sábado, 29 de junio de 2013

Capítulo 60:"Vos necia, Yo mentiroso"



CAPITULO 60:
Durante todo aquel día Lali tuvo la extraña sensación de que todos callaban al verla, sólo para estallar en miles de susurros ni bien ella se iba. Era obvio que estaban cuchicheando a sus espaldas. Y lo peor era que no ignoraba el motivo de tanta atención. ¿Se habría extralimitado? Después de todo, en su artículo sobre los mentirosos, ella no había mentido ni un poco. Y si alguno se sentía retratado en él...
—¡¿Un conocido editor en jefe?! –bramó Maca ni bien la vio, agitando el último número de la revista como si fuera una espada— ¡¿Te has vuelto loca, Lali?!... ¡Todos saben que estás hablando de Pablo! La radio no ha parado en toda la mañana de hacer comentarios sobre el artículo, y ahora, de seguro, van a sumarse los programas de la televisión.
—No menciono ningún nombre, ni digo ninguna mentira... –se defendió la muchacha.
—¿Qué es esto, Lali?... ¿Una venganza personal?
—¡Pues si es así, podes seguir vengándote de quien quieras! –se emocionó Agus que acababa de llegar— ¡RLP está en boca de todos!
Tras él, apareció Benja, que no se veía tan exultante, como preocupado.
—¿El “patético conductor” soy yo?
—Decime... ¿Pablo autorizó esta nota?
—Yo la autoricé –respondió Lali— Es sólo una nota más.
—¿Él la leyó? –insistió Maca.
—Ahora nos vamos a enterar... –dijo Agus, mientras se acercaba a la pantalla para conectarla.
La voz grave de Pablo resonó en la sala, y los demás se quedaron callados.
—Estoy conectado a Internet desde hace unas horas... Me alegra que mis palabras sean órdenes para ustedes. Veo que les ha llevado muy poco mejorar nuestroposicionamiento en el mercado... Como ven, todo es cuestión de buena voluntad.
—¡Todos hablan de nosotros! –se entusiasmó Agus.
—Todos hablan de mí –concluyó Pablo.
—El artículo me pareció malintencionado –salió en su defensa Maca.
La mirada Pablo se fijó en un punto indefinido de la pantalla, pero Lali sintió como si fuera en ella.
—A mí me pareció muy bien –aprobó el jefe—, excepto por el uso del potencial. Como sea, hemos logrado lo que queríamos, así que ahora hay que mantenerlo.
—¿Y el artículo sobre cirugía estética que te envié ayer? ¿Lo leíste?
—Lo que le falta a tu artículo, Maca, es humor... Eso es lo que hizo tan atrapante la nota de Lali. Era divertida, y la gente la leyó hasta el final. Además,específicamente te pedí que la hicieras junto a Agus  y...
—Eso es culpa mía. Agus  tiene horarios muy difíciles y...
—En realidad fui yo el que...
—Bueno... No hay problema. Hoy se juntan, y...
—Hoy no puedo.
—Yo tampoco.
Los demás los miraron con suspicacia. ¿Qué había ocurrido entre esos dos? Del otro lado de la mesa, Benja, indiferente, pegó un grito, mientras levantaba la revista.
—¡Lo encontré!... ¡Aquí está el verbo en potencial!... – Y leyendo, agregó—“¿Podrían sus dotes como amante compensar tanta mentira? ¿Qué tan maravillosas tendrían que ser sus caricias como para producir el olvido del daño?” 
Entusiasmado, se dirigió a la cámara.
—Está hablando de vos, Pablo... ¡Ah!... ¡Ahora entiendo!... ¡Claro!... Objetas el uso del potencial...
—Muy listo, Benja.
—Pero tenes que perdonar a nuestra Lali... La pobre no puede saber como sos, porque nunca...
—Aclarado el punto –lo interrumpió de inmediato Lali— ¿por qué no nos ocupamos ahora de la próxima edición?
Del otro lado de la pantalla, Pablo sonrió.
—Antes de que dejemos a un lado el artículo –se apuró a decir Agus—. Desde la mañana que han sonado los teléfonos para entrevistar a Lali. La nota le gustó a todos, y...
—Yo no quiero entrevistas –lo interrumpió la muchacha.
—Lo que esos cuervos quieren, es tirarle de la lengua en tu contra, Pablo –se preocupó Maca—. No le permitas que...
Pablo la interrumpió.
—Nada más inútil. Ya aprendí que a Lali no se le impone nada. Diga lo que yo diga, siempre terminará haciendo sólo lo que ella quiera –respondió con amargura.
Demasiada amargura, como para pasar desapercibida a los demás. Demasiada amargura, como para no lastimarla....
Po otro lado...
Nada le estaba saliendo bien. Ni siquiera esa tarde. Durante semanas había pensado en alguna actividad que pudiera acercarlo a Lali. Se moría por tocarla, por acariciar su intimidad... Por atraer ese cuerpo que el hijo de mil putas de Pablo  había dejado en llamas.
Vico perdió la mirada en la cola perfecta que, mojada, se mostraba invitante. En el contorno de esos pechos firmes, que se dibujaban en cada salto. En sus piernas, , como él las quería, en mil posiciones, pero, para su desgracia, siempre a la distancia.
Sí... Nada estaba resultando como él lo había planeado. Aquel sábado había sugerido ir a patinar sobre hielo, (algo que él y Lali solían hacer en su infancia), para poder gozar de aquella intimidad que tenía grabada a fuego en su memoria. Como cuando tenían trece años, y ella se tomaba de su cintura, buscando el equilibrio perdido. O usaba su cuerpo para detenerse, pegando tanto su pecho, que, a pesar del hielo, él comenzaba a transpirar. O ensayaba algún paso, rozándolo con dulzura, hasta hundirlo en el delirio.
 Pero aquel sábado, con trece años ya transcurridos, Lali conservaba intactas su gracia y su belleza, mientras que él, confinado atrás de un escritorio, se había vuelto duro y anquilosado. Ponerse los patines no había sido su mejor idea, y, por supuesto, no iba a empeorarla separándose demasiado de la valla. Su compañera, en cambio, disfrutaba de la pista helada y de la música, sonriéndole a la distancia. ¿Por qué Lali le quedaba siempre tan lejos? Por lo menos ahora lo dejaba besarla. Eran besos apasionados de su lado, y caricias indiferentes del de ella, pero algo era algo.
—¡Te estás aburriendo!
—No importa, Lali... Vale la pena, si al menos te veo sonreír...
—¡Sí!... De verdad lo disfruto... ¡Hagamos una cosa! Déjame un rato más, y luego vamos a tomar algo... ¿Por qué, mientras, no te sacas los patines, y te sentas a leer mi artículo?
—Sí... Ya lo voy a leer.
—¡No!... Es obvio que no queres hacerlo... Y no entiendo por qué. Es la primera vez que sale publicado algo mío, y...
—Han salido miles de notas tuyas.
—¡No!... Notas de otros, que yo corregía... Esto es lo primero mío. Y, de verdad, me gustaría tener tu opinión...
—Voy a leerlo... Pero sabes que estuve muy ocupado...
—Salió el jueves, y hoy es sábado... ¿Tanto te cuesta leer seis hojas?
Otra vez la muchacha se alejó, para disfrutar de un goce que él no sabía darle.
No... Claro que no quería leer ese maldito artículo. Todos hablaban de él, y el tema de lo inevitable de terminar eligiendo a un mentiroso, se había instalado ya en la sociedad. Los programas televisivos, ávidos de material, se habían hecho eco de él de inmediato, rellenando sus horas con disquisiciones sobre el asunto: “Cómo distinguir a un mentiroso”, “Cómo protegerse de uno”, y cosas por el estilo... Su amiga estaba a un paso de ser famosa. Y Vico no ignoraba que de los antiguos tres, (Gas, él y ella), Lali era, lejos, la única que lo merecía.
¡Claro que Martinez no la quería dejar ir! De seguro, también era mejor que él. Pero no. En su fuero íntimo Vico estaba convencido de que lo que ese hijo de puta no quería perder, no era a la periodista, sino a la amante. Porque también en eso Lali se destacaba. Ella sabía amar como ninguna... ¿Cuántas veces Gas se había jactado de su felicidad? ¡El muy desgraciado!... Porque Gas sabía muy bien lo que le pasaba con su esposa, y por eso le encantaba pavonearse frente a él.
Para ese imbécil, Lali no era más que otro partido ganado. Otro partido que, como tantos otros en su vida, Vico había perdido miserablemente. Pero ahora, con Gas bajo tierra, y Pablo en Estados Unidos, había llegado el momento de la revancha.
—¡Lali!... ¿También te has sacado los patines?
—Me dio lástima dejarte allí, tan aburrido.
—¿Vamos?
—No puedo... Ese nenito me tiró, y creo que todavía estoy empapada...
Y entonces, con esa sensualidad natural que a su amigo lo volvía loco, simplemente se dio vuelta para que él chequeara con sus propios ojos toda la grandeza de aquella cola mojada, y perfecta.
—Sí... –dijo, intentando tocarla.
Pero la muchacha se corrió en el momento justo.
—Mejor nos quedamos aquí... Mira este rinconcito... El sol entra por la ventana.
 —Sí, mejor nos quedamos aquí –dijo él, presionándola contra los vidrios con su cuerpo ardiente–. Te deseo tanto, Lali ...
La joven volvió a esquivarlo.
—Cuidado Vico... Está lleno de nenes. ¡Y aunque estuviéramos solos!
—¿Qué ocurre? ¿No soy Martinez?
—No, no lo sos.
—¿Por qué no me das la oportunidad que le diste a él?
—Porque no pienso cometer dos veces el mismo error... No, Vico..., el próximo hombre que se acueste conmigo, va a ser mi esposo.
—¡Entonces casémonos!... Los hombres pasan por tu vida, y sólo yo permanezco a tu lado. Sabes que estamos predestinados para terminar juntos...
Mal que le pesara a Lali, su amigo tenía razón. Vico siempre estaba allí cuando más lo necesitaba. Y era bueno y, a pesar de mentir como todos, era mucho más confiable que los demás. ¿Qué se iba a quedar esperando?... ¿A Pablo?... Sí, era cierto que cada vez que se comunicaba con el grupo, su jefe siempre se las ingeniaba para decirle algo que la hacía estremecer. Era obvio que él sabía como excitarla, y que todavía no había perdido el interés por hacerlo. Le gustaba sentirla bajo su dominio, aún a la distancia. Quizás porque sabía que, ni bien volviera, todo contacto iba a llegar a su fin. O porque, sin buscarlo, Lali lo había herido en su orgullo de conquistador, y ahora sólo intentaba obtener una revancha.
La joven suspiró.
—¿Qué contestas? –insistió Vico.
—¿Me ofreces volver a Mendoza?
—¡No!... Te ofrezco matrimonio. Podemos quedarnos aquí, si queres. Ahora que ese artículo ha levantado tanta polvareda, te va a ser fácil conseguir incluso un trabajo mejor que el que tienes con Pablo. Está visto que lo tuyo no es el periodismo político, o de investigación, sino más bien los temas humanos. Yo mismo podría hablar de nuevo con el dueño de...
—¿Crees que con el artículo publicado sea más fácil conseguir algo?
—El muy idiota de Pablo sabía a la perfección que la única forma de retenerte, era mantenerte oculta. Al menos ahora tiene la decencia de permitir que te luzcas... Quizás es su forma de compensarte por lo mal que se portó con vos...
“O de sacarme de encima, sin sentir culpa”, pensó Lali. Vico tenía razón. Pablo nunca antes le había dado la oportunidad que ahora, en cambio, le servía en bandeja... Sí... Las demás tenían razón... Aquel amante eficiente no era, ni por mucho, el peor de los hombres.
—Además, sabes que todavía está en pie la promesa que le hiciste a tu suegra. Y el tiempo corre... Pensalo, ¿qué tan mal puede irnos, si estamos juntos?
Lali observó a aquel hombre enamorado.
—¿Y?... ¿Qué me respondes?
—Como vos decís, Vico... Tengo que pensarlo.

sábado, 22 de junio de 2013

Capítulo 59: "Vos necia, Yo mentiroso"


Hola perdon por la demora, de verdad se me complica subir mas seguido estos dias, estoy a punto de salir de vacaciones en la facu calculo que una semanita mas y ya, gracias a las de siempre por comentar es importante para mi, asi me hacen saber que leyeron el cap , a quien tienen ganas de desaparecer de la nove jajaja, tambien si les gusto o no , sin mas rapidamente les dejo el capi ,besotes

CAPITULO 59:
Lali se miró en el espejo del baño de la redacción, y suspiró. Debía haber por lo menos otras diez mujeres allí, y todas se veían espléndidas. Arregladas a la moda, con el cabello bien peinado, y uñas impecables. Con polleras, camisas sugerentes, y tacones altísimos. Ella, en cambio...
—¿Vos sos la nueva editora, no?
Lali miró a la joven que le hablaba. Esa muchacha era, sin lugar a dudas, la más bella de todas las presentes.
—En realidad... soy una asistente del señor Martinez, y ocupo su lugar mientras él 
no está.
—¿Ese artículo que estaba el otro día sobre la mesa, es tuyo?
—¿Cuál?
—El de “Elegir al mentiroso”.
—Es sólo un borrador... Falta todavía.
—¿Vos escribiste ese artículo? –se interesó otra.
—¿También vos lo leíste? –se extrañó Lali.
—¡Todas!... Nos reímos un montón... Sos una niña “muy” mala, ¿lo sabías?.
—Son algunas cosas que me ocurrieron a mí. Pero quisiera ilustrarlo un poco más...
—Pues no tenes que ir demasiado lejos. En “RLP” lo que sobran son mentirosos.
—¡Ya lo creo! –se entusiasmó una tercera.
—¿Por quién lo dicen? –preguntó Lali, temiendo la respuesta.
—¡Por Pablo!
—¡Por Benjamin!
—¡Por Agustin!
Todas se dieron vuelta para mirar a la última que había hablado.
—¡¿Por Agustin?! –corearon, sorprendidas.
—Me prometió que me iba a dar un aumento, y no cumplió –se disculpó la muchacha.
—¡No seas tonta, Luli!... No hablamos de ese tipo de mentiroso, sino del que te 
destruye el corazón.
—Ah... Entonces es Benja.
—Sí... Benja –consensuaron las presentes.
Lali las miró extrañada.
—¿Todas se acostaron con Benja? –preguntó.
—¡No!... No soy tan idiota –dijo la más hermosa.
—¡Ni yo!
—¡Ni yo!
Las demás callaron.
—Benja es el tipo más mentiroso que conozco. Realmente te usa, y te tira –comentó 
la que parecía más vieja.
Y un coro de ángeles la apoyó. Lali se mordió el labio, pero no pudo evitar preguntar.
—¿Y Martinez?... Alguien lo mencionó... ¿No creen que él es mentiroso?
—¡No!... ¿Por qué? –se sorprendió una.
—Al contrario. Siempre sabes a que atenerte con él... Y si tenes dudas, miras su página de Internet, y ¡listo!
Las damas rieron encantadas. Lali, en cambio, estaba confundida.
—¿Su página de Internet?... ¿A qué se refieren?
—www.todas_amamos_apablomartinez.com.ar. Te puedo asegurar que la que la hizo, lo conocía muy bien.
—¡Cómo todas!
—¿Todas? –preguntó Lali, sin ocultar su desilusión—. ¿Todas se han acostado con él?
—¿Vos no? –se sorprendió la más bella— ¡No sabes lo que te pierdes!
Lo peor era que ya lo sabía. Y a Lali le dolía demasiado darse cuenta que formaba parte de un club tan poco exclusivo.
—Pablo, a diferencia de Benja, es una amante increíble.
—Rápido, pero increíble.
—¿Rápido? –se extrañó Lali.
—Quince minutos a lo sumo, nunca más... Pero lo mejores quince minutos que hayas pasado en tu vida.
—¿Con todas es igual?
—¡¿Bromeas?!... Busca en la página. Allí se cuenta con lujo de detalles lo que 
podes esperar de un encuentro amoroso con nuestro jefecito.
—Yo creo que se acostumbró a ser tan rápido, por eso de que en Washington se dedicaba a las mujeres casadas. Es como si temiera la llegada de algún marido celoso, y tuviera que apurarse.
—Rápido, o no, he tenido más orgasmos con él, que en los tres años que estoy con mi chico.
—Yo no sé que hace cuando está allí abajo, o quién se lo enseñó, pero...
—¿Allí abajo? –se sobresaltó Lali—. ¿Te referís a sexo oral?
—No, querida... ¡Me refiero al paraíso!... Lo que hace mi marido es sólo sexo oral. Él, en cambio, es un maestro... Cinco minutos, y ya te deja muerta...
Lali enrojeció. Por fortuna ni siquiera lo había intentado con ella.
—Y esa cosa que usa... –aportó la más callada.
—¡Sí!... ¿Qué es eso?
—Un protector bucal... Para evitar el SIDA. –les informó Fátima, otra de las redactoras.
—¡Ah!... Porque tiene una obsesión con eso de contagiarse de algo... Jamás acepta tener relaciones sin preservativos... Yo soy alérgica al látex, y se lo imploré...Pero hasta que no consiguió el condón adecuado, me dejó esperando en el auto.
—Dicen por ahí que es porque el tío se murió de SIDA. Que ese es el motivo de su obsesión...
—¿Siempre usa preservativo? –se preocupó Lali.
—Las dos veces que se viene. Porque siempre son dos veces...
—Primero se asoma para ver la luna, y después te hace ver las estrellas... ¡Dos veces! Y en quince minutos, si te he visto no me acuerdo.
—¡Pero qué fabulosos quince minutos!
—¿Qué?.. ¿Y después de quince minutos, se acabó todo? –preguntó Lali  inquieta.
—Todo, todo, no... Después dice que te ama...
—... y que has sido su mejor amante...
—Pero que no puede comprometerse a esa altura de su vida. Y que por eso se ha hecho...
—¡Una vasectomía! –corearon todas las presentes.
Y comenzaron a reír.
—¿Y todo eso figura en la página de Internet?
—¡Claro!... Con Pablo, siempre es igual...
—¿Y a todas les dice que las ama, y que han sido sus mejores amantes?
—Siempre dice lo mismo.
Lali estaba cada vez más confundida, con ella no tardo 15 minutos y no se cuido.
—Pero no entiendo... Si ustedes saben de qué se trata..., saben que les va a mentir miserablemente, ¿por qué aceptan irse a la cama con él?
—¡Ya te dijimos! Porque esos quince minutos son la gloria. Porque a diferencia de lo que hacen los otros, él siempre se preocupa de que primero la cosa valga la pena para vos... Y eso es algo muy raro hoy en día...
—¡Y si hablamos de Benja, es directamente imposible!... ¡Creo que el muy estúpido está convencido de que el orgasmo femenino es sólo un mito!
Y mientras que para Pablo todos habían sido halagos, (halagos inexplicables, según la visión de su asistente), para Benja, en cambio, todas fueron críticas amargas. Pero Lali apenas las escuchó. Sentía que su cabeza estaba a punto de estallar.       Y su corazón. Y su alma...
Aquellas mujeres parecían haber amado a un hombre muy distinto al suyo, y sin embargo...
Ellas eran mayoría. Y Pablo era un mentiroso. Una a una, las otras fueron saliendo del baño rumbo a sus tareas. Riendo, y hablando con liviandad de sexo y sentimientos, como si las dos cosas fueran iguales, y no una, un dulce complemento de la otra.
En cuestión de minutos Lali estaba otra vez sola, mirándose todavía al espejo, como si pudiera encontrar en él su alma, o lo que quedaba de ella.
La voz de Fátima la sorprendió.
—Eso del protector bucal se lo enseñé yo... Él no sabía que el SIDA. se podía contagiar también por el sexo oral. Es más difícil, pero no por eso es imposible...
Lali la miró a través del espejo, y la otra hizo lo mismo, antes de continuar hablando.
—Pablo no es un mentiroso... Hay que saber distinguirlos, y él no lo es... El verdadero mentiroso, mientras habla, cree decir la verdad. Por eso todas caemos.Es el tipo que te promete matrimonio sin ruborizarse, aunque tenga mujer y ocho hijos. Y es que en ese momento, está enamorado, y cree que de alguna forma va alograrlo... Se engaña, y te engaña. Pero Pablo no es así... Él sabe cuando está mintiendo, y por qué lo hace... ¿Sabes? Una vez tuve un novio. Yo tenía veinte, y él un poco más de treinta... Era el hombre  más lindo que había visto en mi vida, y el segundo tipo con el que iba a acostarme. Con tanta experiencia, te imaginarás, me creía una mujer superada y de mundo... Por eso aquella primera noche, a pesar de la vergüenza que me daba hacerlo, le dije, “¿No vas a usar condón?” Todavía me acuerdo la cara que puso cuando me respondió... Me miró con ternura, y me susurró, “ ¡Por favor! Confío en vos. Sé que no necesito usarlo”. A mí me pareció tan dulce... Y a los tres meses me enteré que yo era HIV positivo. Después me confesó que hacía más de un año que sabía que era portador, pero que no lo decía, porque no le gustaba sentirse discriminado por eso.
—¡Qué horror!
—Sí... No siempre ser sincero es fácil. Yo le digo mi condición a todas mis parejas, y muchos huyen despavoridos... Pablol, no. Él no tuvo miedo. Y fui yo la que le enseñé lo del protector bucal... Él siempre aprende algo de las mujeres con las que está... Y creo que, de alguna manera, a todas las ama, aunque sea un poco... Sé que cuando llegó a Miami, (creo que tenía diez años, o algo así), su tío lo paseaba por todos los burdeles habidos y por haber. El tipo era un solterón, que no estaba dispuesto a cambiar de vida por tener a un niño a su lado.
Así que el pobre Pablo se crió entre putas... Quizás por eso sabe mirar a una mujer más allá de su apariencia... Y creo que fue una de sus “amiguitas” la que le enseñó a hacer esa magia con su lengua y con sus dedos que cautiva a todas.
Lali volvió a fijar la vista en su propio reflejo. Sí... Quizás todo era cuestión de apariencias.

sábado, 15 de junio de 2013

Capítulo 58: "Vos necia, Yo mentiroso"


Hellooo paso rapidisimo a dejarles capi, espero que les guste gracias por leer y comentar geniass, besotes

Capítulo 58:
—No. Pero a esa hora va a conectarse, y haremos una video conferencia con él.
—¿Qué hora es? –preguntó Lali.
Pero en su corazón ya latía una respuesta. Era demasiado tarde….
—Buenas tardes a todos... Quisiera decirles que los extrañé, pero la verdad es que no he tenido tiempo, porque he estado muy ocupado...
—¡Lo imagino! –dijo Benja con picardía— De seguro allí en Washington te has vuelto a encontrar con algunas viejas amigas..., y dudo que te hayas levantado de la cama ni para comer.
—Algo así –respondió su jefe.
Y a pesar del delay en la comunicación, pudo notarse como, desde el otro lado del mundo, Pablo recorría con la mirada la sala de la redacción. Maca se apuró a acaparar la cámara, mientras Lali, en cambio, se escondía detrás de Benja.
—Bueno –dijo Pablo al fin—, ante todo quisiera felicitarlos. Vi los dos programas, y la revista... Tal parece que no me necesitan. Todo ha resultado impecable.
—Fue el trabajo de equipo –se apuró a decir Benja, para ocultar el hecho que, desde que Lali estaba al mando, él la dejaba hacer también su parte.
—Lo que fuera, sigan así... Lo único que me preocupa, aparte de la cara de Maca, es...
—¿Lo notaste, Pablo? –preguntó la muchacha, esperanzada.
Pero la respuesta, como todas las otras, tardó un tiempo eterno en llegar.
—He estado viendo las últimas encuestas acerca de los lectores de la revista.
—¿No se me ve mejor? –insistió Maca.
—Hemos aumentado la tirada... –se ufanó Agus—. Somos la publicación política más comprada del mercado.
—Eso es por las elecciones que se aproximan... Mi programa también subió el encendido.
—¿“Tu” programa, Benja? –se enojó Maca.
—Lo que me preocupa —continuó Pablo—, es que nuestro público lector se ubica en la franja del varón, mayor de cuarenta años... No entiendo por qué, si nosotrossomos más jóvenes que eso, atraemos sólo a ese segmento de la población, y cómo, si tenemos tanta presencia femenina en nuestro equipo, no podemos interesar también a las mujeres con nuestras notas.
—Mi público es esencialmente femenino –se vanaglorió Benja.
—Necesito ideas para acercar a las mujeres jóvenes a nuestra revista.
—Podemos hacer una nota sobre celulitis... Está comprobado que toda las publicaciones que tienen la palabra celulitis en la portada, venden un...
—Un montón más, todos lo sabemos, Maca. Pero intentamos acercar a las mujeres, no alejar a los varones. Como editor, me niego a una locura semejante.
—¿Y qué sugerís vos, Agus?... –le respondió Maca con enojo— No te escucho aportando ideas.
Los dos se miraron enfrentados, pero Pablo continuó, como si no los escuchara.
—De seguro las damas de la reunión podrán hacer algún artículo para el próximo número. ¿Alguna idea?... ¿Es la demora, o no están hablando?... No las escucho.
—Yo podría hacer un especial sobre cirugías estéticas..Los pro, las contras...
—Y usamos fotos de tu rostro para ilustrar los desastres, ¿qué te parece, Maca? –se ensañó Benja.
—A mí me parece bien... –se escuchó decir desde la pantalla—. Lo del artículo, no lo de las fotos, por supuesto
—¿Y vos que harás, Lali? –preguntó Maca, con insidia.
—Yo... –comenzó a decir la muchacha.
Pero la voz de Pablo la interrumpió.
—Ah... Estás allí... Hola, Lali.
Y aquel saludo reverberó hasta en el último rincón de su intimidad. Por un segundo la joven pudo sentir otra vez el sexo caliente de él, penetrando en su carne.     ¿Cómo hacían los demás?... ¿Por qué los otros podían compartir su vida diaria con antiguos maridos, o viejos amantes, sin que esto los influyera? Ella, en cambio... Ella tendría que sobreponerse.
—Yo... pensé... Hay un programa en MTV...
—¿Vas a hacer la crítica de un programa? –se burló Maca.
—Es sobre una muchacha que sale con dos chicos a un tiempo, y que al final, tiene que elegir a uno.
—¡Qué original!... –murmuró su contrincante— Hay miles de esos programas en televisión.
—Pero en este, los chicos responden preguntas, sin saber que están siendo monitoreados por un detector de mentiras.
—¿Y cómo los conectan sin que se den cuenta? ¿Son tarados? –se interesó Agus.
—¡Yo lo vi!... –la apoyó Benja—. No hay cables. Es por un detector de voz.
—En una camioneta cercana hay una amiga de la muchacha que va chequeando cada una de las respuestas de los chicos, y que, cuando mienten, se lo comunica de inmediato a su amiga por un micrófono que la otra lleva oculta en el oído.
—¡Si hubiera tenido eso cuando lo conocí a Enrique, hoy no me estaría divorciando!
—No creas, Maca –explicó lali—. ¡Eso es lo extraño de este programa!... A pesar de que la muchacha sabe lo que está ocurriendo, invariablemente al final se queda con el mentiroso.
—¿Siempre? –se extrañó Agus.
—Sólo vi tres episodios... Pero en esos tres fue así.
—Creí que habías dicho que no veías “RLP” porque no tenías televisor, Lali –acotó Pablo, sin molestarse en ocultar su enojo.
—Es de Rochi –se excusó la joven. Y, mirando a sus compañeros, explicó –Rochi  es la muchacha que vive conmigo.
Sus colegas se miraron unos a otros y sonrieron con suspicacia, pero Lali sólo se limitó a continuar.
—Creo que sería interesante hacer una nota acerca de esa extraña compulsión que tienen las mujeres por elegir a un mentiroso, aunque sepan que lo es. Mujeres que son apaleadas una y otra vez por su pareja, pero que siempre lo perdonan cuando les promete cambiar. Mujeres que le roban el marido a la amiga, sólo para descubrir que tiene todos esos defectos que ya conocían de sobra. Mujeres que escuchan arrobadas las palabras de amor que un seductor les dice al oído, sin que el tipo se moleste en disimular que simplemente las repite de memoria, como si fueran los versos del himno nacional. Del otro lado de la pantalla, Pablo escuchaba ensilencio.
—¡Tampoco es justo condenar a nadie por eso! –se quejó Benja—. Decir una que otra mentira en una cita es socialmente aceptable... Me parece mal que ahora se critique al hombre por ser hombre...
—Sobre todo porque si alguien se tomara el trabajo de conectarte a vos a un detector de mentiras, el maldito aparato no dejaría de sonar en toda la noche –se burló Agus.
—¡Miren quién habla!... –se defendió el otro— ¿O vas a negar que mientes cuando te conviene? Incluso recién, sólo le dijiste a Maca que estaba bella, porque te mueres por llevártela a la cama.
Los ojos de la muchacha se iluminaron.
—¡Los hombres somos así! –concluyó Benja.
—Eso lo entiendo –dijo Lali—. Quieren algo, y no tienen escrúpulos para obtenerlo. Lo que no entiendo es por qué las mujeres nos dejamos engañar, y, a pesar de lo que dicta nuestra razón, caemos invariablemente en sus redes.
—¡Ay, queridita! –se burló Maca— Porque ellos tienen lo que a nosotras nos falta. Y, bien usada, esa pequeña parte de su anatomía puede mover montañas...
Lali enrojeció, pero no dejó de contestar.
—Me resisto a pensar que todo se reduce a obtener los mismos beneficios que se podrían tener con un pequeño aparato, y algunas baterías... No... A mí más bien meparece que es porque nosotras tenemos algo que a ellos les falta.
—¿Qué ?
—Sentimientos.
Desde la pantalla, y aún a pesar de la demora, pudo escucharse de inmediato la voz enojada de Pablo.
—El problema, en tal caso, no es del hombre, sino de la mujer, que percibe la realidad que quiere, y no la que es. Ustedes son muy complicadas, y a pesar de lo que dicen, no son capaces de asomarse a la esencia del otro... Nosotros, en cambio, somos simples. Nos guiamos por instinto, y ni bien sentimos que la persona que tenemos enfrente quiere lo mismo que nosotros, intentamos obtenerlo por la vía más fácil y rápida...
—Aunque haya que mentir –le replicó Lali, mirando por primera vez hacia la pantalla.
—Aunque haya que engañarla, para hacerla superar sus propias trampas.
—Aunque quizás sean esas “trampas” lo que separa a un ser racional y espiritual, de un simple animal.
—¿De qué estamos hablando? –preguntó Benja, confundido –Me perdí en la parte en que decían que nosotros tenemos esos veinte centímetros que a ustedes les faltan.
—¡¿Veinte centímetros?! –replicó de inmediato Maca— ¡Vamos, estúpido! ¡¿A quién quiere engañar?! ¡Yo te conozco!... ¡No!... Lo que a ustedes les sobra es vanidad.
—Pues bien que te gustó la mía, cuando estuvimos juntos –se defendió el imputado.
Lali, en cambio, continuó sin escucharlos.
—Recolectaría algunas historias reales...
—Si eso es lo que buscas, yo te puedo aportar las mías – la enfrentó Agus, para sorpresa de todos. No se estaba burlando. Antes bien, sus palabras parecían surgir del fondo de un desengaño—. Las mujeres también tienen lo suyo. A mentirosas nadie les gana. Nosotros, aún cuando mentimos, somos más idiotas, más transparentes... Sí, es cierto, yo también he jurado amor una y mil veces sin sentirlo... Pero nunca engañé a la chica. Son palabras dichas en el fragor de la batalla, que nadie se cree del todo. En cambio ustedes... Ustedes engañan con los sentimientos. Ustedes atrapan, y arrasan de una forma cruel. Destruyen, sin importarles lo que queda del otro.
Los presentes se miraron sorprendidos. Nunca antes habían escuchado a aquel varón generalmente esquivo, hablar de una forma tan sincera y dolida.
Y fue cuestión de hacerlo, para que Lali entendiera que quizás aquello de la mentira no se trataba tanto de una cuestión de sexo, sino más bien de víctima y victimario. Como si pudiera leer su mente, Pablo acotó.
—Me parece mal que lo limites a “hombres contra mujeres”. Los argentinos como nación, por ejemplo, tenemos un largo historial de políticos mentirosos, que una y otra vez nos seducen, para dejarnos luego abandonados. Desde la resignación del “Con todo y ladrón lo queremos a Perón”, de mediados del siglo pasado, hasta el “Síganme, no los voy a defraudar”, pasando por tantos otros... ¡Y los que nos faltan!... Sí... Así reformulado, me parece que el tuyo puede ser un artículo interesante.
—¿Y el mío, de cirugía estética? –se apuró a protestar Maca.
—Haz el tuyo también... Y que Agus te ayude.
—¿Yo?
—¿Agus?
Se quejaron ambos, al unísono.
—Creo que los dos pueden colaborar muy bien juntos, y quizás obtener una nueva visión –insistió Pablo.
—Pero no entiendo, Pablo. Ella está en el programa, y yo en la revista. ¿Qué es lo que quieres?
—Una nota que sirva para todo –explicó su jefe, mientras sonreía de aquella forma encantadora, que hacía sospechar que algo se traía entre manos—. Bueno... Yahora me despido. Tengo muchas cosas que hacer... Nos vemos mañana.
—¡¿Cómo “mañana”?! –saltó Lali.
—Sí, a las tres de la tarde, hora local. ¿Te molesta?
—No... Pero pensé que...
—Entonces, buenas noches a todos... Buenas noches, Lali.
¿Había sido idea de ella, o Pablo había pronunciado aquel saludo final de una forma distinta, más íntima?
Lali observó a todos los presentes, que ya estaban ocupados en otra cosa. No. Sólo había sido idea suya.

domingo, 9 de junio de 2013

Capítulo 57: "Vos necia, Yo mentiroso"



Hola chicas mil disculpas por la demora estoy con 0 tiempo, gracias a las genias de siempre por comentar y sus buenos deseos para mis parciales me esta yendo bien por suerte, besos

CAPITULO 57:
Tontamente se estremeció. Pero no tenía derecho a hacerlo, así que se obligó a reaccionar.
—Hoy mandé el telegrama.
—Lo he recibido... Y acepto tu renuncia... Pero también exijo que trabajes el tiempo del pre aviso que marca la ley...
Aún sin verlo, Lali pudo sentir como la recorría con su mirada.
—Te necesito –confesó Pablo casi en un susurro. Pero de inmediato retomó su tono impertinente— Es decir... en la cama sos mediocre, pero, sin duda alguna, sos el mejor de mis empleados... Y yo te necesito.
—No voy a volver a trabajar.
Por unos segundos se hizo un silencio tenso entre los dos.
—No creas, Lali... Esto es muy incómodo también para mí. No estoy acostumbrado a que mis amantes salgan corriendo de mi lado, sin dar explicaciones. Sinceramente creo que no lo merezco, y tu actitud me ha dolido. Si fuera por mi gusto, preferiría no volver a verte la cara nunca más, pero voy a estar ausente un par de meses y...
—¿Ausente?
—Viajo a Estados Unidos... Y necesito que tomes mi lugar en la redacción y en el canal. No confío en los otros.
—Pero... ¿y el último programa?... ¿La entrevista con el presidente?
Por un instante sus miradas coincidieron pero, como si aquel encuentro los quemara, de inmediato los dos dieron vuelta la cabeza, y contemplaron el vacío.
—Veré... Pero por ahora tengo que irme a...
No había terminado de hablar, cuando Vico llegó de la calle, y se chocó con aquella presencia tan temida como odiada. Los dos hombres se enfrentaron.
—¡¿Qué mierda... ?! –comenzó a decir el recién llegado, mientras se abalanzaba sobre su oponente.
Pero Pablo lo detuvo en seco.
—¡Cálmate!... No tengo intenciones de arrebatarte a la señora. Es toda tuya... – y luego, mirando a la muchacha, añadió—. Me voy, Lali... Parto esta noche. Ahora sí, no volveremos a vernos nunca más... Pero mañana, no lo olvides, ve a la redacción y contacta a Agus. Sólo confío en él... En él... y en vos.
Sin esperar más, aquel hombre imponente se retiró como había llegado. En silencio.
Al dia siguiente Lali fue a la redacción y a la primera que vio fue a Maca…
—¡Maca!... Te ves... —Lali se detuvo abruptamente, pero sólo para continuar de inmediato, tratando de disimular su sorpresa—... distinta.
—Gracias –respondió la otra, con orgullo.
—¡Hola, Lali!... Pensamos que no ibas a venir –saludó Benja a la muchacha, ni bien entró a la sala, besándole la mejilla cálidamente.Pero cuando iba a hacer lo mismo con su otra compañera, se espantó. —¡Maca! ¡¿Qué mierda te has hecho en los labios?!
—Nada... Se me han hinchado un poco, nada más. Pero no había terminado todavía de hablar, cuando entró Agus.
—Hola a todos... Lamento llegar tarde, pero... ¿Por qué tenes la cara tan tiesa, Maca?... ¡Y tus labios!
—¡Está bien!... Me hice algunos retoques, ¡¿y qué?! – estalló la pobre muchacha—. ¿Qué ocurre?... ¿O es que acaso nunca vieron a una mujer con un poco de bótox en la cara?
—¡¿Un poco?! ¡Es como si te hubieran picado un millón de avispas! –se burló Benja—. Y si tengo que ser sincero, no has quedado mucho mejor que nuestro ex presidente cuando se lo hizo.
—¿No sos un poco joven para... –objetó tímidamente Lali. Pero su colega no la dejó concluir con la crítica.
—Mi cirujano dice que nunca se es demasiado flaca, ni demasiado joven –comentó orgullosa.
—¿Cirujano? ¿“Tú” cirujano?
—Además me hice una “lipo”.
—Lamento decirte que, a menos que te haya extraído algo de grasa del cerebro, el tipo te ha estafado –se burló Benja.
—Bajé tres kilos.
—Y gracias a eso pasaste de “flaca” a “doy lástima” –se ensañó aquel hombre malintencionado—. Si lo que intentas es resarcirte por el divorcio, ¿por qué mejor no te buscas un buen abogado?
—Te ves hermosa –se apiadó Agus, observándola con deseo.
Y Maca le sonrió, (o algo parecido, dado el tamaño desmesurado de sus labios)
—¿Comenzamos a trabajar? –invitó Lali.
Y bastó aquella solicitud, dicha en tono suave y amable, para que todos se subordinaran a ella, sin chistar. Sus colegas reconocían su capacidad y aptitud para el trabajo, por lo que el equipo se conformó de inmediato bajo su mando, sin necesidad de mayores explicaciones.
Por fin Lali estaba haciendo aquello para lo que, en los últimos meses, había demostrado mayor vocación y destreza: el periodismo..., y acallar sus propios sentimientos.
Macarena asomó por la puerta de la sala de reuniones, tratando de no ser advertida por sus compañeros, que charlaban animadamente unos pasos más allá. Aguzó el oído, y escuchó sus palabras.
—¿Crees que Pablo se ofendería? –preguntó Benja, sin ocultar su ansiedad.
—Parece que las cosas se enfriaron entre ellos. De lo contrario, ¿por qué huyó?
—No sé si huyó, o realmente tuvo algo que hacer. Ya conoces al jefe. Con él nunca se sabe...
—Sí..., es cierto... Además dudo que Pablo sea capaz de tomarse tanto trabajo por una mujer.
—¿Crees que tengo alguna oportunidad, ahora que él salió de escena?
—¿Pero qué buscas de ella, Benja? ¿Llevártela a la cama, o...?
—Vamos, Agus... Me conoces. Conmigo no hay “o”. Pero estoy re caliente con ella.
—Pues si no te hizo caso antes..., dudo que ahora cambie de opinión.
—¿Por qué no? Sin Pablo aquí, todo es distinto.
—¿Crees que ya se acostaron? –le preguntó Agus  a su amigo.
Pero fue Maca la que, para su sorpresa, les brindó la respuesta.
—No. Nunca pudo llevársela a la cama.
—¿Cuánto hace que estás allí? –inquirió su compañero con desconfianza.
En cambio Benja acogió sus palabras con fascinación.
—¿Estás segura, Maca?
—Me lo juró él mismo, antes de subirse al avión.
—Esa Lali es muy rara... –comentó el joven editor.
—¡Más de lo que pensas! –se ufanó Maca—. Nuestra querida Lali es lesbiana.
—¡¿Estás segura?! –se sorprendieron aquellos machos en celo, al unísono.
—¡Segurísima!... Vive con una tal Rochi. Y la muchacha es espectacular... Creo que es modelo.
—Le has dado letra a mi próximo sueño, Maca... –se apuró a decir Agus—. ¡Cómo me gustaría verlas juntas!
—¡Con razón me rechazaba todo el tiempo! ¡No era por la ropa interior, ni por el día del mes! ¡Es lesbiana!
—¿Quién es lesbiana? –preguntó Lali con inocencia, desde la puerta.
—Vos –la enfrentó Benja.
Y, al escucharlo, la muchacha se limitó a sonreír, divertida.
—¿Vamos a trabajar? –invitó.
—Excepto por tu carita hermosa, sos igual de aburrida que Pablo.
—Estamos un poco cortos de tiempo. Quizás, hasta tengamos que quedarnos esta noche.
—¡Cada día que pasa suenas más como el jefe! ¡Y apenas han sido quince! ¡¿Qué 
podemos esperar para dentro de un mes?!
Lali sonrió como solía hacerlo últimamente. Con aquella sonrisa vacía, carente de sentimiento. ¡Quince días!... Quince días sin él. Quince días sin verlo, sin oír su voz... Quince noches soñando con aquella tarde en que, por un rato, y luego de tanto tiempo, había vuelto a ser feliz.
—No nos distraigamos, por favor –ordenó la muchacha, mientras que por dentro suplicaba. “Sí, no dejen que me distraiga. No me den tiempo a recordar”.
—De todas formas tendremos que esperar hasta las tres –informó Agus.
—Pero estamos todos –se extrañó Maca.
—No... Falta Pablo.
Lali se estremeció.
—¡¿Está acá?! –preguntó con una mezcla de ilusión y desesperanza —¿Volvió?

sábado, 1 de junio de 2013

Capítulo 56: "Vos necia, Yo mentiroso"


Holaaa les traigo nuevo capi rapidísimo gracias a las genias de siempre que comentan y me hacen saber que van leyendo y entendiendo, besotes


CAPITULO 56:
Sin soltarse de su amparo, Lali tomó asiento junto a Victorio, y se dejó consolar por su presencia. Como cuando eran niños, y su madre la retaba. Como cuando se peleaba con Gas, y pensaba que iba a perderlo. Como cuando su esposo murió, y ya no quería seguir viva. Vico siempre había estado allí, para ella, acompañándola. Él era su única familia.
—¿Tanto lo necesitas? –le preguntó con su voz grave
—Mucho...
—¿Cómo es posible que a pesar de los años, sigas extrañándolo así?
Y recién entonces Lali se dio cuenta de que estaban hablando de Gas. Avergonzada, se hundió en el pecho de su amigo para llorar su desconsuelo.
—A vos te pasa algo más Lali... ¿Qué es?
—Tenías razón en todo... De verdad, tenías razón...
—¿A qué te referís?
—Ayer me acosté con Pablo...
Al escucharla, aquel hombre lastimado no pudo menos que tomar distancia.
—Sabía que iba a ocurrir.
—Creo que yo también... Sería una hipócrita si lo negara. Pablo no me engañó. Me he enamorado de él, y quería, aunque fuera una vez, amarlo.
—¿Y entonces de qué te quejas?
—De que con una vez no me alcanza...
—¿Vas a quedarte a su lado? ¿Vas a convertirte en su amante?
—Lo extraño es que siempre creí que si alguna vez intentaba tocarme, su sólo contacto iba a hacer que lo borrara de mi corazón. Que iba a ser desagradable, burdo, ajeno... Distinto...
—Y en vez de eso...
Ni Vico, ni Lali se molestaron en acabar la frase. Había cosas que no necesitaban decirse, y que nadie quería escuchar.
—Mi pobre Vico... Después de todo lo cruel que fui con vos, después de la forma en que te juzgué, me doy cuenta que, cuando se ama tan intensamente, se pueden hacer cosas que nunca antes se hubieran pensado.
—¿Qué vas a hacer ahora, Lali?
—Seguir con mi vida, o lo que queda de ella. Pablo es inmaduro, egoísta, orgulloso, falso... Y yo estoy tan enamorada de él, que estar a su lado sólo puede dañarme.En lo que a mí respecta, no quiero volverlo a ver.
—¿Y si él insiste?
Un estremecimiento recorrió el cuerpo de la muchacha. Otra vez puedo sentir en su sexo la urgencia de él. El calor de su piel...
—Haré lo mejor que pueda –dijo al fin.
Y Vico no ocultó su decepción.
—¿En qué puedo ayudarte, Lali?
—Necesito todo... Trabajo, dinero... Pero lo que más necesito es un amigo... Alguien que me abrace sin preguntar. Que no me exija definiciones. Que me asista, sinesperar demasiado a cambio.
Aquel hombre enamorado volvió a contenerla entre sus brazos. Sí... Uno era capaz de muchas cosas cuando se amaba de verdad.
Mas tarde…
—¡Qué cara trae!
—¡Baja la voz, Rochi, que puede escucharte! Está en la cocina.
—De verdad, pensé que Pablo la iba a venir a buscar. Y creo que ella también tenía la esperanza... Pero está visto que los tipos son todos unos cerdos.
—¡Martinez es un cerdo!
—Como sea, Vico... Lo cierto es que Lali no se resigna. A mí me parece que está cada vez peor. Incluso por las noches la escucho llorar.
—Hoy a la mañana la acompañé a enviar el telegrama de renuncia. Después fuimos juntos a ver un par de trabajos, pero, la verdad, es que era uno peor que el otro.
—¿Cómo? ¿No fuiste a la editorial?
—Me tomé el día libre.
—¡¿Otra vez?!... Más te vale no perder también tu empleo... Y, hablando de eso, ¿podrás prestarme algo para la renta?
—Ya te dije que no.
—Ya veo... Necesitas el dinero para otras cosas... ¿Qué pensas hacer con Lali?
—Quedarme a su lado... Ahora que no está Martinez en el medio, la noto mejor dispuesta para conmigo.
—¿Vas a insistir, Victorio?
—Nunca dejé de hacerlo.
La muchacha lo observó con suspicacia, y luego añadió.
—¿Ella sabe que...?
No pudo terminar la frase.
—¡No!... ¡Claro que no!... Y ni vos ni yo tenemos que decírselo.
—Como amiga, creo que es mi obligación...
Otra vez Vico la interrumpió con violencia.
—Como amiga, te callas. ¡Linda amiga!
—¡Mira quién habla!
Por la cocina asomó la figura de Lali. Se veía desmejorada y pálida.
—Ya estoy lista, ¿vamos, Vico?
—Espera –la interceptó Rochi, mirándola con seriedad.
La muchacha la observó sin entender.
—¿Qué ocurre?
—Por mucho que me duela, creo que ha llegado el momento de confesarte que...
Pero Vico no la dejó terminar.
—Que soy yo el que puso el dinero que les faltaba para la renta.
—Sí... Eso... –confirmó la joven, con una sonrisa triunfal, para luego añadir— Y ahora mejor me voy a trabajar... Al menos uno de nosotros tiene que hacerlo, ¿no?... ¿Me acompañas a la parada del bus, Vico?....Así, de paso, te muestro adonde venden los cigarrillos importados que a vos te gustan.
—¿Has vuelto a fumar, Vico? –se enojó su amiga.
—Era un secreto... Pero está visto que nuestra querida “Rochi” no sabe callarse nada...
—Al contrario... –añadió la otra, con una sonrisa cómplice.
Por toda respuesta, Victorio tomó a la muchacha del brazo, antes de que volviera a hablar.
—¡Vamos! –le ordenó en un tono gélido. Y mirando a Lali, agregó –Vuelvo enseguida.
Como había estado haciendo en los últimos días cada vez que se quedaba sola, Lali corrió a encender el televisor de Rochi. No quería enfrentarse al silencio, ni comenzar a pensar, (o a extrañar) Recorrió decena de canales en busca de algún video clip interesante, pero para su desgracia, como si fuera un signo de Dios, volvió a toparse con aquel programa de MTV. Era el mismo episodio que había visto el día anterior. Y como si ignorara el desenlace, otra vez sintió aquella angustia.
“No lo hagas... ¡No lo elijas!... ¡A él, no!”, suplicó estúpidamente, sentada frente a la pantalla.
Sonó el timbre de la puerta de abajo, pero, hipnotizada por las imágenes, sólo atinó a accionar el portero eléctrico, y dejar entreabierta la puerta del departamento, sin descuidar ni un segundo el transcurso del programa.
Como si pudiera cambiar lo ya ocurrido, Lali se retorcía al ver como la muchacha del televisor se dirigía lenta, pero segura, hacia lo inevitable.
—No lo hagas, por favor... –susurró, atrapada por aquellos destellos.
Y entonces una voz grave la sacudió hasta el fondo mismo de su alma.
—Hola, Lali
La joven, todavía sentada frente al televisor, observó toda la extensión de aquel hombre inmenso, que ahora la cubría con su sombra. Pablo Martinez estaba allí.
Como si la presencia de aquel hombre la encandilara, Lali agachó la cabeza de inmediato. No quería volver a verlo. No quería quedar atrapada por los destellos de su mirada intensa y mentirosa.
—¿Qué está buscando, Martinez?
Pudo sentir el calor de su proximidad cuando él le respondió.
—Te busco a vos.