi corazón —contestó ella. Se puso de puntillas y le besó suavemente.

Pablo le mordisqueó los labios con exquisita ternura y lentitud, sonriendo al ver que ella le seguía el movimiento de la boca y trataba de mantenerla contra la suya.

—Te gusta esto, ¿verdad? A mí también, Lali. Me encanta el modo en el que abres la boca cuando te la toco, el modo en el que tiemblas cuando sientes la lengua entre los labios...

Lali gimió de placer con sólo oírlo. Entonces, él le colocó las manos sobre las caderas y la colocó de manera que sintiera la excitación de su cuerpo.

—Es tan agradable —murmuró él, estrechándola con más fuerza—. Levántate contra mí.

—Te haré daño.

—No, no me harás daño. Hazlo.

Lali lo obedeció, intentando no hacerle perder el equilibrio. El deseo que sentía hacia Pablo había empeorado, no mejorado. La abstinencia les estaba resultando muy dura a ambos, pero ella había comenzado a sentir el efecto en sus propios nervios.
Una noche entre los brazos de Pablo probablemente sólo serviría para empeorar las cosas, pero lo necesitaba como nunca lo había necesitado antes.
Pablo se colocó la frente de Lali sobre el pecho y le besó suavemente el cabello.

—Podrías acostarte  a mi lado —susurró—. Te podría guiar las manos sin que me supusiera un gran esfuerzo para la espalda.

— Sólo que al final... no podrías —musitó ella, sonrojándose—. Quiero decir que cuando...

— ¿Cuando empezara a sentir el orgasmo quieres decir? No, no podría controlar el cuerpo —murmuró, pensando en el placer que podría tener—. Oh, Dios, es tan dulce... Es como morir...

-Sí...

Lali se aferró a él, dejando que los senos se aplastaran contra su duro torso. Pablo le besó suavemente ojos, nariz y boca. Mientras lo hacía, le metió las manos por debajo de la sudadera que ella llevaba puesta. No llevaba sujetador, por lo que él sonrió al notar lo que encontraban las manos. Finalmente, le levantó la sudadera para poder verle los pechos.
Lali contuvo el aliento al notar cuan suavemente la acariciaba Pablo. Con los pulgares estimulaba los pezones sin dejar de mirarla, para ver cómo ella reaccionaba ante aquellas caricias tan sensuales, temblando y gimiendo.

—Siempre has tenido los senos muy sensibles. Me encanta notarlos contra los labios. Solía soñar sobre el aspecto que tenías la primera vez que te besé en ellos, la mezcla de sorpresa y placer que se te reflejó en los ojos, los febriles temblores del cuerpo.

—Tú no sabías que era mi primera vez...

—Al principio no. A la mayoría de las mujeres les cuesta aceptar mi cuerpo. Unas cuantas tuvieron miedo al verme excitado. Sin embargo, aprendí que si iba lento y suave, la mayoría podía terminar acogiéndome. Por eso, no me di cuenta al principio de que eras virgen.

—Yo no sabía... Yo jamás había visto a un hombre así, a excepción tuya.

Pablo se inclinó para besarla.

—Ve a cerrar la puerta con llave —susurró—. No discutas, por favor —añadió—. Vamos a tumbarnos juntos unos minutos, nada más. No pienso arriesgar los progresos que he hecho, pero te necesito desesperadamente.

Lali no pudo negarse. Resultaba tan agradable tener intimidad con él... Fue a la puerta y la cerró con llave. Al darse la vuelta, vio cómo Pablo se desnudaba muy lentamente. Tenía una erección plena y ella lo miró adorando tan descarada masculinidad, que encajaba a la perfección con su bronceado y musculoso cuerpo.

—No puede haber otro hombre tan perfecto como tú.

—Ni una mujer tan perfecta como tú. Desnúdate...

Con manos temblorosas, Lali empezó a desnudarse. Pablo no apartó los ojos ni un solo instante, para no perderse detalle. Mientras lo hacía, el cuerpo le vibraba de pura necesidad.

—Hace ya tanto tiempo, mi niña. 

-Sí...

Lali se acercó a él y gimió de placer al notar el contacto con su acalorada piel. Muy tiernamente, él comenzó a acariciarla, haciéndola rotar contra la evidencia de su deseo.

—Acuestate conmigo...

Los dos se acostaron. Entonces, ella se colocó frente a él, acariciándole el torso, los hombros y los fuertes brazos con las manos.

—Deslízate un poco —susurró él mientras le besaba un seno.

— ¿Hacia arriba?

-No.

Lali se deslizó hacia abajo y entonces se dio cuenta de lo que él tenía en mente. Con una mano, le agarró el muslo y le colocó la pierna por encima de su propia cadera. Al mismo instante, con la mano que le quedaba libre, la apretó contra su cuerpo y, un segundo después, ella notó cómo se hundía en su cuerpo.

—Pablo, no, es demasiado pronto.

—Shhh. Estoy dispuesto a correr el riesgo... 

Le besó los párpados, cerrándoselos así. Sin dejar de acariciarla, impregnó a su cuerpo un ritmo tan lento como las mareas.

— Siénteme... Siente cómo te lleno tan completamente...

Pablo sonrió y le besó suavemente el rostro, sin dejar por ello de moverse con el mismo y suave ritmo. 

—No me duele —afirmó.

De todos modos, habría olvidado cualquier dolor al sentir cómo el cálido cuerpo de Lali lo acogía.
Oyó sus suaves gemidos a medida que fue incrementando el ritmo y notó que ella se le agarraba con fuerza. Levantó la cabeza porque quería verle el rostro. Era una máscara de indescriptible placer, con los ojos medio cerrados y ciegos por la necesidad.

—Pablo... —susurró ella. De repente, abrió los ojos—. Te amo...

—Sí... Sigue, cariño... Suave... Tan suavemente... Acógeme por entero, Lali.

Pablo iba profundizando lentamente sus movimientos. Ella empezó a gemir de placer a medida que empezó la espiral de gozo. Se olvidó de todo menos de lo que él le estaba dando. La ternura era deliciosa, el éxtasis increíble. Jamás habían compartido algo similar. Lali  jamás había creído que dos personas pudieran unirse tan completamente, que cuerpos y mentes pudiera fundirse en un colorido torbellino de perfección.

—Déjate llevar, cariño —susurró él—. Déjate llevar, Lali... Está bien, está bien... ¡Está bien!

Lali gimió de placer y se dejó llevar. Entonces, oyó que él gritaba, pero lo único que ella podía hacer era concentrarse en el propio placer de su cuerpo al sentir las sacudidas del placer. Sabía que le estaba haciendo daño con las uñas. Estaba segura. Se obligó a soltar las manos. Estaba temblando completamente. Ni siquiera era capaz de respirar sin gemir. Había perdido por completo el control de su cuerpo.

—Pablo... —susurró. Abrió los ojos y vio que él estaba temblando y que tenía los ojos aún cerrados—. Pablo, ¿te encuentras bien?

—Sí —respondió él, abriendo los ojos fin. Su voz sonaba completamente agotada por el placer—. ¿Y tú?

—Bien.

— ¿Sólo bien?

—En realidad, no puedo encontrar las palabras.

—Yo tampoco. El amor debería ser así, Lali. Una unión increíble. Lo que acabamos de hacer es mucho más que sexo. Es la entrega total.

—Lo sé. Me asustó un poco...

—No tienes por qué —afirmó Pablo, acariciándole el cabello—. No quiero que vuelvas a tener miedo. Ahora nos pertenecemos tan completamente que ya no puede haber nadie más para ninguno de los dos.



CAPITULO 61

El corazón de Lali estuvo a punto de detenerse. Pablo parecía estar sugiriendo un compromiso total, pero ella tenía miedo de fiarse de él. Si era verdad lo que decía, no podría desear nada más en su vida. Sin embargo, no estaba del todo segura.
Pablo notó sus dudas, pero se limitó a sonreír. Ella se le había entregado por completo, sin reservas. Lali era suya. Sintió que la alegría le llegaba hasta lo más profundo del alma.

— ¿De verdad que no te duele la espalda?

—No. Ya te dije que podríamos hacer el amor si lo hacíamos suavemente. Además, esto era precisamente lo que te prometí... Has llorado de placer —comentó, al ver que ella tenía los párpados húmedos.

—Sí. Jamás me había ocurrido.

—Lo sé —dijo Pablo. La miró y sintió que el deseo volvía a prender su llama en él—. Dios mío, a pesar de todo, sigo teniendo hambre...

—Como siempre —comentó ella, riendo.

—Así no. No es lo mismo. Antes, sólo se trataba de satisfacción física.

— ¿Y ahora?

—Ahora —susurró él, acariciándole los labios con el pulgar—, es por algo que ni siquiera sé expresar en palabras... Lo siento. Me acabo de dar cuenta de que no me aparté en el último momento. No pude hacerlo. Rubrico lo que te dije antes, no quiero dejarte embarazada a propósito.

—Oh, Pablo, si sale un niño de esto, yo...

—No te importaría, ¿verdad?

--- No.

—A mí tampoco. Siento algo muy fuerte por ti. Has tardado mucho en darte cuenta.

—No soy la única. Tú mismo no te creíste capaz.

—Ahora sí. Me lo demostraste cuando te quedaste conmigo noche tras noche... Cásate conmigo.

Lali lo deseaba firmemente. Más que nada en el mundo. Sin embargo, aún quedaba el asunto de los poderes, de los planes de absorción y de la traición de Vico.

—Es el trabajo, ¿verdad? —comentó él, muy irritado, al ver que ella no contestaba. No le gustaba pensar que, para Lali, el trabajo significara más que él—. Muy bien, haz lo que tengas que hacer, pero hazlo rápido — añadió, tocándole el  vientre—. No quiero que vayas al altar con un vestido de premamá. Si no me equivoco, dijiste que con Ian te quedaste embarazada la primera vez que hicimos el amor.

—Tal vez ahora no sea tan fértil.

—Puede que no. De todos modos, tienes muchas cosas sobre las que pensar. No puedes vivir en Chicago cuando te quedes embarazada de tu segundo hijo. Te quiero a mi lado. Quiero ver cómo engordas y dormir a tu lado, sentir cómo el bebé te da patadas. Quiero todas las cosas que no tuve cuando estabas embarazada de Ian.

Lali suspiró. Ella también lo deseaba.

—Dame unas semanas —dijo con una sonrisa.

Pablo asintió. Sabía que Lali lo amaba. Podía darle cuerda. Si ella quería pelear por conseguir el control de la empresa, que lo hiciera. No era demasiado pronto para demostrarle que él siempre iba a llevar las de ganar en los negocios.
Lali comprendió lo que estaba pensando y sonrió al pensar que Pablo tenía muchas cosas que aprender sobre ella. Le molestaba tener que ganarlo, porque no quería herir su orgullo masculino. Estaba segura de que era lo suficientemente hombre como para no sentirse amenazado por ella y aceptar la derrota graciosamente si se daba el caso.
No podía darle los poderes porque Vico estaba tras ellos. Le resultaba muy importante mostrarle a su cuñado que no era una figura decorativa y que se había ganado a pulso el puesto que Nico le había dado. Se lo pedía su propio orgullo y, además, no iba a consentir que Vico se saliera con la suya.

Cuando hubiera recuperado el control de su división, se podría retirar y darle a Pablo los hijos que quisiera. Seguramente, Arrechavaleta  Properties podría darle un trabajo si lo deseaba. Mientras tanto, dispondría del lujo de ver crecer a Ian y de criar al niño que tal vez ya había engendrado. Los negocios eran muy emocionantes, pero un niño era una responsabilidad muy valiosa. Se merecía todo el tiempo que pudiera dedicarle su madre para empezar bien en la vida.

—Tengo que marcharme —dijo, a pesar de que no sentía deseo alguno de abandonar los brazos de Pablo.

— ¿De verdad?