Holaaaa paso a dejarles un nuevo capi, seguro que la persona que ataco a lali ni se la imaginaban jajajaa, espero que les guste, besotes
CAPITULO
32:
Al otro día…
Hizo a un lado la laptop, corrió algunos papeles. Colocó el
individual sobre la mesa, los cubiertos, el hermoso juego de desayuno de un
blanco níveo, sirvió el café, y una torta de chocolate recién horneada, tan
deliciosa como tentadora.
Pablo, que solía levantarse famélico, desvió de inmediato
su mirada del diario para dejarse seducir por aquel manjar. Pero en el preciso
momento en que se inclinaba para tomarlo, un cuchillo surcó el aire, para clavarse
en aquella masa esponjosa, a escasos centímetros de su bella nariz.
—Ey, Berta... Si lo que quieres es un aumento, hay mejores
maneras de sugerirlo.
—¿Sabe lo que es eso?
—No soy un experto, pero parece un cuchillo.
—Es un cuchillo de montería. Se usa para caza mayor. ¿Alguna
vez fue de caza?
—Maté a un león. No es algo de lo que me sienta orgulloso.
Era muy estúpido
cuando lo hice.
Lali no esperaba semejante respuesta. Pero de inmediato
se repuso, y prosiguió.
—Pues este sirve para cazar cerdos salvajes. ¿Presenció la
matanza de uno?
—¿De un jabalí?... No, nunca.
—Hay que internarse en el monte, sin más arma que una jauría
de perros y un
cuchillo como este. Claro que no se elige cualquier
animal para la tarea. Se usan
galgos, para que puedan correr hasta la presa, y una
variedad de dogo, llamada
“dogo argentino”, para que se enfrenten al cerdo, a la
espera del cazador. Los dogos
son unos perros blancos y de gran porte. Hay que llevar
al menos seis. Créame, no
hay crisis ni guerra sucia que justifique su nivel de
fiereza. Sus criadores buscaron
especialmente la cruza que los hiciera más salvajes y
sanguinarios... Cuando se
está en el monte, basta con soltarlos detrás de los
galgos, para que de inmediato se
traben en una lucha feroz con su víctima... ¿Alguna vez
vio un jabalí?
—No creo.
—Los machos tienen grandes colmillos, y pesan bastante más
de cien kilos. Así que
cuando los perros los rodean, el monte se cubre de
sangre. Un verdadero festín del
horror. Una carnicería que apenas dura unos minutos. Si
el cazador tarda en llegar,
es probable que sólo encuentre a sus perros muertos. Y
aún cuando la cacería sea
exitosa, difícilmente retorna la misma cantidad de dogos
que partió. A muchos
hay que coserles las heridas allí mismo, si se quiere salvarlos.
Por eso el tiempo es
vital. El cazador tiene que correr ni bien escucha los
primeros chillidos del cerdo, y
buscar el momento justo para clavarle el cuchillo, por debajo
de las patas, en medio
del corazón. No es tarea fácil. Claro que el tipo
arriesga la vida, porque nunca se
termina de doblegar a un animal así, sobre todo si está
enfrentando la muerte... Pero
para mí, a pesar del peligro, la actitud del cazador es
cobarde y ruin. Un gesto del
que sólo un humano es capaz.
—Por lo que veo, te opones a la caza del jabalí. ¿Queres que
escribamos un artículo
denunciándola?
—Digamos que me opongo a la caza en general, pero más me
opongo cuando la
presa soy yo.
—¿A qué te referis?
—¿Conoce a Agustina Cordova?
—No.
—Y entonces, si no la conoce..., ¿por qué diablos se acostó
con ella?
—¡¿Qué?!
—Anoche, “su” Agus, la nena de carita inocente, que lloraba
a mares, y que quería
saber el motivo por el cual usted le “temía al amor”, me
cortó el cuello con ese
cuchillo.
—¡¿Cómo que te cortó el cuello?!
Pablo se puso de pie de un salto, intentando aproximarse
a Lali, pero ella se alejó.
—No me hizo nada. Sólo algunos raspones. Puedo parecer
menuda, pero no soy
nada frágil. Los que hacemos montañismo dependemos de
nuestra fuerza... Y
desarmar a una muchachita de ciudad como ella, no fue
gran cosa para mí.
—¿Estás segura que no te lastimó?
—Unos rasguños, que sirvieron para manchar de sangre mi
camisa. Por cierto, voy a
enviarle la cuenta de la lavandería.
—¡Es el colmo que te haya buscado para herirte!
—¡Lo mismo opino yo! –respondió Lali con sarcasmo.
—Pero no entiendo por qué se la agarró con vos
—Al parecer lo estuvo siguiendo, y pensó que yo vivía con
usted. Y no puedo
culparla, porque últimamente paso más tiempo aquí que en
mi propia casa.
Aquel galán fijó en ella su mirada.
—Podrías mudarte conmigo, y así evitar problemas.
Lali miró a Pablo, sorprendida. Parecía hablar en serio.
Pero con él nunca se podía estar segura, así que simuló no haberlo escuchado.
Además, ¿qué se podía responder a una frase semejante?
—Como sea, pasé las siguientes dos horas consolando a la
niña, y tratando de
convencerla de lo obvio.
—¿Qué es “lo obvio”?
—Que usted es un idiota mentiroso como la mayoría de los
hombres, y que no vale
la pena acabar en la cárcel por alguien así.
—¿De verdad no te lastimó?
—Sólo un poco.
En un movimiento rápido, Pablo apartó la camisa de la
muchacha para observar el daño, y con suavidad acarició su piel. Y bastó aquel
breve contacto para hacerla estremecer. Por un instante sus miradas
coincidieron, pero de inmediato Lali tomó distancia. Era demasiado para ella.
—No fue nada. Pero espero que no vuelva a repetirse. A su
próxima amante exíjale
un certificado de salud mental, por favor. O, de lo
contrario, reciba a sus “visitas”
cuando yo no esté.
—O quizás tenga que olvidarme de tener amantes, y comenzar
a buscar a una
mujer.
Otra vez se miraron. Pero fue apenas un segundo, porque de
inmediato Lali se dio media vuelta, rumbo a la cocina.
—Espera, Berta... ¿No vamos a desayunar juntos?
—Tengo millones de cosas que hacer, y descubrí que sentarme
me insume
demasiado tiempo.
—Hoy no va a venir nadie. El programa se emitió anoche, y
la revista ya está en la
calle –dijo él, que había ido tras ella, para tomarla del
brazo, e intentar retenerla.
Pero la muchacha se soltó.
—Por eso mismo... Los viernes me toca limpiar.
—¡Séntate! –ordenó Pablo con enojo, incapaz de aceptar su
rechazo. Pero de
inmediato suavizó su tono— Por favor.
La joven lo obedeció, no muy convencida, pero sólo para explicarle.
—Me gustaría terminar con todo cuanto antes, para poder
regresar a mi casa a un
horario decente.
—O podrías no regresar en absoluto.
—¿Cómo?
—Estuve pensando mucho en la charla que tuvimos el otro
día.
—¿Sobre los informe para la redacción?
—Acerca de meterme en tu braga.
Por toda respuesta Lali le devolvió una mirada furibunda.
Otro cualquiera se hubiera intimidado. Aquella muchacha frágil por fuera, tenía
un carácter y una energía interior capaz de doblegar a una loca con un
cuchillo, o de poner a un desubicado como él rápidamente en su sitio. Pero Pablo
no parecía asustarse con facilidad.
—Lo estuve pensando bien, y quizás no sos tan necia como
yo creía. Por el
contrario, me parece que tu estrategia de negociar sexo
por matrimonio es, sin duda
alguna, la más astuta.
Tontamente Lali pensó que nada de lo que su jefe pudiera
decirle en el futuro podría llegar a sobrepasar aquella estupidez. Pero, como
siempre, Pablo se superó:
—Porque, después de todo, ustedes las mujeres tienen fecha
de expiración.
—¿Fecha de expiración? –preguntó ella, midiendo la distancia
que la separaba de
aquel cuchillo, cuya utilidad comenzaba a descubrir.
—Sí... Seamos sinceros, la vida útil de una mujer es limitada...
Cuando dejan de ser
lindas y jóvenes, pasan automáticamente a convertirse en
brujas. Fíjate en nosotros
dos, por ejemplo.
—¿Nosotros dos? ¿Usted y yo?
—Sí... Dentro de diez años vos vas a estar aproximándote peligrosamente
a los
cuarenta, mientras que yo apenas voy a tener cuarenta y
uno. Estaré recién al
principio de mi vida activa, mientras que tú estarás en
el ocaso de tu ciclo
reproductivo, y en los albores de tu decadencia física.
Ya a esa altura del discurso la muchacha no sabía si permanecer
seria, o ceder al impulso que tenía de reír a carcajadas. ¿De qué triste
gallinero había salido aquel ejemplar? Pero considerando que se trataba del
hombre que firmaba sus cheques a fin de mes, Lali decidió hacer un esfuerzo, y
prestarle renovada atención, mientras el otro la seguía embarrando.
—Así que considero bastante astuto de tu parte aprovechar
estos años de esplendor
para asegurar tu futuro con un matrimonio ventajoso... Y
además está el tema de los
hijos. La verdad es que no se puede tener un hijo con cualquiera...
Por eso me hice
la vasectomía.
Lali agachó la cabeza. Si era cierto lo que había comentado
Pablo acerca de que ella siempre fruncía la nariz cuando echaba putas en su
interior, ya para esa altura de aquel estúpido discurso, la debía tener completamente
arrugada. Generalmente aborrecía las malas palabras, pero a veces tenía que
aceptar que eran la única opción posible. Porque, ¿qué más se podía decir de
semejante ejemplar? La verdad era que se estaba comportando como un reverendo pelotudo.
—¿No dices nada, Berta?
—¿Qué quiere que le diga? Al parecer usted ya lo tiene todo
muy claro.
—Vamos, habla –le ordenó él.
Lali lo observó, sonriente, pero sin poder emitir palabra.
En el fondo le daba lástima. Pero aquel macho en celo no era tan estúpido como
para no poder leer el deprecio que encerraba su silencio, así que de inmediato
se puso en guardia.
—Te pago para que opines, Berta. ¡Hazlo ya!
Parecía enojado de
verdad, así que su empleada cedió.
—Señor Martinez... Usted sabe que provengo de la provincia
de Mendoza. Aparte
de despertarnos cada mañana observando la belleza de la
cordillera de los Andes,
somos famosos en todo el mundo por nuestros vinos. Sólo los
chilenos y los
franceses pueden competir con nuestras cepas. Cada
mendocino oculta en el fondo
de su corazoncito a un bodeguero en potencia. Así como
ustedes hablan de fútbol,
nosotros lo hacemos de cosechas. Y aún los que, como yo,
no tomamos alcohol en
nuestra vida diaria, somos capaces de distinguir el
aroma, el sabor y la textura de un
tinto noble, o la audacia de un blanco arrogante.
Llevamos el vino en la sangre, y
jamás compramos el nuestro en un supermercado.
—Ya sé por que dices esto. Vas a venir con esa historia de
que las mujeres, como el
buen vino, son mejores cuanto más añejas.
—No... Las mujeres no son como el vino. Todos, señor
Martinez, tenemos fecha de
vencimiento. Lo que ocurre es que la nuestra está más a
la vista. La de los hombres,
en cambio, sólo se lee cuando ya es demasiado tarde, y no
hay más remedio que
desecharlos. No... Las mujeres no somos como el vino,
sino como las uvas. Un buen
bodeguero se enamora de sus uvas. Es generoso, y sabe
tratarlas con cuidado,
porque son muy delicadas. Aprovecha de ellas la mejor
parte, pero jamás
desperdicia el resto. El vino es sólo el resultado de esa
unión casi mística entre las
uvas y el bodeguero. Un buen matrimonio es como un vino
joven. Hay que saber
atesorarlo, y sentarse a esperar para que crezca en
sabor. El proceso es arduo, pero
placentero. Y al final, sólo al final, se obtiene la
recompensa.
Pablo calló, pensativo. Y recién después de un largo y
tenso silencio, comenzó a hablar.
—Voy a hacerte una proposición, Berta.
Lali tenía la extraña capacidad de pensar a gran velocidad,
así que bastaron aquellas palabras para que su cabeza estallara en un sinfín de
posibles conclusiones a una frase tan ambigua. Tantas, que simplemente no pudo recordar
ninguna. Pero aún así, consideró que era más peligroso permanecer en silencio,
por lo que se apuró a contestar.
—Si me va a ofrecer que me quede en la habitación de servicio
de lunes a viernes, prefiero...
—No.
De nuevo aquel silencio, y la mirada de él, penetrándola.
—¿Sabes cuál es el problema con vos, Berta?
—¿Que no me dejo engañar con facilidad?
—Para vos no existe más que el blanco y el negro. Se es honesto
o corrupto. Bueno,
o excesivamente malo. Sincero o mentiroso... Y la vida es
mucho más compleja que
eso. Hay todo una gama de matices.
—Y aprovechando esos matices, usted hace su ganancia.
—¿Por qué no?
—Prefiero la luz del sol, a las sombras.
Otra vez aquella mirada.
—¿Alguna vez te quedas sin respuestas, Berta?
Lali enrojeció. Junto a ese hombre cada vez le resultaba
más difícil hallar las correctas. Porque cada vez que estaban juntos, no había
puntos medios. O lo odiaba al extremo, o...
—Escuchame, porque voy a hacerte una proposición. Lo he
estado pensando, y
creo que funcionamos muy bien juntos. Me agrada estar con
vos y sos, a no dudarlo,
muy hermosa.
Lali lo escuchaba con la vista clavada en el piso, mientras
él se paseaba por el cuarto, como cuando
le explicaba el cariz que quería darle a cierto reportaje.
—Pero por desgracia para vos, Berta, soy un firme opositor
al matrimonio como
institución. Honestamente creo que es imposible que dos
se toleren por mucho
tiempo... Y si vos opinas lo contrario, es sólo porque tu
marido tuvo el buen gusto de
morirse joven. Las estadísticas me apoyan, y aún las
parejas que sobreviven, lo
hacen más por desidia de sus integrantes, que por
verdadera vocación... Claro que
si el matrimonio es malo, el divorcio es aún peor. Los
únicos que se benefician son
los abogados, que se nutren de dinero y odio... En
realidad, creo que ese es el
problema. Más que el matrimonio, aborrezco la posibilidad
de un divorcio
contencioso... Pero puedo entender que una mujer necesite
garantías. Algo que la
compense por la pérdida de sus mejores años.
Aquello ya estaba llegando demasiado lejos, así que Lali
lo interrumpió.
—No comprendo el motivo de toda esta charla, y en qué puede
relacionarse conmigo.
—¡Vamos, Berta! Mentiría si te dijera que no estuve pensando
cómo meterme en tu cama.
El sexo de la muchacha reclamó, pero Lali no le hizo caso,
obstinada como estaba en el silencio.
—Pero, por desgracia, tus condiciones, si bien me parecen
justas, son inalcanzables
para mí. Así que pensé en algo intermedio. Un contrato,
ya que pareces tan
interesada como yo en los papeles, pero que, a diferencia
del matrimonial, estipule el
pago de una cifra determinada de dinero para vos, en caso
de que uno de los dos se
aburriera de nuestra unión.
—¿Una cifra determinada de dinero?
—Digamos... quinientos mil dólares. Ningún abogado del
mundo me sacaría más, si
nos divorciáramos.
—¿Quinientos mil dólares?... A Demi Moore le ofrecieron un
millón.
—Eso era sólo por un fin de semana. Aquí podrías obtener
bastante más con la
convivencia. Además, acostarse conmigo es seguramente
mucho más agradable
que hacerlo con ese viejo.
—Pero Robert Redford parecía bastante simpático, mientras
que usted es
francamente insufrible.
—¿Te estás burlando de mí?
—¿Y qué pretende, si me viene con todas esas estupideces?
¿Que le agradezca, y
me acueste en su cama?
—Quinientos mil dólares es mucho dinero. Al menos tendrías
que sentirte halagada.
—Le diría que yo valgo más, pero lo estaría engañando,
PAblo. No quiero estafarlo:
soy una pésima amante.
—Si lo fueras, no lo confesarías.
—Piénselo... Mi experiencia es muy limitada. Y además está
todo eso de la religión.
Dudo que sus gustos estén incluidos en mi catecismo. Así
que, si de verdad quiere
hacer buen negocio conmigo, a lo sumo podría ofrecerme cien
mil. Es cierto que si
yo acepto, puede ahorrarse el sueldo de una empleada,
pero, definitivamente,
debería gastar en una amante. Así que, si lo piensa dos veces,
creo que le
conviene dejar las cosas como están. De lo contrario, el necio
terminaría siendo
usted.
—¿Por qué insistes en no tomarme en serio?
—Porque no me habla con seriedad. Desde ayer que lo único
que le interesa es
jugar. Y yo, francamente, estoy muy ocupada como para
hacerlo.
La muchacha no le dio tiempo a contestar, dirigiéndose de
inmediato a la cocina. ¡Y pensar que el día anterior le había parecido difícil!
Pablo se pone cada vez mas en ridiculo.Con esos pensamientos aun no se como es un empresario d exito y tiene tanto gancho con kas mujeres.Tienes razon jamas pense k quien ataco a Lali era la llorona despechada.MAS.
ResponderEliminarHola percha como estás?....
ResponderEliminarTe cuento que este cap me causo gracia! es una bestia pablo como le va proponer y hablar tan directamente jajajajaja pero me puede igual y me da gracia;
el pobre esta desesperado!!! jajaj hasta ya esta pensando en estar con una sola mujer y eso que lali lo trata re friamente, como si no sintiera nada
ME ENCANTA LALI!!! Es tan diplomática y la forma en que lo enfrenta es lo más
Anque reconozco que me gustaría que afloje un poco con pablo, lo trata fríamente aunque en este cap tiene todo el derecho de hacerlo, pablo se fue al pasto mal..
Hay ya quiero saber como sigue la historia entre ellos!! me muero por ver un momento tierno entre ellos, cuando lali baje un poco su defensa y el no haga estupideces y se mande cosas como esta! jajaja
que lo leo y no puedo evitar reirme!
Mira que me pones a pruebas con tus pablo en la nove!! pero si no lo odie al anterior todavía aguanto a este! jajaja
bue percha yo también espero que subas pronto!! y no te pierdas
Otra cosita te cuento que te escribo al msn y me parece que no te llega a mi tampoco me llega nada tuyo no se si me escribiste no, mandame un correo cualquier cosa, y avisame lo de tu cel...
asi podemos estar en contacto ya extraño hablar con vos!!
te mando un beso!!!
que tengas un lindo comienzo de semana!!!
Hey! hola... Tanto tiempo... Me enteré hoy recién que volviste, porque trajeron mi pc de nuevo, estaba roto, y así... :/ ... Así, que entré y tuve mucho para leer.... ☺/
ResponderEliminarMe encantaron los caps. y literalmente AMO a Lali, me encanta su forma de pensar y como no tiene tapujos ni pelos en la lengua.... Soy del Team Lali... Ahqué. Jaja...
Y Pablo, la verdad que Lali tiene razón... Un "reverendo pelotudo"... Ja... Igual me hace reír, así que por ahora, lo banco...
Y sí, tenías razón, no me imaginé que era Agustina, pero bué... ¿quién si no? Debería haberlo pensado... Ja!
Bueno, espero el próx. cap.
Besos... ♥
Hola holaaa!!!! La verdad q no me esperaba q quien la atacara a Lali fuera Agustina... pero queda a la vista q Pablo se busca cada desquiciada!!!!
ResponderEliminarY este tipo esta completamente loco... Proponerle eso a Lali... eso definitivamente es q ya no sabe q hacer para llegar a ella y no perderla.... esta totalmente loco por ella... gracias a dios!!!!
Espero q subas pronto besos q estes bien!!!!