Hola espero q les guste este capi con Benja Rojas loquito jajaj, y que vuelvan a leer pronto :( besos
CAPITULO
14:
¿Dónde se había metido Rochi? Luego del chasco de la
noche anterior con los dos presuntos médicos, y para mitigar un poco la culpa
que sentía, Lali había decidido invitar a su amiga a cenar, en señal de
desagravio. Por una vez quería que comieran tranquilas, sin estar pendientes de
nada. Pero como la conciencia de Lali le remordía mucho, aquella tarde había hecho
reservaciones en uno de los lugares más lujosos y elegantes de la ciudad, (o,
al menos, uno que lo era para sus modestas finanzas) La nueve y media, y de Rochi
no había noticias. ¿Sería capaz de haberla dejado plantada para vengarse?
—Hola, buenas noches. Mi nombre es Benjamin Rojas
Lali observó al chico que le hablaba, con desconfianza.
El tipo era rubio, de ojos claros
—Hola, Benjamin... Y adiós. Estoy esperando a alguien.
—Ya sé. A Rochi.
La muchacha se sorprendió.
—Es ella la que me ha enviado –concluyó aquel tipo, con
encanto.
¡Sería posible! Al parecer, su amiga no iba a escarmentar
jamás. Aunque debía reconocer que el chico era muy lindo
—Escucha Benjamin Rojo.
—Benjamin Rojas.
—Bueno Rojas. No estoy interesada en cenar con
desconocidos. Vos pareces
encantador y simpático, pero ya estoy harta de citas a
ciegas.
—A mí me ocurre lo mismo. Y, créeme, no es por mi gusto
que he venido hasta aquí.
Soy tan víctima como vos. Iba a salir con mi amigo, pero
él conoció a Rochi esta
tarde, y me dejó plantado. Creo que para librarse de mí,
me envió en tu búsqueda.
Claro que, ahora que te veo, se me pasó un poco el enojo.
—Gracias.
—Mira, no hay mucho que podamos hacer. Vos todavía no has
cenado, y yo
tampoco.
—Pero antes de que te sientes, tengo que advertirte que
sólo estoy interesada en
una relación seria.
—¡Guau! –dijo él, sentándose a pesar de sus advertencias—.
¿Te molesta si mi
única intención al quedarme sea la de cenar con vos?
Lali sonrió con encanto.
—Disculpa... Hay tanto loco dando vuelta.
—Yo no estoy loco –respondió aquel tipo con seriedad.
Pero luego de aquel ligero traspié, la charla entre los
dos surgió fluida. El tipo, bien mirado, era francamente hermoso. Decía ser
dueño de una agencia de publicidad, y soltero. Y nada parecía indicar lo
contrario. Dos veces había sonado su celular, y las dos veces había atendido
con tranquilidad, sin mirar antes el identificador. La charla telefónica
afirmaba sus dichos, (campañas, tiempo de publicidad en el aire, etc.) ¿Sería
aquel tipo sincero?
—Así que estás interesada sólo en relaciones serias...
—Como te dije, hay mucho idiota suelto.
—No creas que para alguien como yo las cosas son mejores.
Las mujeres también
tienen lo suyo. Con esto de la liberación femenina,
parece ofensivo pretender que tu
pareja te dé
prioridad a vos, y que quiera formar una familia.
—¿Sos soltero?
—Me da un poco de vergüenza decir que, a los treinta, nunca
pasé por un altar,
porque algunos tienden a pensar que debo tener algo raro.
Pero te juro que soy un
tipo normal, con mala suerte.
—Conociendo a la gente de esta ciudad, no me parece extraño.
¡Los porteños están
locos!
—Yo no estoy loco –gruñó aquel rubio de ojos trasparentes.
Y si bien aquella reacción un tanto extemporánea sorprendió
a la muchacha, apenas fue un instante. Luego la charla continuó fluida.
—Me veo con un hijo antes de los cuarenta —confesó aquel
galán, entrecerrando
sus bellos ojos. Y entonces ocurrió.
Un tipo se acercó
a él en forma amenazadora.
—Escucha –le gritó el recién llegado—, si nos estás siguiendo...
Benjamin Rojas, sin sorprenderse ni inmutarse, se limitó
a tomarlo con discreción por el nudo de la corbata, de forma tal que
prácticamente lo estaba ahorcando.
—¿No me ves? Estoy aquí, cenando con tranquilidad. No me
molestes –le susurró.
Y luego lo soltó.
El otro lo miró horrorizado, pero a pesar de eso,
insistió.
—Si te acercas a menos de diez metros, llamaré a la policía
–le advirtió, tratando de
recuperar la compostura.
De inmediato se retiró, reuniéndose con una pobre muchacha
que había contemplado la escena, espantada. Juntos corrieron a la salida. Paula
observó a su compañero, muda de terror.
—No te asustes, por favor. No fue nada. Lo que decíamos
antes... Está lleno de
gente rara.
—¿Quién era?
—¿Él? No lo conozco... Ella, en cambio, es una antigua novia.
Creo que todavía está
interesada en mi, y vaya a saber la historia que le
contó.
—¿Y lo de los diez metros?
—Una tontería... Una orden de restricción que pidió, en mi
contra... Delirios suyos.
Es la nueva moda. Enseguida piden una orden de
restricción, como si eso sirviera de
algo. Te imaginarás que si yo fuera a acatar todas las órdenes
de restricción que
pesan sobre mí, no podría circular por la calle. Como te
dije, últimamente se ha
puesto de moda... Eu... ¿Por qué me miras con esa cara? ¡Yo
no estoy loco! La calle
está llena de putas, y al parecer yo las emboco todas.
—Lo entiendo –repitió Lali, dando gracias a Dios por la
llegada imprevista de aquel
tipo—. Pero la verdad es que me asusté. Debo estar toda
colorada.
—Estás preciosa... Pero, hemos hablado todo el tiempo de
mí. Cuéntame un poco
de tu vida... Quiero saberlo todo.
—Primero déjame ir al cuarto de baño. Siento que la cara
me va a estallar.
Lali se puso de pie, pero imprevistamente el tipo la tomó
por la muñeca.
—¿No vas a escaparte, no?
—Nunca antes del postre –le respondió ella con encanto, y
se soltó.
¡Maldición! Era como si aquel fulano hubiera podido leerle
la mente. ¿Cómo iba a hacer para huir de allí? El tipo la observaba, vigilante,
así que Lali no tuvo más remedio que meterse en el baño. Por desgracia en ese
espacio mínimo no había ventanas ni puertas. ¿Cómo salir?
Todavía estaba tratando de imaginarlo, cuando un grupo de
unas cuatro muchachas jóvenes hizo su ingreso alborotado al pequeño recinto,
produciendo una aglomeración.
—Chicas, ¿no me harían un favor? –se apuró a pedirles Lali, (¡así de desesperada estaba!)
—No, gracias. Me gustan los tipos –respondió una, y las demás
rieron encantadas.
—De verdad... Ahí afuera hay un fulano que aguarda por
mí.
La que le había respondido antes, entreabrió la puerta para
curiosear a su antojo.
—¡No! –se espantó Lali—. ¡Va a sospechar!
—¿Qué te ocurre con ese tipo? ¡Está buenísimo! Si no te gusta,
me lo quedo yo.
—Era una cita a ciegas, y parece que, aunque pinta de normal,
está completamente
loco. Me confesó que un montón de personas han pedido una
orden de restricción
en su contra. ¡Por algo será!
—¿Es soltero?
—Eso dice. Parece que tiene treinta años, y una agencia
de publicidad.
—¿Qué necesitas de nosotras? ¿Que te ayudemos con él en
la cama?
—Quisiera que me ayudaran a escapar. Está controlando el
baño para que no lo
haga.
—Suena divertido. ¡Vamos!
De inmediato las cuatro muchachas formaron una especie de
escudo a su alrededor, que le permitió a Lali salir de aquel baño, lejos de
miradas indiscretas.
—Hey –dijo otra de las jóvenes, mientras pasaban frente a
la mesa del tal Benjamin
Rojas
—¿Te importaría si
me lo quedo? No hay muchos solteros por allí.
—¡Pero está loco! –se espantó Lali, ligeramente inclinada,
con la vista fija en la
salida.
—Yo también. Y un tipo soltero, es un tipo soltero.
—¡Te lo regalo! –susurró la joven periodista, arrastrándose
por el suelo, a punto de
ganar la puerta principal.
Fue todo cuestión de que el aire fresco de la noche
golpeara su cara, para que Lali se separara del grupo y, aún en cuclillas,
comenzara a correr para alejarse de allí cuanto antes. Pero todavía no había
llegado a la esquina, cuando la mano fuerte de un hombre salió de entre las sombras,
y la obligó a detenerse, sin que se pudiera soltar…¡Estaba atrapada!.....
noooo este chico estaba realmete loco.... pobre Lali!!!! Casi la hace caer es uno de los q mas cerca ha estado... me causa mucha gracia como se escapo de el... jajajaja ya me la imagino...
ResponderEliminarY me mata la intriga por saber quien es el que la agarro al final... ESPERO Q SEA PABLOOOOOOO JAJAJA!!!
Espero q subas pronto....
Besos q estes bien!!! :D