domingo, 19 de mayo de 2013

Capítulo 51: "Vos necia, Yo mentiroso"



Holaaaaaaa Chicas se viene mucho mas que un acercamientoooo, espero que les guste, gracias a las dos genias que leen siempre son lo mas de lo mas, besos 

CAPITULO 51:
Al día siguiente
Con el corazón palpitante, Lali se apuró a encender los monitores.
¡Nadie!... Como había anunciado, Pablo no estaba allí. ¡Gracias a Dios!
Aquel viernes tenía mil cosas por hacer. La casa necesitaba una limpieza profunda, la ropa para planchar se había acumulado, y como si eso fuera poco, todavía no había terminado el detalle de la mercadería que iba a encargar por Internet. ¡Mil cosas!
Pero, contrariando su apuro, la pobre muchacha sólo atinó a sentarse. Estaba exhausta. Apenas había logrado dormir la noche anterior, y la anterior a esa, y la anterior a la anterior.
Sí... Pablo estaba empeñado en una lucha contra el mundo, pero su empleada llevaba adelante otra en la intimidad, que le producía igual malhumor y zozobra. ¿Cuánto tiempo más iba a poder resistir? Cada movimiento de él, cada uno de sus reclamos, despertaba en ella una urgencia difícil de acallar. Y, estúpidamente, lo único que quería era complacerlo...
Por cierto, aquella había sido la base de su felicidad junto a Gas. Esa obstinación por satisfacer todos los deseos del otro, aún antes de que los pronunciara. Por adivinar sus ansias. Y entonces había resultado dulce y conmovedor...
Pero con Pablo en cambio... Ella corría, y él se dejaba servir, sonriendo desde su sitial de macho todopoderoso... Y así no resultaba... Al menos para ella.
Lali se puso de pie, dispuesta a comenzar la mañana. Con pesar había contrariado sus ganas de llegar cuanto antes, y se había demorado hasta las diez, que era cuando comenzaba su horario.
A pesar de que el sol del mediodía ya calentaba impiadoso, decidió salir al balcón, para lavar unas baldosas que nadie iba a pisar, y regar la planta que ahora, amparada por la primavera, regalaba toda la belleza de sus flores blancas y su fragancia sensual, al vacío. Luego de dejar sus cosas en la habitación de servicio, y colocarse aquel delantal que era demasiado ancho y corto para ella, se dispuso a salir por el gimnasio, no sin antes tener la precaución de apagar los monitores de vigilancia que había allí.
Al haberse peleado con Vico, al desconfiar tanto de Rochi, a Lali ya no le quedaba nadie a quien recurrir en busca de consejo. Necesitaba un amigo desinteresado, alguien que la escuchara, y la ayudara a hilar sus pensamientos... Pero, ¿quién? Ciertamente no podía contar con Benja, o con Agus... Y de Maca, mejor no hablar...
Durante un buen rato fregó aquel pavimento reluciente, como si buscara en él las letras de su propio destino. El calor era insoportable, y podía sentir la transpiración corriendo por su cuerpo. Las gotas de sudor ahora la acariciaban hasta empaparla. Tomó el balde y el trapeador, y volvió al gimnasio. El clima allí era fresco e invitante, así que buscó la toma de aire que había en el techo, y como hacía siempre, se paró bajo su amparo. Se soltó el cabello, y se agachó para refrescar su nuca. Luego se desprendió el primer botón del delantal, para que aquel viento prestado acariciara también sus pechos. Se dio vuelta y...
Y simplemente lo vio.
Estaba allí, a medio vestir, como solía circular por la casa todas las mañanas.  Estaba allí, tan sorprendido como ella por aquel encuentro.                                 Estaba allí, muy cerca suyo, mirándola con deseo. Estaba allí.
Y Lali se dejó acariciar por esa presencia, y por su mirada, hasta en el rincón más recóndito de su intimidad.
—Pensé que estaba sola... –murmuró—. Busqué en los monitores, y... Usted dijo que iba...
—Debía estar en el baño cuando llegaste... A último momento decidí no salir.
A pesar de que el botón desprendido dejaba a la vista parte de su corpiño, Lali estaba tan confundida, que no hizo ni siquiera el intento de taparse. Y es que era tan fuerte el reclamo de su cuerpo, que ya no podía ni quería pensar.
Sonó el teléfono, y los dos volvieron a la realidad.
—Voy a desenchufarlo... –se apuró a decir Pablo, mientras lo hacía—. Hoy no 
quiero que me molesten... Pensaba hacer algo de gimnasia primero, y...
—Ya me voy...
—Podes quedarte... A mí no me estorbas...
Lo curioso de aquello, era que los dos se veían turbados por igual. Parados uno frente al otro, a medio vestir, o casi desnudos, no podía distinguirse ni una pizca de cálculo o razón en sus miradas. Sólo aquel dulce arrebato que parecía poseerlos.
—Yo... Junto las cosas, y aprovecho que usted está aquí, para ir a hacer su cama...
Pablo observó a su empleada con decepción, pero no le respondió. Por el contrario, se dirigió al fondo del lugar, tomó unas pesas, y comenzó a ejercitarse en silencio, con la vista fija en la ventana. Lali, a su vez, se limitó a tomar el balde y el trapeador olvidados en el piso. Pero cuando todavía estaba agachada, pudo contemplar en el inmenso espejo la imagen de su jefe. Por un segundo se quedó quieta, perdida en aquel reflejo imponente. El sol iluminaba parte de su cuerpo esculpido, sus músculos se tensaban, su pecho se expandía al compás de aquella fuerza increíble, que a ella la dejaba muda. Cerró los ojos un instante y se dejó atrapar por aquella energía... 
¿Cuánto hacía que no la sofocaba el calor de un hombre, que no sentía todo el poder de su sexo metiéndose adentro de ella, y haciendo estallar sus entrañas?
Abrió los ojos, y reaccionó.
¿Qué le estaba ocurriendo? ¿Tan desesperada estaba? Tomó las cosas, y salió de aquel cuarto sin más trámite. Su vida iba de mal en peor. Y saber que Pablo permanecería allí por el resto del día, no ayudaba en lo absoluto.
Generalmente, luego de lavar el balcón, solía tomar una ducha rápida, para volver a enfundarse de inmediato en sus viejos jeans. Pero aquella mañana no lo hizo. Sin pensar, y todavía ataviada con ese delantal ridículo, se dirigió hacia el dormitorio, para comenzar con el ritual diario de la limpieza.
En aquella casa, cada día se cambiaban las sábanas de la cama. En general Pablo era un hombre de gustos simples, y extremadamente práctico, excepto por aquella pequeña excentricidad, esa imposición ridícula: cada día, sin falta, había que mudar las bellísimas sábanas de algodón, tramadas con una cantidad infinita de hilos que le daban la apariencia y la textura de la seda, por otras apenas más limpias. Cada juego llegaba del lavado enfundado con delicadeza, y perfumado con alguna fragancia acorde a la estación. 
Para desgracia de Lali, ese día tocaba la de jazmines. Así que fue todo cuestión de abrir el paquete, para que quedara atrapada en aquel aroma. Con furia retiró las sabanas usadas, y las arrojó al piso. Se sentía enojada con ella misma, y con su cuerpo, que se rebelaba a su alma. Con su memoria, que la obligaba a revivir momentos felices, en las circunstancias menos oportunas.
Levantó la sábana ajustable, y la extendió a lo largo del colchón, cuidando que quedara suficientemente tensa. Luego tomó las almohadas, y las deslizó a través de aquel género delicado. Primero una, luego la otra... Pero fue en aquel gesto que quedó cautiva de tanto perfume y suavidad. Llevó la almohada hacia su cara y apoyó en ella su mejilla. Era algo estúpido, lo sabía, pero inevitable...
Y entonces tuvo la certeza de que él estaba justo detrás, parado a su espalda. Por un tiempo extraño permaneció inmóvil, atrapada por su influjo. Pero luego se obligó a si misma a reaccionar. Todavía estaba a tiempo. Podía irse de allí. Podía enfrentarlo. Podía volver las cosas a su sitio. (¿Cuál era su sitio?)
Y entonces él, sin decir palabra ni pedir permiso, la tomó entres sus brazos, apretándola contra su cuerpo que, como el de ella, también ardía…..
Por un tiempo infinito se quedaron así, quietos, sintiéndose. Con una intimidad que no daba lugar a la protesta, o al enojo.
Lentamente Pablo, pegado a su espalda, comenzó a recorrerla con las manos. La muchacha todavía llevaba aquel maldito delantal. Su corazón palpitaba, agitando su pecho con fuerza, y su cerebro ya había claudicado, víctima de aquel movimiento suave y enérgico a la vez, que la hacía enloquecer.
Uno a uno, aquel hombre que era capaz de poseerla sin necesidad de tocarla, desabrochó los botones de ese delantal burdo. Con pericia deslizó sus manos suaves, tan distintas a las de Gas, a lo largo de su cuerpo. No se trataba de aquellas caricias voluptuosas y urgentes que imponía el deseo, sino del reconocimiento lento de un territorio que se sabía ya conquistado.
Lali, encendida de pasión, no podía abrir los ojos. Sólo estaba allí, quieta y atenta a aquel movimiento que la hipnotizaba. Y entonces, recién entonces, él comenzó a deslizar la tela áspera del delantal a lo largo de sus hombros. El ruido insignificante que hizo al caer, los conmovió a los dos, como si fuera el de un último cerrojo, al abrirse luego de mucho esfuerzo.
Por un momento Pablo la soltó, para tomar distancia. Lali pudo sentir de inmediato la potencia de su mirada, al recorrerla con deseo. Y fue aquel mismo deseo el que comenzó a sacudirla, impiadoso. Para cuando aquel hombre volvió a acariciarla, su dulzura había trocado en necesidad, en ansias. Y la muchacha se dejó imbuir por esa locura, atenta a aquel calor y esa fuerza que comenzaba a apretar con fiereza la última porción de su espalda.
Y cuando ya no había lugar de sus hombros o de su nuca que no hubiera recorrido con su boca, Pablo la hizo girar con dulzura entre sus brazos. Lali todavía tenía los ojos cerrados, atrapada por aquel deseo que tanto la avergonzaba. Él la sacudió levemente, obligándola a abrirlos.
—Lali –le susurró al oído—. Mírame. Soy yo... Pablo...
Sí... Era él... El hombre equivocado. La última persona del mundo a la que tenía que dejar meterse adentro de ella. Comenzó a besarla en la boca con pasión. Y no necesitó de mucho más para encender también su locura.
Y como si ambos hubieran estado sedientos, cada uno se hundió con desesperación en la humedad del otro. Por un tiempo infinito sus lenguas se buscaron y se encontraron sin cansarse, creando un lenguaje nuevo, que no necesitaba de palabras.....

2 comentarios:

  1. NONONONONO Estos dos no quieren perder el tiempo...!!!! POR DIOSSSSSSSSSSSS!!! Pablito esta q quema.. y Lali q no se queda atras... es un tierno Pablito pidiendole q lo mire y vea q es el!!!!
    Por diosssssssssss quiero mas mas masss masssssssssssss nove...
    No nos pudiste dejar ahi...
    Por cierto la genia sos vos q escribis una excelente nove con los mas lindos!!!
    Espero q subas pronto!!!
    Besos q estes bien!!!! :D

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  2. Ya no tienen remedio,no se pueden evitar

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