Holaa chicas les traigo nuevo capi. rapidisimo, gracias por comentar siempre,lo de la nove nueva que habia por ahi ,no se si lo soñe o si habia jajja voy a buscarla y cualquier cosa les aviso por aca, besotes
CAPITULO 31:
Las once y cuarto de la noche... Desde su última crisis,
Buenos Aires se había convertido en una ciudad peligrosa. De noche los
“cartoneros” hallaban en la basura su sustento; los más jóvenes pululaban en
busca de alcohol o drogas; las prostitutas y los travestis se paseaban desnudos
vendiendo su mercadería; los malabaristas y los vendedores ambulantes se
agolpaban en los semáforos, tratando vanamente de atraer la atención de los
automovilistas que, desafiando las leyes de la gravedad y el buen juicio,
exponían a los paseantes al resentimiento que habían acumulado a lo largo del
día.
Sí, Buenos Aires se había convertido en una ciudad peligrosa.
Por cierto, no más que cualquier otra gran urbe del mundo. Pero como el cambio
había sido repentino, luego de muchos años de relativa paz, tanta malignidad no
dejaba de sorprender a los porteños.
A Lali, en cambio, aquella locura la asustaba. Mendoza era
muy distinta. Allí siempre se había sentido protegida. Volvió a mirar su reloj.
Las once y media. Alejada del centro, la joven podía escuchar el ruido de sus
propios pasos. ¡Odiaba tener que quedarse hasta tan tarde en casa de Pablo!
Primero, porque siempre llegaba allí demasiado temprano,
(¡cada día más!), así que a partir del atardecer comenzaba a sentir el peso del
cansancio. Pero, además, porque los otros solían retirarse antes de las nueve,
por lo que el tiempo restante debía transcurrirlo en una extraña intimidad con
su jefe. Aquella noche en particular, Pablo había insistido en preparar la comida,
mientras ella, sentada a poca distancia, leía en voz alta la nota acerca de la
crisis del sistema financiero, para que pudieran corregirla juntos. Por algún
motivo que no terminaba de desentrañar, su jefe era increíblemente hábil con
las cosas de la casa, y un excelente cocinero. Claro que algunas veces
discutían sobre la preparación de una receta en particular.
Lali lo dejaba dar cátedra sin interrumpirlo, y después
se las ingeniaba para alterar el plato a su antojo. Y si bien aquellas cenas
que los tenían por únicos protagonistas solían efectuarse en la cocina, entre
papeles, teléfonos y laptops, la de aquella noche había sido muy distinta. Pablo
había insistido en poner la mesa en el comedor, con toda la pompa. Incluso
había encendido unas velas. Lali, a quien le había ordenado que continuara leyendo,
observaba de tanto en tanto su trajinar, confundida. Por fin su jefe le había
quitado los papeles de la mano, obligándola a tomar asiento a su lado.
—Estás a punto de probar el mejor lomo de cerdo que hayas
comido en tu vida.
Tenes que concentrarte en la textura de la carne, y el
aroma de la salsa. Esto no se
come apurado, así que no lo tragues..., ¡paladéalo!.
Aquella noche, por primera vez desde que trabajaba en ese
bello departamento, la joven había permanecido más de una hora sentada frente a
su jefe, separada de él sólo por la tenue luz de una vela, sin otra cosa que
hacer más que saborear aquel plato delicioso, y dejarse desvestir por sus ojos
restallantes.
Al principio había sido horrible. ¡Los cinco minutos más incómodos
de su vida! Pero pasado aquel impacto inicial, todo se había vuelto aún peor.
Porque la charla había surgido de inmediato entre los dos, espontánea,
cálida..., fascinante... ¡Un espanto!
Pablo era un verdadero seductor, muy capaz de ocultar su
veinte por ciento detestable, para dar paso a aquel hombre encantador, simple y
sin pretensiones que era cuando no estaba actuando como un estúpido machista. ¡Horrendo!
Sí. Aquella noche había ido todo mal. Porque, para colmo,
su jefe había insistido en ayudarla a lavar los platos. Y Lali había tenido que
soportar el roce de aquel cuerpo viril y musculoso, una y otra vez. ¡Mal, muy
mal!
Claro que había rechazado de lleno su ofrecimiento para llevarla
a casa. No quería establecer ese tipo de precedentes. Sabía a la perfección
como eran las cosas con aquel seductor: primero hasta se tomaba el trabajo de
oler el perfume de una, para luego acabar regalando un triste cheque.
Pero ahora, siendo las once y cuarenta y cinco de la
noche, de un día jueves, Lali comenzaba a inquietarse. La calle estaba
desierta, y, sin embargo, le parecía escuchar una respiración entrecortada muy
cerca suyo. Desde hacía un tiempo que tenía la impresión de que la seguían. Y,
en verdad, su vida debía ser un desastre, porque se le ocurrían al menos tres
personas que podían estar haciéndolo.
Lali se detuvo. Otra vez aquella respiración. Descartando
el hecho de que en una de cada ocho casas argentinas había un arma de fuego, y
que la tasa de delitos había trepado de forma alarmante, (Buenos Aires incluso importaba
droga y delincuencia de sus países vecinos), la joven no tenía que pensar mucho
para sentirse en peligro.
No. Había demasiadas cosas raras en su vida como para dejarse
arrastrar además por la paranoia de los noticieros. Vico, sin ir más lejos. Por
muy extraño que le resultara, él siempre sabía cosas de ella que nadie podía haberle
contado. Por ejemplo, cuando se habían visto el domingo, había criticado el
auto de Claudio, el idiota con que Rochi la había emparejado el día anterior.
¿Cómo podía haberlo visto, a menos que la hubiera seguido?
Pero tampoco podía descartar a su compañera de departamento.
Ella había jurado vengarse y, desde aquel sábado cruel, la miraba con
resentimiento. Claro que Rochi era buena, pero también, a no dudarlo, un tanto desquiciada.
Incluso ella misma lo había escrito en el anuncio a través del cual se habían
conocido: “Bella modelo, loca de remate, busca compartir departamento
y gastos con muchacha solvente y ordenada”.
Pero además de Vico y Rochi, quedaba todavía la posibilidad
de que el loco con el que había cenado un mes atrás, el tipo que acumulaba
órdenes de restricción, se las hubiera ingeniado para rastrear sus pasos. Un
ruido fuerte sacó a la muchacha de sus cavilaciones. ¿Qué había sido eso?
Lali se dio vuelta, dispuesta a echar a correr, pero ya era
demasiado tarde. El filo de un cuchillo apretó sin piedad su garganta. Y ya no
pudo pensar más.
Xk Pablo no la llevase se arruesga y se va sola,ahira un cuchillo en su garganta.K aparezca Pablo.
ResponderEliminarPablo esta terrible por dios.... esta monopolizando a Lali lo mas q pueda... por poco y no la deja encerrada en su casa con tantas horas q trabaja ella con el.... Pablo esta muy malacostumbrado y Lali lo desafia a cada momento me encanta!!!!
ResponderEliminarY espero q no le pase nada a Lali.... y No tengo idea de quien puede querer lastimarla....
Espero q subas pronto...
Besos q estes bien!!!!
Hayyy no me encanta el cap!!!!
ResponderEliminarespero que aparezca pablo y la salve!! no vico! ni ningún otro!
haa me olvidaba Hola perchaa!!!
ajjajaja pasa que me emociono tu cap que se me paso saludarte!
lo repito cuando me emociono ya termino el cap!!! jajajja
quiero que sean más largo....
Me encanta esta relación lali poco a poco va cayendo rendida hacia pablo y él bue esta mas que rendido a ella, jajaja
hay quiero saber como sigue su historiaa!!!
A todo esto creo que lali tiene que mudar sus cosas a lo de pablo y hacer el cambio de domicilio ya que vive ahi! jajajaj
En cuanto lo de la nove que soñaste somos dos! ajajaj yo me acuerdo que lei que habia una pero no encuentro el link que me dieron!!!
bue te dejo percha pase a modo flash pero no quería dejar pasar este cap sin comentar!
te mando un beso!!! espero que estes bien
y que prontito podamos hablar!!!! :D