Holaa, epsero que anden muy pero muy bien, besostes
CAPITULO 70:
—Ave
María purísima...
—Sin
pecado concebida...
—¡Ni
te gastes, Lali!... Ya imagino por qué estás aquí.
—Pero
esta vez va a ser la última.
—Lo
mismo dijiste en la confesión anterior... ¿Qué te crees que es esto? ¿Mato a un
tipo, me confieso, y vuelvo a matar a otro, como si tal cosa?
—Yo
no maté a nadie.
—Excepto
a ti misma... Este ir y venir de la cama de tu jefe está asesinando tu
confianza. ¿Hablaste con él de lo que te ocurre?
—No
pienso verlo nunca más... Está visto que no puedo decirle que no, así que
simplemente voy a evitarlo.
—¡Qué
bonito!... También estoy seguro de que si te encierras en una caja de cristal,
y duermes todo el día, no vas a volver a pecar nunca más... ¡Pero no se trata
de eso! Huir de un problema, no significa resolverlo... Lo que tenes que
averiguar es si, atrás de tanta atracción física, no se esconde el simple hecho
de que estás...
—Estoy
enamorada. De la persona incorrecta. De una de
tantas caras que tiene un mentiroso como él.
—¿El
tipo es un mentiroso?
—Incorregible.
Mezcla tanto su conveniencia con sus sentimientos, que ya ni él mismo debe
estar seguro de la verdad de sus palabras.
—Entonces
no escuches sus palabras.
—¡Por
eso!... No voy a volver a verlo nunca más.
—No
escuches sus palabras, pero observa sus obras. Alguna vez también dudaron de
Jesús. Decían que su poder provenía del demonio. Y entonces Él los instó a que
analizaran sus actos... Nadie actúa en contra de sus propios intereses, o de
los de quien lo ha enviado. Observa hacia adonde están puestos los esfuerzos de
tu jefe, y sabrás en donde está su corazón. Esa, querida amiga, es la única
defensa que tenes en contra de un mentiroso.
LAli
suspiró. Para ella ya era demasiado tarde.
Mas
tarde….
—¿Así
que te vas? ¡Qué lástima!...
—Este
es mi último cheque.
—¡Qué
raro!... No está aquí, junto a los demás... ¡Lo debe tener Patricia! Espera que
la llame.
Lali
se sentía incómoda. Sabía que difícilmente Pablo andaba por allí a esa hora, y
que, menos aún, descendía los pisos que lo separaban de la plebe, pero igual no
quería arriesgarse.
—¡Lali!
—Patricia...
Parece que no está mi cheque.
—Aquí
lo tenes...
—¿Está
adentro del sobre?
—Sí...
Me lo dio Pablo... Por lo que pude mirar al trasluz, me parece que está el
cheque y una nota escrita por él.
Lali
abrió el sobre. En efecto, además había un papel doblado al medio. La muchacha
tomó el cheque, lo guardó en su bolso, sacó luego la esquela, y, sin leerla, la
rompió en mil pedazos, sólo para guardar de nuevo los restos.
Luego
cerró el sobre, y se lo entregó a la tal Patricia.
—Toma...
Dáselo a Martinez, por favor.
—¿Ya
tenes otro trabajo?
—No.
—En
la revista “Hoy y Mañana” están buscando gente. Conozco al editor, y creo que
le encantarías. Si estás interesada, debes presentarte por la tarde, y decir
que te envían de “RLP”.
—De
parte de Patricia, de RLP. De lo contrario van a pensar que me manda Martinez
—¡No!...
No me menciones... El editor no conoce mi nombre. Sólo sabe que trabajo aquí,
así que con decir “RLP” las puertas del lugar se te abrirán como por arte demagia.
—Gracias,
Patricia... Es un buen consejo... Y espero que resulte, porque si en un mes no
consigo nada, me voy a ir a vivir al Paraguay...
—¿Al
Paraguay?
—Me
dijeron que allí siempre buscan gente, y a mí ya me da lo mismo estar en
cualquier parte.
—Ojalá
que no tengas que irte.
Ambas
mujeres se despidieron con calidez, y Lali se apuró a salir, cuidando de no
encontrarse con nadie más. Una vez en la calle, observó el edificio inmenso de
la editorial.
Sí...
Mendoza era parte de un pasado que tenía que olvidar. Buenos Aires, en cambio,
un presente que ya la había olvidado. Era hora entonces de soltarse de ambas
ciudades, y comenzar a caminar hacia su propio futuro. Si es que todavía había
alguno para ella.
—Claro
que nos interesas, Mariana... Nuestra revista, que conserva la misma línea
editorial que la “Today and Tomorrow” americana, está ávida de gente como vos,
con ganas de cambiar las cosas. Eso sí, si decides unirte a nosotros, es
probable que debas viajar con frecuencia.
—Eso
sería una ventaja para mí.
—Sos
una mujer joven... ¿No hay marido, o novio que...?
—Estoy
sola, y pienso permanecer así, al menos por un par de años.
—Yo
decía lo mismo, y, ¡mírame!... En menos de seis meses lo conocí, me enamoré, y
ya estoy esperando mellizos...
—Te
felicito... Pero lo mío nunca es así de fácil...
—Ya
mismo te alcanzo el formulario de ingreso. Claro que deberás hacer primero el
pre ocupacional, el examen físico, y psicológico... ¿Fumas?
—No.
—Mejor...,
por lo del seguro...
La
muchacha se puso de pie con dificultad, y recién entonces Lali pudo notar la
inmensidad de su abdomen. Y bastó ver aquel monumento a la maternidad, para que
de inmediato recordara que todavía tenía algo pendiente...
Al
salir se dirigió aquel lugar….