viernes, 17 de mayo de 2013

Capítulo 50: "Vos necia, Yo mentiroso"




Hola chicas como andan , espero que bien les dejo  nuevo capi. se viene algo muy esperado, besos

PD: en el capitulo anterior pablo y lali no tuvieron nada, todo fue una suposición de la mente macabra de maca.

CAPITULO 50:
Dias después…
—¡Te lo advierto! ¡Si no tengo esas fotos sobre mi escritorio en dos horas, pondré en su lugar un retrato a todo color de mi propio culo!
 Agus cerró de un golpe la puerta que separaba la cocina de del living.
—¿Qué ocurre? –preguntó Lali, al verlo tan ofuscado.
—¡¿Acaso no lo oíste?! Nuestro jefe está loco, ¡completamente loco! Apenas falta una hora para que la revista entre en impresión, y me viene con esa estupidez de que no le gustan las fotos... ¡Y toda la semana fue igual!
—Por suerte hoy es jueves.
—¡No hay derecho!
—¿Lograron convencer a la gente del presidente?
—Todavía están negociando, aunque lo veo difícil... ¡Pero yo no tengo la culpa!
—¿Te sirvo algo?
—¡No! Mejor me voy... Ábríme por este lado, porque no quiero volver a entrar a allí, y tener que verle la cara. Y te recomiendo que también vos huyas, mientras estés todavía con vida.
Lali sonrió y, obediente, abrió uno a uno todos los candados que los separaban de la  libertad, pero sólo para cerrarlos de inmediato, tras el paso de la figura imponente del joven editor. 
Sí... Pablo había estado toda la semana de un humor imposible. Lali podía ver en  sus ojos el furor de una lucha interna que, definitivamente, estaba a punto de perder. Y a aquel hombre orgulloso perder lo sacaba de quicio.
Desde que había comenzado a trabajar allí, poco antes del episodio de la famosa página ocho perdida, Lali había intuido que su jefe se traía algo muy importante entre manos. Algo que, sin prisa, pero sin pausa, como hacía todo en su vida, estaba madurando en el silencio. Pero era evidente que las cosas no estaban saliendo de acuerdo a su gusto. 
De seguro aquella semana había tenido que soportar un revés cruel, porque su frustración era evidente. Y a Lali, (quizás porque, como decía Pablo, era una mujer necia), mal que le pesara admitirlo, le dolía verlo de esa forma.Contrariando toda lógica, la joven se dirigió con decisión al epicentro mismo de aquel terremoto de furia, del que todos se alejaban.
—¿Todavía estás aquí? –fue el saludo de su jefe, al verla.
—¿Cuál es su problema?
—Vos... Mi problema sos vos –respondió con decisión. Pero de inmediato se 
apaciguó—. Y estas fotos.
—Agus me dijo que él ya las había seleccionado.
—¡Sí! Pero luego se presentó Conte a último momento, con otros dos rollos, y su material es increíble...
—Publique esas fotos, entonces.
—¡Pero no tengo ni un puto espacio para hacerlo!... Sólo hay sitio para publicar cinco fotos... ¡Así que necesito encontrar cinco, que cuenten la misma historia que está encerrada en las otras cuarenta! ¡Imposible!
Lali sonrió.
Su jefe, habitualmente tan seguro, tenía poca resistencia a la frustración. Y cuando estaba de verdad enojado, parecía un niño pequeño, haciendo una rabieta. A otros, su actitud lograba sacarlos de quicio, pero a ella, en cambio, le producía ternura... Era el mismo tipo de reacciones que solía tener Gas, y Lali ya estaba acostumbrada a manejarlas.
—Permítame, señor Martinez... ¿Me da su mano, por favor?
—¿Vas a arrodillarte, y pedirme matrimonio?
—Con su mano me conformo.
A pesar de su enojo, aquel hombre grande cruzó con ella una mirada juguetona, y se dejó conducir mansamente. La joven lo arrastró hacia el centro del cuarto.
—¿Y ahora?
—Siéntese, por favor.
—¿Adónde?
—En el piso.
—Pero...
—Está limpio, créame... Conozco a la que lo lava, y es muy eficiente en su trabajo.
—Le pago mucho dinero para que lo sea –replicó él con una sonrisa, pero obedeciendo su orden.
—¿Y ahora?
Sin responderle, la joven se dirigió hacia el escritorio.
Por un segundo Pablo olvidó su enojo y su apuro, y se dejó atrapar por el vaivén de aquellas caderas, y el movimiento suave de esa cola perfecta y firme. Cuando Lali se dio vuelta, ya llevaba las cuarenta fotos con ella. Y entonces, de esa forma tímida y sensual en que se movía cuando estaba junto a su jefe, comenzó a disponer uno a uno esos cuarenta retratos a todo color, alrededor de aquel hombre que la observaba subyugado. Sus pechos, su cintura, sus cabellos acariciando la infinitud de su espalda. ¡Y ese aroma!... Ese aroma a ella, que lo hacía estremecer.
Cuando las cuarenta imágenes estuvieron acomodadas a su alrededor, Lali se sentó a su lado.
—¿Qué historia quiere contar?
Pablo la miró a los ojos, pero no le respondió.
—Yo diría que esta es la historia de una traición – insistió, mientras se cruzaba frente a aquel hombre expectante, caminando en cuatro patas, intentando de esamanera alcanzar la primera foto.
Pablo se perdió en la belleza de aquel lomo arqueado. Por un segundo Lali no era más que una hembra en celo, recorriendo la llanura, en busca de su próxima víctima. Y él no tenía ninguna intención de correr para ocultarse.
—Y este es el comienzo –concluyó la joven, mirando la imagen que sostenía en sus manos con satisfacción.
Por más de una hora, sentados uno junto al otro, continuó aquella locura. Rozarse al pasar, embriagarse con el perfume del otro, sentir aquel calor que, de tan intenso, asfixiaba...
Y entonces sonó un celular.
—¿Sí? –respondió aquel hombre confundido, al aparato.
—¡No!... ¿Qué queres que me ocurra? ¡Todavía no termino!... No, estoy perfectamente... No, no estoy corriendo, ni estoy agitado. ¡Son ideas tuyas!... ¡Y nomolestes más!
—Bueno... Creo que, por mucho que nos esforcemos, necesitamos al menos veinte fotos para contar esta historia…¿No hay forma de hacerles lugar?
—Sí... Si sacáramos el texto... –respondió el otro con ironía.
Pero la mirada de Lali se iluminó.
—¡¿Por qué no?!
—No entiendo... ¿A qué te referís?
—¿Por qué no proponer un juego?... Tenemos veinte fotos fabulosas, a las que probablemente nadie les preste atención si sólo ilustran una nota... Pero si, en vez de eso, las mostramos desordenadas, y dejamos que los lectores encuentren en ellas la historia.
—¿Una noticia para armar?
—Sin nombre, sin fechas, sin datos... Sólo imágenes de la vergüenza...
—¡Fabuloso!... Y en el próximo número podríamos publicar el artículo completo.
—Con las fotos que Agus había seleccionado.
—Sos maravillosa, Lali...
Pablo había susurrado aquella frase con intensidad, pero ella ya se había puesto de pie para alcanzar la laptop, y redondear la idea, por lo que no lo escuchó.
—¿Qué le parece esto? –le preguntó, mientras le enseñaba la pantalla titilante.
—Maravilloso... Todo es maravilloso.
—Entonces ya mismo me llevo el CD y las fotos a la redacción, para que puedan imprimirse...
—No es necesario. el chofer están esperando el material abajo.
—Mejor. Llevaré el material, y luego le pediré que me alcance a mi casa.
Lali estaba de pie, mientras que Pablo permanecía sentado a su lado, en el piso. La muchacha se agachó para recoger las fotos, y fue entonces cuando él la atrapó.
—Quédate conmigo, por favor –le dijo al oído.
Y hubo algo en su tono... Algo desesperado, distinto, que la hizo estremecer.
—Pero... Tengo que ir... Tengo que explicarle a Agus, porque no va a entender nada...
—Podríamos mirar el programa juntos, y luego cenar... —insistió—. Quiero que te quedes...
Y fue tal la vehemencia con la que Pablo pronunció esa frase final, que Lali se asustó. Pero más aún se asustó porque también ella quería quedarse…. Pero no podía permitirselo, por eso salio apresurada.

2 comentarios:

  1. Me desesperan ,estan tan bien trabajando juntos k cuando tienen un monentito mas personal,Lali sale huyendo,asi k Pablo se esta volviendo loquito.

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  2. Son muy tiernos estos dos!!!
    Pablo de verdad q parece un niño y Lali lo trata muy bien y el pensando deprabadamente... jajajaja me esncanto este cap..!!!
    Espero q subas pronto...
    Besos q estes bien!!!!! :D

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