lunes, 14 de enero de 2013

Capìtulo 17: "Vos necia, Yo mentiroso"



Holaa chicas como andan??, espero que bien vengo a dejarles el siguiente cap. rapidisimo , gracias por todo, besos

CAPITULO 17:
Por otro lado….
—¿Qué hora es, Benja?
—Las dos de la madrugada. ¿Vamos a dormir?
Macarena le devolvió a su compañero una mirada sarcástica antes de responder.
—¡Vamos, Benja! Sabes que si primero no acabamos con esto, Pablo nos mata.
—Tenes que entender, Maca. Yo vivo de mi rostro. No puedo conducir el programa
si tengo unas ojeras que me llegan al piso.
—¡Vamos! ¡Como si fuera la primera vez! Sos famoso entre las muchachas de
maquillaje. ¡Se vuelven locas para tapar los rastros de tus juergas!
—Si es por diversión es una cosa, ¡pero por trabajo! ¿Por qué no está Pablo también aquí?
—Sabes como es él. Tenía uno de sus “asuntos secretos”.
Benja volvió a concentrarse en el trabajo, pero sólo por unos segundos.
—¡Qué día de mierda! –se quejó—. Hoy todo me salió mal.
Maca contempló a su compañero, y sonrió. Después de tres años de trabajar juntos, codo a codo, ya había dejado de ver en él al semental espectacular que percibían los demás, para concentrarse en el niñito malcriado que era. Le resultaba obvio entonces, que si no lo dejaba descargarse a su antojo, no iba a poder sacar nada bueno de él por el resto de la noche.
—Vamos a ver... ¿Qué te ha ocurrido?
—Hoy a la mañana estaba caliente... ¿Nunca te pasa de levantarte cachonda?
—¡Ustedes son todos iguales! –refunfuñó la muchacha—. ¡No! No me levanto
pensando en sexo, porque estoy ocupada haciendo la cama, sirviendo el desayuno,
arreglando mi cabello, y tratando de evitar la cachondez de Enrique. ¡Y todo eso en
media hora!... Pero, sigue con tu historia. Estabas cachondo, y...
—Y me acordé de cierta empleadita que me tiene a mal traer.
—¡¿Una empleda?! Estás bajando de categoría, Benja.
—¡Qué snob!... Para mí, en cambio, la gente se divide únicamente en dos tipos: con
vagina, y “sólo si estoy muy desesperado”.
—¡Entiendo! –se rió su compañera—. ¿Y qué ocurrió con la empleadita?
—¡No me abrió! ¡A mí! ¡A Benja Amadeo!... Me puso una excusa cualquiera, y me
mandó a tomar el café al bar de la planta baja, ¿podes creerlo?
—Pero, no entiendo... ¿Ella te esperaba?
—Claro que no.
—¿Y ustedes ya tenían una historia juntos?
—No.
—Sigo sin entender... ¿Qué pretendías? ¿Presentarte allí, y que te hiciera el amor sin más trámite?
—¡Por supuesto! ¡Soy Benjamin Amadeo!... Se supone que las cosas funcionan de esa manera.
—¡Vaya!... ¿De verdad, o sólo en tu fantasía?
—Soy muy torpe con las mujeres, y, desde que salgo en televisión, todos los días me acuesto con una distinta. ¿Vos qué crees?
—Entiendo... Pero quizás la que no entendió fue ella. Quizás creyó que ibas por otra cosa.
—¡No! Estoy seguro que entendió... Pero esa Lali es brava... Por eso lo tiene como loco a...
Benja se detuvo abruptamente, pero, por fortuna, a tiempo.
—¿A quién?
—A su jefe.
—Y, ¿conozco al afortunado?
—No. ¿Continuamos?
Maca entrecerró sus ojos. Un bar en la planta baja, un jefe innombrable... ¡¿Sería posible?! ¿Acaso podría existir alguna mujer en este mundo capaz de tenerlo a mal traer a Pablo Martinez?
Maca todavía estaba pensando, cuando las cavilaciones de su compañero la volvieron a interrumpir.
—¿Estará bajando el encendido? –se preguntó Benja a si mismo.
—¿Cómo?
—¿Crees que estamos perdiendo peso dentro de la programación del canal?...
¿Será el rechazo de esta muchacha el primer signo de que a la gente ya no le
interesa “RLP”?
Maca sonrió. ¡Aquel tipo era increíble! Como Pablo, Benja era sólo un niño grande, capaz de hacer una rabieta frente al menor rechazo. Y ella, como siempre, tendría que hacerse cargo de su amargura. ¿Cuándo se terminaba de criar a un hombre?
—Sabes, querido, de seguro la muchacha no te dejó pasar por “motivos femeninos”
—¿Crees que estaba indispuesta?
—O tenía una braga y un push up que no se atrevía a mostrar a nadie, y mucho
menos a un galán como vos.
—¡Claro! ¡Cómo no lo pensé!... ¡De seguro fue por eso!... ¡Qué estúpido! Estoy tan
acostumbrado a codearme con mujeres de dinero, que no se me ocurrió que una
simple empleada pudiera sentirse intimidada y fuera de lugar frente a mí. ¡Por
supuesto  que fue eso!

A pesar de la alegría de su compañero, (o quizás por ella), Maca se persuadió de inmediato de que aquella muchacha desconocida era más astuta que vergonzosa. Ninguna mujer se perdía un semental como aquel por motivos tan triviales. En tal caso, si el tipo llegaba en una ocasión que no era propicia, se limitaba a aprovechar la oportunidad para levantar la temperatura, guardando para más tarde el punto de ebullición. ¡No! La famosa empleadita no estaba interesada en Benja. Quizás porque era una mujer inteligente, (que alguna debía haber), o porque, lo más probable, estaba atrás de alguien todavía mejor... ¿Pablo, tal vez?
Mas tarde…..
—Y... ¡Corten!
Los focos más brillantes se apagaron, y en el estudio todo fue agitación.
—¿Estuve bien, no? –preguntó Benja con orgullo.
—Para la mierda –se enojó Pablo.
—¿Por qué?... ¿No le puse dramatismo a la nota de la nenita atropellada por un
auto a contramano, en la protesta que estaban haciendo frente a la escuela,
“precisamente” porque los autos siempre pasaban por allí a contramano? ¿No
aproveché lo suficiente las imágenes de la policía, avanzando también a
contramano, para socorrerla?
—Eso estuvo bien –concedió su jefe—. ¡Pero olvidaste promocionar el informe sobre
corrupción de la revista! ¿En qué tenes la cabeza, Benja? ¿Qué te pasa?
—Quizás es porque ayer tuvimos que quedarnos con Maca hasta las cuatro de la
madrugada para terminar con todo.
—Este programa se transmite a las diez de la noche. ¿Qué hiciste en el medio?
—¿Crees que soy como vos, que no tiene vida personal?
—Con lo que ganas, podes pagarle a alguien más para que viva por vos. No me
traigas problemas, Benja. Chicos lindos y estúpidos consigo en cualquier parte.
Benjamin lo miró con odio, pero no le respondió .Pablo era un maldito jodido, pero un maldito jodido con dinero y poder. Todos tenían que perdonarlo para lograr sobrevivir, y él no iba a ser la excepción. Así que se limitó a sonreír con encanto, e irse. Pero aún cuando ya hacía un rato que el bello conductor había huido del estudio, el enojo de su jefe todavía perduraba.
—Ese idiota... Mantengo este programa sólo por vender la revista, y él...
—¡Vamos, Pablo! –le replicó Maca—. Vos no mantenes este programa. Sabes que
tenes un público ABC1 que te es fiel, a pesar de los tipos que se encierran en una
casa en el canal de al lado, y las estrellas que se destrozan bailando, en el otro. Tu
programa tiene poco encendido, pero los anunciantes de artículos de lujo se mueren
por promoverse en él.
—Pues a mí me interesa la revista, y no el dinero. Allí está el periodismo de verdad.
Esto, en cambio, es un circo. Y si Benja no lo entiende...
—Perdónalo. El muchacho está distraído... Se ha enamorado.
—Él vive enamorado.
—Decime, Pablo... ¿Cómo se llama tu empleada?
—Berta.
—¿Berta? Creí que la habías echado porque robaba.
—Esa fue la Berta número dos. A la uno la tuve que despedir porque se había
enamorado de mí, y no me pasaba los mensajes de las otras mujeres. ¡Una
lástima!... Si hubiera sabido que me iba a ser tan difícil reemplazarla, me
hubiera acostado con ella, a pesar de que era vieja y fea, sólo por retenerla.
—¿Y la que tenes ahora, qué número de Berta es?
—Ya perdí la cuenta.
—¿Y cómo es ella?
—Insoportable. Pero no la despido porque, aparte de ser obstinada y orgullosa, hace
todo lo que le encomiendo a la perfección. De lo contrario, ya hace rato que le
hubiera echado a la calle. ¡Me tiene harto!
—¿Y es bonita?
El verde de la mirada de Pablo brilló aún un poco más.
—¿A qué viene el interrogatorio?
—Me parece que Benja está interesado en ella.
—¡El muy idiota! Por eso ahora no lo dejo venir a casa. ¡No hacía otra cosa más que
mirarle el culo!
—¿Celoso? –preguntó su asistente con picardía.
—¡No seas idiota!
—No me respondiste si era bonita.
—Común... En realidad, es un poco más pequeña de lo normal. Más delgada, y no
sé quién mierda la autorizó a no usar uniforme. Pero con eso, como con todo lo
demás, hace lo que quiere. Anda siempre con unos jeans y una camisa... Una
muchacha común y corriente en el aspecto, ¡pero el carácter!... ¡Es brava!
—¿Brava?... ¡Qué curioso! Benja dijo exactamente lo mismo. Ya me entraron ganas
de conocerla... Y decime, si es así de brava, ¿querrá acostarse con vos, o será la
primera que te diga que no?
Su jefe la observó con esa mirada espléndida, capaz de poner a cualquier mujer a temblar.
—Que te quede claro, Maca, el que no quiere acostarse con ella soy yo. Prefiero
dejar las cosas como están. Mujeres bellas consigo en cualquier parte, ¡pero una
buena empleada!
—¿Seguro que es por eso?
—¿Crees que no podría conquistarla si quisiera?... ¡Nada más fácil!
—¡No me digas!
—Lo creas o no... Es todo cuestión de habilidad. Lo primero, como en el periodismo,
es la investigación: qué le gusta, con qué sueña. Averiguarlo es fácil. ¡Las mujeres 
hablan sin parar! En unas pocas horas de prestarles atención podes conocer hasta
sus fantasías más íntimas. Y una vez que sabes eso, convertirte en su príncipe azul
es cuestión de buena voluntad y algo de talento. Y a mí, como sabes por experiencia
propia, el talento con las mujeres me sobra.
—Podrías pasarle la fórmula a Enrique.
—Si te va mal con él, te jodes. Te lo advertí antes de que lo llevaras a vivir a tu casa.
—Estoy segura de que mi marido jamás aplicó tu método. ¡Nunca me escuchó!
—No lo culpo... Ustedes suelen ser agobiantes. Te confieso que yo sólo atiendo lo
que dice una mujer cuando quiero sacar algún provecho de ella.
—Sí, creo que ese es el problema... Enrique ya perdió las ganas de aprovecharse de
mí, como no sea para algo rápido y aburrido.
—Déjalo.
—¿Que lo deje?
—Divórciate de él, antes de que sea tarde.
—Ay, Pablo, no se puede entrar y salir así de rápido de una relación.
—¿Por qué no? Yo lo hago todo el tiempo.
—No todos somos como vos.
—Eso es cierto. A mi no me gusta sufrir. No tengo pasta de víctima... ¡Ni de marido!
No hay nadie por quien valga la pena pasarlo mal.
—Algún día, querido Pablo... Algún día vas a enamorarte, y tendrás que tragarte
entero ese estúpido orgullo que tenes... Y ese día espero estar ahí para reírme.
—Pero el que no va a estar, voy a ser yo. ¡Lamento defraudarte!
Diciendo esto, y sin siquiera despedirse, Pablo se retiró del estudio como lo hacía siempre: como todo un ganador. Maca, en cambio, se mordió el labio inferior, sólo por no insultarlo.
—No sé quien sos, Berta –susurró al vacío—, ¡pero ojalá no le tengas piedad!

1 comentario:

  1. Hola, hola hola...!

    Ay! Qué lindos los caps...

    Benja se me enamoró? Qué tierno! Aunque es más capricho que otra cosa... Ja!

    Y Maca creí que me iba a caer mal pero, no.

    Y Pablo es un obstinado, orgulloso, por favor! Siempre me tiene que caer mal Poli en tus novelas? Jaja...

    Y por qué Vico nos cae bien por ahora eh? Ja... Ni me quiero imaginar... Jaja...

    Besos y que estés bien. :}

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