Capìtulo 5: "Vos necia, Yo mentiroso"

Hola chicas perdón por la demora mande a reparar mi compu tuvieron que cambiar todo pero por suerte ya anda mejor  ahora me tengo que poner al día leyendo para recompensarlas voy a subir mas seguido avísenme si ya leyeron e inmediatamente subo el próximo, gracias por todo

besos.........................CARO

CAPÍTULO 5:

Mas tarde…

—Idiota.

El tipo que tenía sentado a su lado en el colectivo, observó a Lali con desconfianza. La muchacha se dio cuenta de que había hablado en voz alta, y se apuró a perder la mirada por la ventanilla, simulando indiferencia. ¡Se moría de rabia! Y fue cuestión de abrir la puerta de su pequeñísimo departamento, para estallar en una andanada de improperios.

—¡Estúpido, idiota, engreído!

—¿Quién? –se asustó Rochi, su compañera.

—¡¿Quién va a ser?! ¡Mi jefe!

—Pero ayer decías que el tipo era un genio...

—Porque no lo había visto en toda la semana. Y como periodista, de verdad es un

genio. ¡Pero como hombre! ¡Es detestable!

—¿Qué te hizo esta vez?

—Benjamin Amadeo y él se estuvieron burlando de mí.

—¡Benjamin Amadeo!... ¿Conociste a Benja Amadeo? ¡Me muero!... ¿Es tan buen

mozo como se ve en la tele?

—Más... Pero el problema no es él. Benja parecía un poco baboso, pero igual era

simpático. Y además, con esa sonrisa, le podes perdonar todo... ¡No! ¡El problema

es el otro!

—¿Tu jefe? ¿Pablo Martinez?

—El estúpido ese.

—¿Qué te ha hecho?

—Primero, lo de siempre. Su famoso “charquito”, para humillarme.

—¿No estás un poco paranoica? ¿Cómo sabes que es a propósito?

—El tipo es un enfermo de la prolijidad. Lo único que deja tirado son papeles, y sólo

lo hace en su escritorio, los días que está de malas. ¡Pero por el resto! ¡Hasta coloca

la taza del desayuno en el fregadero!

—¡Un marido ideal!

—¡No sabes lo que decis! Un marido es mucho más que una taza guardada, o una

tabla de retrete limpia.

Un hombre de no más de veinticinco, vestido apenas con una toalla que tapaba lo mínimo indispensable, (y con algunos movimientos, incluso un poco menos), asomó por el vano de la puerta de la sala, y al escuchar el final de la frase, empalideció.

—Quédate tranquilo Riera –lo apaciguó Rochi—. No se refiere a vos...

Y luego la muchacha se vio en la obligación de aclarar:

—El muy estúpido escucha la palabra “marido” en boca de una mujer, y sufre un

colapso.

—¿Qué hace él otra vez acá? –se quejó Lali, hablando como si el aludido no estuviera presente.

—Decidimos darnos otra oportunidad.

Lali suspiró. Sabía exactamente lo que eso significaba: largas horas de insomnio. Para su desgracia, el cabezal de la cama de su amiga golpeaba justo contra la pared de su cuarto. Rítmicamente, toda la noche. Todas las noches... ¡Así era imposible dormir!

—¿Y el tipo de la exposición?

—Un idiota... ¿Y Maxi Recca?

—Otro idiota.

—¿Queres que le pida a Nico que te presente un amigo?

—¡Basta, Rochi! Ya estoy harta de las citas que me arreglas.

—¡Qué humor, querida! No te vendría mal un poco de sexo, para suavizar ese

carácter de mierda que tenes...Pareces una vieja amargada.

—Como que a vos te veo tan contenta y satisfecha...

—No hay nada mejor que un potro de veinte para que te dibuje una sonrisa.

—Lástima que dura sólo cinco minutos.

—Tres veces. Y tres veces cinco minutos, son quince minutos de gloria.

—Sí, lástima que con Nicolas, cuando no gritas de placer, enloqueces de furia. ¡Y

hay que aguantarte entonces!

—¡Es que tiene esa maldita costumbre de sacarme el dinero!

Lali observó a su amiga. Rubia, imponente, unos ojos miel que podían iluminar un cuarto, y unas piernas larguísimas, ¿tenía que resignarse a un tipo como aquel para no dormir sola? ¿Qué podía esperarle a ella, entonces?

—Lali, en serio... Mi jefe ha vuelto a preguntarme por vos. Creo que le gustas.

—¡Basta, por favor! Ya tengo suficiente con tolerar al mío. Ahora no sé que le ha

dado, y pasa cada vez más rato en la casa. Y eso me enloquece.

—Yo también enloquecería si mi jefe se viera como Pablo Martinez. ¡Qué bombón!

—Pues a mí ese bombón me indigesta.

—Mira, ya me hartaste, Lali . Hace  lo que quieras... Pero yo no soy la que necesita

encontrar un marido antes de los treinta.

—No me lo recuerdes... Al paso que voy, y con tanto idiota suelto, dudo que lo

logre... No sé que voy a hacer... ¿Qué tengo yo de malo, Rochi? ...¿Acaso no hay

ningún hombre para mí?

Por otro lado…

—Victorio D´Alessandro... ¡Guau!... ¿Así que  vos sos el nuevo columnista? –se

relamió la vieja editora.

—Sí.

—Me alegra que el gran jefe por fin haya empezado a contratar chicos lindos... Te

pareces a un actor de cine

—Que amable –respondió con sequedad aquel tipo espectacular.

¡Vaya amargo!

—¿Qué necesitas de la vieja Julia, dulce, ya que no pareces interesado en lo que

necesito yo?

—Tengo que ubicar a una periodista. Debe estar trabajando en alguna redacción. Se

llama Mariana Esposito, y tiene veintisiete años.

—No me suena... ¿Es para la nota de la cantante?

—No. Es un asunto personal.

—¡Ah!... ¡Un favor!... Sé exactamente como puedo hacer para averiguar dónde

trabaja la tal Mariana, y su dirección. Lo que no me figuro es como voy a hacer para

cobrarte mi ayuda... Ya veremos, ¡total!, imaginación es lo que me sobra.