viernes, 31 de agosto de 2012

Capítulo 22: "Matrimonio Diferente"



Hola chicas perdon mil perdon por la demora ayer no pude subir realmente no pude mañana supongo q subo a la noche, gracias por sus comentarios,espero q les guste ,me encanta que amen a Cande es una genia, besos

Posdata : percha espero q subas el gran cap. te estoy vigilando aunque no pueda entrar demasiado hee jajaj te aviso cuando me conecto te visoo

CARO

Capítulo Anterior:
- ¿Cómo podes hablarme de ese modo? – Lali se estremeció ante sus palabras.
- ¡Podes ser una perra en mi cama, y no me importa nada cómo sos en la cocina o en el salón! – dijo con énfasis a la vez que la miraba profundamente -. Pero quítale de encima esas fantasías adolescentes de amor verdadero con Lanzani. No ocurrirá jamás mientras yo esté vivo. Sos mi mujer. ¡Hazte a la idea antes de que pierda la paciencia!
Pablo dio un portazo. Ella entonces respiró......

CAPITULO 22:
Lali pensó entonces que tal vez sería mejor decirle la verdad a Pablo acerca de Peter. Pero la idea, después de las duras palabras de Pablo, no la convencía.
“Caliente como el fuego”, “abandonada, una perra...” Tenía razón. Se había rebajado a un nivel absolutamente primitivo, se había dejado quitar sus principios, su decencia, su inhibición. Y entre esos principios figuraba el principal: para ella no podía haber sexo sin amor.
Bueno, Pablo podía volver a sus chicas . A ella le daba igual. ¡No era cierto! La idea de Pablo con otra mujer le resultaba intolerable.
Con un sollozo ahogado, Lali abandonó la habitación.
- ¿Está trabajando Pablo? – preguntó Cande.
- Probablemente – contestó Lali.
Lali acababa de darse cuenta de la ausencia de Pablo. Cinco años de soledad seguramente la habrían acostumbrado a no echarlo de menos. Pero la relación entre ellos había cambiado tan súbitamente que Lali hubiera deseado volver a los viejos tiempos en que se sentía separada de él.
- Esta tarde estuvo en la taberna. Lo comentó uno de los pescadores. ¿Está enfadado por algo, no? – Cande preguntó con un gesto de disgusto.
- Sí, hemos tenido una discusión.
- Aunque tiene un carácter muy fuerte, rara vez pierde el control. Pero da lo mismo, ya que mi familia no sabe muy bien cómo manejar sus cambios de humor. Mi abuela jamás alza la voz. Ninguno de ellos la levanta. No saben qué hacer cuando Pablo se pone así. La única vez que lo vi, me resultó fascinante.
Cande miraba atentamente a Lali, para ver su expresión y esperar su respuesta. Pero Lali permaneció en silencio, aunque con el ceño fruncido.
- Yo debía tener unos once años cuando oí hablar a mis dos tías sobre Pablo. Se preguntaban entonces quiénes eran sus padres naturales. Yo ni siquiera sabía lo que quería decir eso.
Lali se quedó pasmada.
- ¿Sus padres naturales...?
La cara de Cande se puso seria.
- Por supuesto yo fui lo suficientemente estúpida como para ir a preguntarle a mi madre y ella se puso furiosa. Pasaron años hasta que pude comprender que en mi familia la adopción era un tema tabú.
- Sí – reconoció Lali, simulando saber de qué se trataba. Pero internamente no salía de su asombro.
- Nadie habla de ello nunca. Todos los de fuera piensan que PAblo es hijo de mi abuela. ¡Si mi abuela tenía entonces cuarenta y ocho años!
Lali se estaba sintiendo incómoda ante la conversación. Era evidente que la curiosidad de Cande no había sido satisfecha en su momento, sino todo lo contrario.
- El que fuese un secreto seguramente lo hizo más difícil para Pablo.
- El tema de la adopción es mejor aceptado ahora que hace veintinueve años – dijo Lali respirando hondo -. Pero es un tema muy delicado, no debiéramos hablar de ello, Cande. Y, por otra parte, yo no sé nada más que vos.
- Lo siento, no sé cómo se me ocurrió hablar del tema..
- Porque soy parte de la familia, supongo. Pero creo que Pablo tiene derecho a mantener una cierta confidencialidad acerca de ello. Y puede que me equivoque, pero no creo que le apetezca que le hables del tema.
- No se me ocurriría.
Después de despedirse de Cande, se quedó pensando en lo que había descubierto ese día. Era algo que le inquietaba. No sabía nada acerca de Pablo, y eso le molestaba. En la habitación descubrió un enorme piano, y decidió sentarse en la butaca frente a él.
O sea que Pablo era un Martinez adoptado. Y Lali no debía molestarse por el hecho de que Pablo jamás lo hubiese mencionado. Pablo tenía tres hermanas, pero seguramente sus padres habrían querido tener un varón. Era evidente que la familia lo habría querido ocultar. Era cierto que nadie fuera de la familia lo sabía. Ella misma había leído muchas noticias sobre él en los diarios y en ninguna de ellas se hacía mención a ello.
¿A qué edad se habría enterado Pablo de la verdad? ¿Habrían sido más sinceros con él que con la gente de fuera? En caso de que se lo hubieran ocultado, habría sido un shock seguramente.
Lali interpretaba un concierto de Chopin, que era el tipo de música con la que solía acompañar sus pensamientos más profundos.
Esperaba que Candela fuese discreta. Seguramente Pablo no querría que se enterase más gente, y por eso no se lo había dicho a ella. O tal vez era un tema que no le importaba ya, en su vida de adulto.
Era evidente que él estaba muy unido a su familia. Incluso había sido capaz de casarse con alguien a quien no amaba para protegerlos, dejando sus propios intereses a un lado. Aunque le era difícil apreciar su sacrificio, teniendo en cuenta que a ella también la había sacrificado.
“Dios mío”, pensó. ¿Cómo podía vivir ella en un matrimonio en el que no se compartía nada más que una cama?
Pero era tarde para esas reflexiones. No tenía elección. Si hubiese tenido elección, ¿realmente hubiera tenido fuerzas para dejar a Pablo? ¿Era mejor aceptar estas migajas que quedarse sin pan?
Lali, fuera de sí, levantó las manos del teclado.
- ¡No pares!
Lali se quedó rígida. Lentamente giró la butaca, y se encontró con Pablo en la sombra, al lado de la ventana. Parecía estar tenso. Le brillaban los ojos, llevaba la camisa medio desabrochada y una barba incipiente y oscura.
- Toca para mí – dijo.
Lali volvió al teclado, y tocó nerviosamente, expresando en cada nota discordante un cierto desafío.
De pronto unas manos le apresaron las muñecas. Se hizo el silencio, interrumpido apenas por su respiración entrecortada. Sintió un escalofrío en todo el cuerpo cuando él se inclinó por encima de ella.
- ¿Por qué? – preguntó él, soltándole las muñecas.
- No soy tu esclava – murmuró temblando. Pero no era ese el motivo de su agresividad en el piano. Lali recordaba la primera vez que había tocado para él. La música era para ella una forma muy personal de expresión. Tanto que no la podía compartir con él.
- Toca – dijo él nuevamente.
- No tengo partitura.
- Podes tocar durante horas sin ella – le recordó él.
Lali, intimidada y disgustada por la presencia de Pablo comenzó a tocar con desenfreno, un trozo de aquí, otro de allá. Pero no quería tocar, por lo que cometió varios errores, y finalmente abandonó.
- Sos muy obstinada. Detrás de ese aspecto frágil, se esconde una personalidad fuerte.
Sin embargo, Lali se sentía muy débil en ese momento. Se levantó lentamente, sin mirar alrededor.
- Háblame de él – le dijo Pablo con calma. Pero le había interrumpido el paso, y no la dejaba salir.
- No sé de qué me hablas...
- De tu amante...
- No creo que te interese saber nada de él.
- ¿No? ¿Dónde lo has conocido?...........

miércoles, 29 de agosto de 2012

Capítulo 21 : "Matrimonio Diferente"



Holaa chicas perdon pero la demora, mas vale tarde que nunca no las queria dejar sin cap. estuve un pcoco muchoo sobrepasada de cosas q hacer jaja, bueno lamento desilucionarlas pero pablito el bipolar sigue sumando y restando puntos segun parece , gracia spor venir, gracia spor leer, gracias por pasar jajaja, besos genias
CARO

Capitulo Anterior:
- ¿Sólo bien? Se te ve estupenda – él la miró recorriendo su cuerpo con una mirada posesiva. Se demoró en el cabello liso, en la delicada perfección de su cara. La recorrió de arriba abajo, con descaro -. Estupenda... – agregó tomándole las manos.
Las palabras de Pablo pusieron en alerta a su corazón.
- Pablo.....
- Y mía – él completó la frase con satisfacción.
Las palabras de él parecían frenar lo que estaba a punto de decir……

CAPITULO 21:
- ¿Interrumpo algo? – les sobresaltó la voz de Cande.
- No, en absoluto – sonrió Pablo, soltando las manos de Lali.
- El personal está preparando el almuerzo – explicó Cande, observando cómo Pablo acercaba una silla a la mesa y hacía sentar a Lali en ella.
Lali era consciente de que sus manos temblaban. Pablo parecía comportarse con calidez. Pero seguramente era su comportamiento normal con una nueva amante. Porque ése era ahora su papel. Aunque bien distinta de las otras mujeres a las que él se llevaría a la cama. Pero el encanto se desvanecía enseguida. Pablo se aburría de las mujeres fácilmente. Ella lo había sabido siempre.
Les sirvieron el almuerzo.
Pablo no le quitaba la vista de encima, algo que inquietaba a Lali, y que le hacía levantar la copa de vino más de la cuenta.
De pronto sonó el teléfono móvil de Pablo, atendió la llamada a unos metros de distancia, donde se encontraba el aparato.
- ¡Me muero de ganas de que el resto de la familia te vea!
- ¿Cómo? – Lali desvió la mirada del rostro de Pablo, que le dedicaba una sonrisa desde donde hablaba por teléfono.
- Si parecen recién casados en su luna de miel. Cuando decidí venir a verlos, no me lo imaginé – dijo Cande -. Me voy a nadar ahora., te veré más tarde.
Lali bajó la cabeza, y volvió a sorber el vino.
Había decidido hablar con Pablo seriamente. Pero entonces la había desafiado un Pablo que la trataba atentamente, y que la hacía sentir una mujer muy deseable.
En ese momento, Pablo se acercó a ella y la rodeó por detrás, sorprendiéndola una vez más. Y nuevamente comprobó que su corazón la traicionaba cuando sintió el calor del cuerpo vigoroso y masculino de Pablo.
- ¿Qué ocurre pequeña? – preguntó él.
- Hay algo que tenemos que discutir...
- Olvídalo. Si la discusión tiene algo que ver con el divorcio, la separación, o Lanzani, es mejor que te mantengas callada.
Lali sintió una sensación absolutamente inesperada: en cierto modo se alegró de las palabras de PAblo.
- No se trata de eso.
- Entonces no es importante.
Y antes de que ella pudiera responderle, él posó la boca sobre la de ella, dándole al beso un sabor aún más dulce con el aroma del vino.
- Te deseo nuevamente.
Y ella lo deseaba tanto. De pronto se encontró imaginando escenas eróticas que la invadía sin poder evitarlo, una experiencia nueva para ella. Él le evocaba sin el menor esfuerzo la pasión vivida la noche anterior. Ni siquiera le tenía que decir palabras bonitas ni cumplidos. Unos pocos besos, y ella se transformaba en su juguete sexual, en una muñeca capaz de atender todas las demandas. Esa imagen le dio fuerzas para apartarlo de ella.
- Tengo que hablar con vos. Y pienso que es mejor que vayamos adentro.
- Podemos hablar en la cama – la miró él con descaro.
- ¡Si te acabas de levantar de la cama!
- Pero estoy deseoso de volver allí.
Y Lali se daba cuenta de que ella también lo deseaba. Que el calor volvía a su cuerpo. Y que si bajaba la guardia un segundo, él se aprovecharía de su debilidad.
- Me parece que sos demasiado sexuado.
- ¿Te estás quejando? – dijo él sonriendo.
Lali se hundió en el sofá.
- ¡Dios mío! ¡Tus pies no tocan el suelo! – se rió PAblo, sentándose frente a ella, luego la miró -. Habla, entonces.
- He estado pensando...
- ¡Peligroso! Es una costumbre que debes cambiar, ésa de pensar – interrumpió Pablo burlonamente.
- Acerca de ese certificado...
- ¿Y qué tenemos que hablar acerca de ese certificado?
- Debemos encontrarlo. Y he pensado que tal vez puedas darme alguna idea del contenido del certificado.
- ¡No! – dijo él cambiando totalmente el humor.
- Cuanta menos gente lo sepa, más segura está mi familia.
Por lo que se veía ella no formaba parte de su familia.
- No confías en mí.
- La confianza no juega ningún papel en este caso.
- Y la persona en la que menos confiarías es en la hija de Nicolas Esposito.
- No he dicho eso.
- No hace falta. Me has tratado como si fuera una leprosa durante mucho tiempo.
- El pasado es pasado ya.
- ¿Cómo podes decir eso si estás dispuesto a que yo conviva con él? Pensé que tal vez si supiera algo podría ayudarte a encontrar ese certificado – dijo ella apenada.
- ¡Ah! Ahora lo entiendo. Lo queres como pasaporte a tu libertad. Crees que con ese certificado en mi poder te dejaré marchar.
- ¿No es eso lo que queres vos también?
- ¡Lo quería desesperadamente hace cinco años! Y hace una semana pensé que tenía ese certificado. Pero algo ha cambiado en mí desde que descubrí que esa caja no lo contenía. Pensé que era el final de un asunto. No quiero perder el tiempo en una búsqueda infructuosa. ¡Se terminó todo!
- No – dijo ella reprimiendo las lágrimas -. No ha terminado, mientras aún estemos juntos.
- Eso no era lo que pensabas mientras hacíamos el amor. O cuando te morías de placer en mis brazos.
- Por favor... – dijo indefensa ante la acusación.
Pablo se acercó a Lali y le rodeó los hombros con las manos.
- Cuando estás en la cama conmigo sos caliente como el mismo fuego. Te gusta todo lo que te hago. Te gusta todo lo que te doy. Y lo que te hago sentir. Conmigo te abandonas, perdes el control, te morís de deseo...
- ¿Cómo podes hablarme de ese modo? – Lali se estremeció ante sus palabras.
- ¡Podes ser una perra en mi cama, y no me importa nada cómo sos en la cocina o en el salón! – dijo con énfasis a la vez que la miraba profundamente -. Pero quítale de encima esas fantasías adolescentes de amor verdadero con Lanzani. No ocurrirá jamás mientras yo esté vivo. Sos mi mujer. ¡Hazte a la idea antes de que pierda la paciencia!
Pablo dio un portazo. Ella entonces respiró......

martes, 28 de agosto de 2012

Capítulo 20 "Matrimonio Diferente"



Holaaa chicas gracias por sus comentarios no es la idea q sufran de bipolaridad gracias a este Pablito jajaja, sin mas vueltas les dejo un nuevo rock!!! (con edicion vieja estuve rememorando mi fotolog y la encontre jaja asiq  la use), les aviso q es un capi zarpadito , besos

CARO

Capitulo Anterior:

Tibia y relajada, Lali se movió lentamente, y el cuerpo a su lado, se tensó. Abrió los ojos negros y se encontró con unos ojos verdes. Su mirada intensa la dejó turbada. Sintió un vuelco en el corazón, un calor en aumento. Se encontraba mareada, sin aliento, y con la sensación de haber perdido toda racionalidad.
La punta de un dedo se posó sobre el labio de ella.
- Abrí la boca. Quiero probar cómo sabes – le susurró Pablo con ansiedad……

CAPITULO 20:
Sugestionada por su mirada, Lali obedeció instintivamente. Con un gemido de satisfacción, él llevó entonces sus manos al cuerpo de ella, sobre las caderas y la espalda, mientras su boca hambrienta buscaba la de ella con intensidad.
La punta de la lengua de Pablo se abrió paso entre los labios abiertos de ella, y luego probó el interior de su suave cavidad, algo que a ella le hizo estremecer.
Con manos insistentes, le bajó los tirantes del camisón, dejando al descubierto la punta erguida de sus pechos. Los acarició con suavidad. Acomodó la cadera a la de él, mientras sus muslos temblaban en respuesta al torbellino de sensaciones que experimentaba. Las manos de Lali, entonces, se adentraron en la cabellera  de él.
Cuando él dejó de besarla, el corazón de ella bombeaba rápidamente. PAblo jugó con los pechos de Lali, deslizo su lengua por el valle que se extendía entre ellos mientras sus manos jugueteaban con los picos que había formado anteriormente. El calor surgió en el interior de Lali como un oleaje violento que respondía a las caricias íntimas de Pablo, Lali gimió, gobernada por las exquisitas sensaciones que la atormentaban.
Se había transformado en una esclava de la pasión. Con un gemido suave que anticipaba otro beso apasionado, Pablo la apretó contra él, llevando sus manos a  la juntura de sus piernas. Buscó la suavidad que se abría más adentro, y con suave maestría la invadió como para que en cada nuevo movimiento la respuesta de ella fuera cada vez más intensa.
Era una dulce agonía de deleite que la dejaba sin aliento. Las caderas de ella se movían, contoneaban y alzaban como por propia iniciativa, a medida que el deseo iba aumentando hasta un grado casi insoportable. Entonces Pablo la levantó levemente y se internó entre sus muslos para que el cuerpo de ella se encontrara en el punto exacto con el de él. Pablo gimió de placer, y se internó en las profundidades de Lali.
Lali pareció ceder y adaptar su cuerpo a la invasión de él, a pesar de que la sensación, que era aún nueva, la sorprendió. Pablo se movía dentro de ella, creando en Lali una necesidad insaciable que ardía en su interior. Involuntariamente los dedos de Lali buscaron la espalda de Pablo y la recorrieron. Entonces, Pablo dio paso al éxtasis en el momento en que la poseyó tan plenamente que ella creyó volverse loca de placer. Y cuando ella se liberó de aquella tensión de placer, pareció consumirse durante un tiempo largo, interminable, que la dejó en una sofocada quietud.
- Se dice que los que saben esperar alcanzan el cielo... – dijo Pablo suavemente, abrazando el cuerpo de Lali contra el calor del suyo -. Pero la paciencia nunca ha sido una de mis virtudes.
Lali estaba totalmente exhausta, y no podía pensar. Y cuando su mente se disponía a ordenarse después del caos de sensaciones vividas, se durmió. Cuando se despertó nuevamente las cortinas estaban abiertas, el sol brillaba en el cielo, y había una bandeja con el desayuno a un costado de la cama. Buscó a Pablo y descubrió que se había ido, lo que la hizo sentir infinitamente sola.
Era el mediodía, pero ella no hacía más que pensar en lo que había pasado al amanecer. Su camisón estaba tirado en la alfombra como prueba acusadora de ello. Suspiró de pena ante la evidencia del horror.
Él la había despertado en medio de la noche, para que no supiese lo que estaba haciendo. Se duchó con fricción, pero no pudo borrar las huellas del íntimo contacto del él.
¿Por qué le echaba las culpas? Se preguntaba. ¿Por qué se engañaba pensando que él era el único responsable de lo que pasaba cada vez que la tocaba? La verdad era que cuando Pablo la tocaba ella se derretía, perdía el control, algo obvio para Lali, y que seguramente no se le escaparía a él. Sin ningún esfuerzo, él le había enseñado a necesitarlo, sin saber bien de qué manera lo necesitaba.
Cinco años atrás el instintivo deseo de ella la había incomodado en presencia de él. No había estado preparada para semejante intensidad. Y cuando PAblo había decidido que durmieran separados, había sido un alivio olvidarse de esas sensaciones que la habían afligido en presencia de él. Pero cuando PAblo había decidido romper esa pared que los separaba, la pasión había emergido en toda su magnitud.
Pero ahora se daba cuenta de que no lo había dejado de desear, igual que no había dejado de comprar sus medias favoritas. Era tan penoso aceptarlo... No le extrañaba que se hubiera reído de ella.
Y los arreglos florales que colocaba en el ala de la casa que ocupaba él, tal vez querían recordarle que ella existía... Se había aferrado a ello como a la compra de sus medias.
Tampoco se había transformado de sencilla adolescente a una de las mujeres más elegantes de Londres por casualidad. Probablemente lo había hecho para él. Era patético amar a un hombre tan ciegamente...
Porque ella lo amaba. Había querido derrotar a ese amor con el arma de la relación con PEter y negarle su existencia luchando inconscientemente por conseguir la libertad que su dignidad le pedía. Pero nada había cambiado. Pablo no la amaba, ni la amaría jamás. Sólo se veía unido a ella sin remedio. Por otra parte, para él el sexo era algo fisiológico casi. Se despertaba junto a un cuerpo de mujer y ya se sabía qué iba a pasar, lo único predecible en Pablo. Así que no debía creerse que de pronto se había convertido en una tentación para Pablo. Él era un hombre muy viril y sólo buscaba la satisfacción de sus instintos.
Pero no la dejaría marchar hasta que ese certificado no apareciera. De pronto sintió deseos de saber más. ¿Era un certificado de matrimonio? ¿Un certificado de nacimiento? ¿Un certificado de propiedad de acciones? Siguió enumerando posibilidades. Las dos primeras le parecieron poco posibles. Pablo había dicho que estaba protegiendo a su familia. Nunca había hablado de él directamente. ¿Habría cometido algún tipo de delito su familia? ¿Desfalco? ¿Malversación de fondos?
Se puso un vestido azul y fue hacia la terraza que dejaba ver a lo lejos el mar y los acantilados. En otras circunstancias hubiera querido sacar la foto de la vista espectacular desde allí, explorar la casa, pero sólo ansiaba encontrar a PAblo. Él estaba en la terraza, y cuando la oyó llegar se dio la vuelta.
Ella dudó ante sus ojos verdes que parecían penetrarla, y se sintió tan desorientada que no sabía si acercarse a él o no.
No podía desviar la vista de sus facciones doradas e inmediatamente recordó cómo se había sentido horas antes.
Pablo le dedicó una sonrisa y fue a su encuentro.
- ¿Cómo te sentís?
- Bien...
- ¿Sólo bien? Se te ve estupenda – él la miró recorriendo su cuerpo con una mirada posesiva. Se demoró en el cabello liso, en la delicada perfección de su cara. La recorrió de arriba abajo, con descaro -. Estupenda... – agregó tomándole las manos.
Las palabras de Pablo pusieron en alerta a su corazón.
- Pablo.....
- Y mía – él completó la frase con satisfacción.
Las palabras de él parecían frenar lo que estaba a punto de decir……

lunes, 27 de agosto de 2012

Capítulo 19: "Matrimonio Diferente"



Hello chicas, les traigo un nuevo capi, con un final medio zarpadito, se viene un nuevo rock???,mmmmmm nose nose jajaja, besos gracias a las q siempre estan espero q les guste, besos
CARO

Capitulo Anterior:
- ¿Por qué no me dejas ir?
- Sos mi esposa.
- No soy suficientemente buena para el papel.
- El certificado aun está por ahí – le recordó secamente él.
- Pero mi padre está muerto... Tal vez lo destruyó.
- No destruyó nada. Y Nicolas era muy listo. Puede que lo desprecie, pero debo reconocerlo. ¿Quién sabe qué habrá podido planear? Ante la posibilidad de que nos separásemos, seguramente alguien en alguna parte esté autorizado para usar ese certificado para hacerle daño a mi familia...


CAPITULO 19:
- ¡No seas paranoico! – murmuró Lali. Le empezaba a doler la cabeza.
- No es un riesgo que quiera asumir. Para él, hasta su muerte, vos estabas contenta con ser mi esposa. Y seguramente se aseguró que lo pagase si se me ocurría divorciarme de vos.
De todas las razones que había imaginado para que Pablo quisiera seguir unido a ella, la de que estuviera obligado a estar con ella eternamente era la peor. Y tal vez si no fuese porque ya estaba acostumbrado a esa condena, hasta se podría haber planteado que un accidente de ella podría liberarlo.
- Te has puesto pálida-le pregunto preocupado
- Me duele la cabeza.
Recordaba la furia con que había ido a buscarla al hotel. Y se daba cuenta de que no tenía nada que ver con sentimientos personales. Simplemente no podía dejar que lo abandonase.
Ahora se daba cuenta de la verdadera dimensión de los hechos. Comprendía la rabia y el desasosiego que habría sentido él los primeros tiempos de su matrimonio. Y lo que habría deseado que ella enamorase de otra persona en vida de su padre, para que lo dejara libre. Por eso la había acusado de ser estúpidamente fiel, obcecadamente fiel
Lali quiso retirar la bandeja pero Pablo se inclinó para ayudarla.
- ¡Puedo sola! – dijo desencajada, pero él ignoró sus palabras.
Una vez que se acomodó nuevamente en la cama, se tapó con la sábana y se puso boca abajo, incapaz de mirarlo siquiera.
Se sentía sin una pizca de orgullo, sin un ápice de vanidad. En unos minutos, PAblo había dado vuelta a todo. ¿Qué derecho tenía a pedirle la libertad? Le gustase o no, había sido su capricho por Pablo lo que lo había llevado a es situación. Ni siquiera su padre la habría empujado a casarse con un hombre al que no amaba ni deseaba.
- Estarás más cómoda sin esa bata.
Lali se puso tensa. Por un momento se había olvidado de que él estaba aún en la habitación.
- Da igual.
- Necesitas descansar, dormir una noche.
- De pronto sintió unas manos que le bajaban la bata, levantaban la sábana, y hacían caer la prenda. Luego volvían a poner la sábana en su sitio.
PAblo suspiró.
- Ésta es mi habitación. ¿Te importaría si me traslado nuevamente aquí?
- Ya me voy – dijo Lali disponiéndose a levantarse.
- Quiero que te quedes.
- ¡Oh! – contestó débilmente.
No encontraba ninguna excusa para negarle que durmiera en su propia cama. La amargura y resentimiento, y la decisión de abandonarlo se habían hecho añicos, pero, sin embargo, ella seguía en medio del terremoto, buscando desesperadamente una excusa para no compartir la cama con él.
Ahora comprendía la razón del cambio de actitud de Pablo. Ese día en París había sabido que su libertad era imposible sin el certificado en sus manos. Y se había enfrentado a los hechos: si no podía lograr ser libre, intentaría hacer su prisión lo más llevadera posible. Si no podía casarse con otra mujer... debía encontrar algo positivo en la que ya tenía.
De pronto, Lali se sintió sin defensas. Ella era la culpable de esa situación. Primero había sido un hombre que había demostrado estar muy interesado en ella, pero luego había tenido una actitud distante y fría en los siguientes encuentros antes de la boda, que a decir verdad habían sido dos. Pero no se lo había imaginado. Estaba loca por él, y se había dicho que serían los negocios que lo preocupaban.
Un ruido la sacó de sus pensamientos. Entonces vio a Pablo desvistiéndose. Lali cerró los ojos, pero escuchaba todos los ruidos, como el del agua de la ducha corriendo. Debía ser un ruido normal en la vida de cualquier mujer casada, menos para ella. Se imaginó el panorama. Toallas húmedas arrojadas a un costado, y todo en desorden.
Una vez había estado en la parte de la casa que habitaba Pablo, después de haberse ido él por la mañana, y lo había visto con sus propios ojos. Y había tenido la terrible sensación de que no podían vivir más separados dentro de su matrimonio.
Siempre se había sentido como una extraña en su casa. Jamás había movido un mueble, ni puesto de ninguna manera su firma en algún detalle de la casa.
Aquel día que vio su baño había sido el comienzo de su alejamiento de Pablo, Hoy, en cambio, era el día del quebrantamiento de aquel dispositivo para defenderse.
De pronto lo oyó cantar en la ducha. Parecía tan contento...
Al levantar la vista lo vio al lado de la cama, mirándola.
- Vete a dormir – le dijo.
Lali cerró los ojos. Oyó el suave ruido de la toalla caer de su dorado cuerpo. El colchón se hundió levemente, la sábana se movió y entonces se apagó la luz.
No hubo más que silencio. Lali estaba acostada, quieta como un cadáver, pero más despierta que nunca sabiendo que iba a dormir con PAblo desnudo a unos centimetros de ella. Cada movimiento de él la alarmaba y le aumentaba la tensión.

Tibia y relajada, Lali se movió lentamente, y el cuerpo a su lado, se tensó. Abrió los ojos negros y se encontró con unos ojos verdes. Su mirada intensa la dejó turbada. Sintió un vuelco en el corazón, un calor en aumento. Se encontraba mareada, sin aliento, y con la sensación de haber perdido toda racionalidad.
La punta de un dedo se posó sobre el labio de ella.
- Abrí la boca. Quiero probar cómo sabes – le susurró Pablo con ansiedad……

domingo, 26 de agosto de 2012

Capítulo 18: "Matrimonio Diferente"



Holaa como andan??? yo bien acabo de llegar y quiero subirles cap yaa mismo me muero por terminar esta adaptacion para empezar otra que tengo cais listaa :D, paso rapidamente porq estoy haciendo otras cositas, avisenmen si me freno un poco con los capis ,capaz q no llegan  a leer yo no entiendo el cole ,la facu, quita mucho tiempo, por eso mismo no exigo mil firmas como condicion para subir porq nose me parece horrible tipo "exigir", pero mientras aunque sea sepa q una leyo yo subo el proximo, un besoo q esten bien geniass! gracias a las q siempre estan!!
CARO

Capitulo Anterior:

- Pablo...
- Tu comida – Pablo atravesó la habitación y fue a recibir la bandeja que le traía un sirviente.
- Comé– le puso la bandeja en el regazo.
- Sé lo tuyo con Rocio Igarzabal…..

CAPITULO 18   :
- Cande.- murmuró Pablo casi inaudiblemente con el ceño fruncido -. ¿Qué es lo que sabes?
- Estabas comprometido con ella.
- Durante años – admitió él.
Lali miró la ensalada con apetito.
- Bueno, entiendo cómo te habrás sentido cuando mi papa te obligó a romper con ella, y perder a la mujer que amabas.
- El momento no era el mejor.....pero..
- ¿No era el mejor momento?
- Yo conocía a Rocio de toda la vida. Estábamos prometidos desde la adolescencia. No lo habíamos decidido nosotros. Había sido el deseo de nuestros padres, el acuerdo entre dos líneas de barcos. Rocio quería ser médica. Su padre no lo aprobaba, pero con mi apoyo le hizo ceder. Tanto Rocio como yo sabíamos que tarde o temprano íbamos a decepcionar a nuestros padres, pero mientras tanto jugábamos el papel que nos habían asignado.
- ¿Jugaban?
- Si hubiese dicho que no quería casarme con Rocio, su padre la hubiese obligado a casarse con otro y le hubiera impedido que siguiera sus estudios de medicina – explicó Pablo - Rocio es una profesional entregada a su vocación, a la que se dedica al cien por cien. No tiene tiempo para otra cosa. No es el tipo de esposa que yo hubiese elegido, ni yo el tipo de hombre que ella hubiese deseado como marido.
Lali tragó saliva. Había algo que no casaba con la imagen que ella había visto en el hospital. Pero tal vez era el producto de una afectividad entre dos personas que se conocían de toda la vida, y que no se veían desde hacía años.
- ¿No estabas enamorado de ella?
- Hace tiempo creí que lo estaba. Pero en cuanto ella se sumergió en sus estudios, me di cuenta de que éramos incompatibles.
- Querías que se dedicara a vos exclusivamente.
- Me conoces bien.- le dijo Pablo cancheramente
- Simplemente era un comentario. ¿Y por qué has dicho que no había sido el mejor momento el de nuestra boda?
- El padre de Rocio me maldijo por cortar la relación a causa de la dedicación de Rocio a su profesión, y ella empezó a tener serios conflictos con su familia antes de que pudiera independizarse.
- ¿Y cómo reaccionó tu familia?
- Con horror y vergüenza ante mi comportamiento. Un compromiso es algo muy serio en Grecia, sobre todo para familias tan tradicionales como la mía. Me acusaron de deshonrar el nombre de los Martinez. Es cierto que el compromiso iba a romperse de todos modos, pero el que yo me casara inmediatamente con otra persona agrandó las cosas.
- Lo siento – dijo Lali pensando en su padre, que había manejado las cosas sin importarle el daño que pudiera hacer.
- Ahora es ya imposible, Rocio se casó con otro doctor el año pasado. Y ambas familias aplacaron su ira. Aunque no estaban dispuestas a concederme el derecho a elegir nuestras parejas, pienso que en el fondo sabían que no éramos el uno para el otro.
¿Por qué había malinterpretado una demostración de afecto amistoso entre dos personas? Tal vez porque no le habían enseñado a demostrar sus emociones, sino a mantenerlas inhibidas. Lali se quedó pensativa mientras comía lentamente la ensalada.
- Te comportas como si fuera invisible para vos. Cuando haces eso me dan ganas de romper cosas y gritar – dijo PAblo.
- Es infantil...
PAblo se encogió de hombros.
- Hay un niño en cada uno de nosotros- le dijo
Lali se quedó asombrada ante su contestación. No le había molestado aceptar su parte infantil. Pablo era una caja de sorpresas.
- ¿Por qué no me dejas ir?
- Sos mi esposa.
- No soy suficientemente buena para el papel.
- El certificado aun está por ahí – le recordó secamente él.
- Pero mi padre está muerto... Tal vez lo destruyó.
- No destruyó nada. Y Nicolas era muy listo. Puede que lo desprecie, pero debo reconocerlo. ¿Quién sabe qué habrá podido planear? Ante la posibilidad de que nos separásemos, seguramente alguien en alguna parte esté autorizado para usar ese certificado para hacerle daño a mi familia...

sábado, 25 de agosto de 2012

Capítulo 17: "Matrimonio Diferente"



Hola les dejo el nuevo capi, espeero que les guste y no odien a Pablito ajajjaja es el un poco bipolar pero es lindoooo jajaaj, besos genias

CARO

Capitulo Anterior;

Lali no salía de su asombro. Pablo y Rocio, Rocio y PAblo. Hacía cinco años habían estado a punto de casarse. Hasta que el padre de Lali había intervenido en la elección. Sintió vértigo ante el significado de este hecho.
       Rocio y Pablo eran amantes. ¿Por qué insistía en que ella siguiera siendo su esposa? ¿Por qué había rechazado su propia libertad? ¿Por quería casarse con Rocio? ¿O estaba satisfecho con mantener a la buena doctora como amante? Una amante que no se reprimía en presencia de su esposa
       Lali se estremeció. No había nada en el juramento hipocrático que impidiera semejante comportamiento. ¡Ahora comprendía por qué Pablo no había querido decirle todo lo que le había costado su boda con ella…….

CAPITULO 17:
       Él decía odiarla. No podía ser de otro modo. Y ahora se estaba vengando.
       Lali hundió su cara en la almohada, con la sensación de ser la más desgraciada y estar más sola que nunca. Del mismo modo que Nicolas Esposito había manipulado la vida de Pablo forzándolo a una vida que él no había elegido, cinco años atrás, ahora Pablo quería que su hija sufriera el mismo destino presionándola para permanecer a su lado?.- Lali no podía dejar de pensar …
       Pablo se había sentido atraído por su esposa el día que ésta le había dicho que estaba enamorada de otro hombre?. Hasta entonces había creído que ella aún lo amaba, y la había estado castigando con su indiferencia para que pagase los pecados de su padre.
       Aun no sabía que Peter había desaparecido de su vida, pero estaba dispuesto a conseguir que así fuera. Tal vez por lo de “ojo por ojo, diente por diente”. Él había sido privado de Rocio, quizás ahora quisiera que Lali también perdiese a su amor. Su padre siempre había sido inalcanzable a causa de su chantaje, pero ella era un objeto fácil para la venganza. Y Pablo era un sádico. Incluso había representado el papel de hombre apasionado con ella, cuando ahora quedaba claro que había sido todo planeado para desquitarse. En su momento ella había pensado que él le había querido demostrar que podían tener un matrimonio de verdad, y que quería hacerla tambalear en su convencimiento de que amaba a Peter.
       Pero ahora veía que el motivo por el que había hecho el amor con ella era aún más humillante.
       Ella había caído en las redes de su maestría sexual. La había seducido para dejarla más confusa aún. Lali se sentía degradada por su propia vulnerabilidad.
       El cansancio la había llevado a un sueño intranquilo pero largo. Se despertó pasada la medianoche, y se dio cuenta de que llevaba durmiendo doce horas. Era evidente que físicamente le había hecho bien, si bien se sentía muy hambrienta.
       Se puso la bata y fue a buscar comida. Su mente vagaba por pensamientos oscuros y angustiosos cuando de pronto se encontró a Pablo, silencioso, a su paso hacia la suite. Se llevó el susto de su vida.
- ¿Buscas un teléfono, pequeña?
En la penumbra, los rasgos de Pablo parecían los de una escultura.
- ¿Un... teléfono?
- Por la duración de tus llamadas a Lanzani, pareciera que encuentras en ellas un buen sustituto del sexo – murmuró con insolencia -. Y llevas como cuarenta y ocho horas sin tu ración. De todos modos, si eso es lo que queres, podría aceptar el desafío y llamarte desde un teléfono interno. Estoy dispuesto a demostrarte que también eso lo hago mejor que él.
- ¡Sos perverso!
- Me está empezando a dar pena, tu pobre Adonis. ¿Cuánto lleván juntos? ¿Dos meses y medio de manitas, suspiros, y dulces conversaciones?
- ¡Es cosa mía! – gritó ella apretando los dientes de rabia.
- Pero ya ves, me muero por conocer todos los detalles...
- Tengo hambre – dijo con debilidad.
- No creo que estuvieses hambrienta de él. Tal vez sí de un romance y de que te prestasen atención. Lo comprendo.
- Sos tan primitivo. ¡Deberías estar en una jaula! – Lali perdió el control ante la arrogancia de Pablo.
- ¡Por lo menos me intereso de los motivos que te llevaron a sentirte atraída por un tipo de tercera clase como Lanzani – le soltó él lleno de rabia.
- Tengo mal gusto, Pablo ¿No lo sabías? Después de todo una vez fui capaz de fijarme en vos y elegirte.
Lali se estaba poniendo cada vez más furiosa. Según ella Pablo no estaba celoso de Peter, sino que se sentía herido en su orgullo de macho. No podía soportar que su esposa prefiriera a otro. Y no era momento para admitir que Peter era tan de tercera como Pablo había dicho.
- Necesitas... – empezó Pablo
- Bueno, …no necesito que me quites la ropa como la última vez.
Hubo un silencio impenetrable. Pablo se quedó mirándola, y de pronto soltó una risotada. Lali estaba roja de rabia y desconcertada. Cuando hizo ademán de seguir su camino, él la retuvo y la devolvió a la habitación que acababa de salir.
- ¿Has dicho que tenías hambre, no? Pediré que te traigan comida – dijo abruptamente.
Pablo la sentó en un sofá. Ella entrelazó sus manos en un gesto de ansiedad que pretendía sofocar la revolución interna que le producía sentirse bajo la influencia y el poder de Pablo. Era imprevisible. Alguna vez eso le había atraído enormemente. Era tan distinto a ella. Pero ahora se daba cuenta del carisma que tenía. Lo había notado cuando se había reído.
¿Qué le extrañaba de la situación, entonces? Sí, era extremadamente atractivo, devastadoramente sexy, muy sexy realmente. No podía evitarlo. Él era así, simplemente. Lo había observado en fiestas, en cenas, cómo llamaba la atención de todas las mujeres. Y era algo que él sabía perfectamente. Probablemente su madre y sus hermanas lo adoraban. Así que natural que ella también se viera atraída por ese magnetismo. Y que una sola sonrisa suya la dejara indefensa. Era natural su reacción hacia él. No había nada más. Sólo que era una mujer, y que era humana.
- Me alegro de que te sientas mejor. Pero se te ve muy seria.
Lali respiró hondo, y descubrió en el rostro de Pablo las huellas del estallido de humor que había expresado anteriormente.
- Tenemos que hablar.
- Es un poco tarde ya, pequeña.
Allí estaba el engreído de su marido. Nunca la había tomado en serio. Quizás no tomaba en serio a ninguna de sus mujeres. O tal vez fuera porque ella era morocha y pequeña, y una vez había estado loca por él.
Pero hacía cinco años él había alzado una pared de hielo entre ellos, y la había dejado en un mundo irreal que no era ni el de una mujer casada ni el de una soltera. Y ahora no se le ocurría que sus sentimientos pudieran haber cambiado, y ya no estuviera interesada por él. Ni lo mucho que había podido sufrir.
Pablo había dado por hecho que ella no iba a sacrificar un mundo de privilegios para ganar su libertad. Pero ésas eran las barreas que Lali tendría que romper.
- Pablo, tenemos que hablar. Y si es posible, quisiera que no te pusieras furioso, ni que me amenazaras o fueras sarcástico.
Pablo estaba apoyado en un escritorio, y la miraba con indulgencia, como quien mira a un niño que quiere demostrar su madurez a pesar de la obviedad de sus pocos años.
- Pablo...
- Tu comida – Pablo atravesó la habitación y fue a recibir la bandeja que le traía un sirviente.
- Comé– le puso la bandeja en el regazo.
- Sé lo tuyo con Rocio Igarzabal…..